La mañana llegó a Pinard Hills, y para entonces, los Hoffman probablemente estaban muy lejos, empezando su nueva vida sin tener que volver a mirar atrás. No le habían dicho a nadie a dónde irían, y las pocas personas que sabían mentían cuando les preguntaban sobre su ubicación. Nadie los molestaría nunca más, y con suerte, serían mucho más felices ahora que estaban muy lejos.
Yo por otra parte, sentía que aún me faltaba algo por hacer, y eso era pasar tiempo con mi familia, al menos para decirles adiós. A pesar de lo mucho que los quería, no les había puesto mucha atención desde mi muerte. Me había obsesionado tanto con encontrar a mi asesino y con vigilar a los Hoffman que nunca me tomé el tiempo de estar con ellos. Ahora que conocía la manera de comunicarme con ellos, quería por lo menos despedirme apropiadamente.
No me arrepentía de no haberme quedado a su lado. Si me hubiera quedado con mi familia, no habría podido ayudar a Lauren, no hubiera descubierto a Jonah, y quizá mi hermana menor hubiera seguido mis pasos. Quizá el hecho de que yo los dejara ir, los ayudó a dejarme ir.
Fui al restaurante de mi familia una última vez. Por alguna razón, todo se sentía diferente ahora, a pesar de que nada había cambiado. Era como si aquel aire pesado de antes, cargado de dudas, miedo y tristeza, se hubiera disipado por completo. El restaurante radiaba vida y felicidad. Finalmente mi familia había cerrado el terrible ciclo de mi muerte, y ahora sentían que podían seguir con su vida sin culpa y sin dolor.
Rosie estaba sentada en una mesa del restaurante dibujando en un cuaderno. No podía evitar sentir que me apretaban el pecho cuando la miraba. Mi hermana menor sólo estuvo conmigo durante cuatro años, y ahora tenía ocho. Aunque se parecía más a Derek, había cierta semejanza entre nosotras dos. Rosie había pasado la mitad de su vida sin mí, y aún así, yo seguía siendo una persona importante en su vida. Lo único que yo quería hacer era protegerla, jugar con ella, y verla crecer y jugar. Y aunque no iba a poder estar ahí para ayudarla a arreglarse para bailes, fiestas, o su boda, yo sabía que los cuatro años que pasamos juntas siempre serían importantes para las dos. Rosie me llevaría en el corazón.
-Ha crecido tanto, era básicamente una bebé la última vez que la vi....-Murmuró mi abuelo mientras una lágrima rodaba por sus ojos-¿Crees que me recuerde?
-Claro que sí. Mira-Dije, señalando el cuaderno de mi hermana. En su dibujo estábamos mi abuelo y yo tomados de la mano rodeados de flores, usando alas de ángel y con halos de luz sobre la cabeza. Mi abuelo sonrió ampliamente y se limpió las lágrimas.
-Pensé que me había olvidado, es que ha pasado tanto tiempo-Murmuró él mientras más lágrimas acudían a sus ojos.
-No importa cuanto tiempo pase. Hay ciertas huellas que dejamos en la gente que son difíciles de borrar. Quizá otras personas nos olviden, pero los que realmente nos aman, las personas en las que de verdad dejamos una marca, siempre nos llevarán consigo, así como nosotros los llevamos-Le dije a mi abuelo.
¿Qué importaba si sólo me recordaban como la chica muerta? Mis seres queridos me recordaban como una persona amorosa y dulce, recordarían nuestras risas y nuestros buenos momentos. Cuando alguien les hablara de mí no pensarían en una víctima, sino en una chica que tuvo la dicha de siempre ser feliz, y que siempre hizo lo posible por hacer felices a todos. Esas eran las cosas por las que valía la pena ser recordada, no por ser reina del baile.
Me acerqué a mi hermana menor y me acerqué a su cuaderno. Era irónico que yo había aprendido a controlar y mover cosas en el mundo de los vivos poco antes de abandonarlo, pero por lo menos me dejaría despedirme de mi familia y darles una última cosa de mí a la cual aferrarse.
Mientras mi hermana menor se distraía, tomé uno de los lápices y escribí en su cuaderno. No quise dejar un mensaje muy largo, sólo lo suficiente para que cargara con ese mensaje toda su vida:
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El Asesinato de Anneliese Trevin
Mistério / SuspensePinard Hills es un pueblo tranquilo. O por lo menos lo fue, hasta que el cadáver de Anneliese Trevin fue arrastrado por un río tras una semana de estar desaparecida. Anneliese, incapaz de descansar en paz o recordar cómo murió, decide encontrar a su...