Capítulo 28: Segunda oportunidad

324 48 13
                                    

Me tomó un segundo procesar lo que estaba viendo, estaba en shock total. Lauren estaba ahí, de pie junto a su cuerpo, al igual que yo una vez lo estuve junto al mío. Ella me veía con una sonrisa conformada, como si ella aceptara a la perfección todo lo que sucedía. Como si no tuviera elección. De hecho, parecía bastante contenta con la situación. Y una vez que finalmente procesé todo, sentí como si mi alma se partiera en miles de pedazos.

—¿Qué....qué te ocurrió?—Pregunté, aunque parecía que la respuesta era obvia.

—Simplemente ya no podía soportar más. Me rendí.

—¡No no! ¡No se supone que deberías estar aquí! —Le grité, tomándola por los hombros. Ella frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Entonces, ¿dónde exactamente se supone que tengo que estar, Anneliese? Yo también estoy muerta, igual que tú—Me dijo ella con voz tranquila. Era como si no entendiera la gravedad del asunto, o como si no le importata. La solté y comencé a tratar de sacudir su cadáver para despertarla. Por supuesto, nada ocurrió. Tenía tantas preguntas, ¿por qué ella sí estaba aquí, cuando yo desperté lejos? ¿Por qué ella recordaba todo, y yo no?

—Eso no va a funcionar, Anne. Estoy muerta, no dormida.

—Es que se suponía que tú no morirías. Se suponía que yo iba a salvarte y sacarte de este lugar. Se suponía que yo tenía que salvarte—Le dije, deslizándome por el muro hacia el suelo. Lauren se arrodilló frente a mí y me tomó la mano cariñosamente. A pesar de que por años había sido yo quien cuidaba de ella, ahora ella era quien me consolaba a mí.

—Hiciste lo que pudiste, lo entiendo. Y estoy muy agradecida por todo lo que hiciste por mí, Anne. Hiciste por mí más de lo que podía haber pedido, todo está bien—Dijo ella con una sonrisa adorable.

Era tan extraño estar cara a cara las dos finalmente. Por años yo la había visto crecer, madurar, cambiar, y ahora las dos estábamos del mismo lado, las dos unidas por una tragedia tan grande como haber sido asesinadas por el mismo hombre. Finalmente noté el parecido entre ella y yo del que todo el mundo hablaba. Era como verme al espejo, de una manera u otra. Éramos mucho más parecidas de lo que podíamos imaginar.

—No, no está bien. Nada de esto está bien. Yo....tú....se suponía que al menos tú sí ibas a vivir. Se suponía que yo debía salvarte para que no tuvieras que pasar por lo que yo pasé. Tenías que vivir la vida que yo no pude vivir y volver a casa. Hice todo lo que pude...—Grité. Ella se limpió un par de lágrimas del rostro y me sonrió una vez más. Me abrazó, y para mí fue como si me abrazara mi hermana gemela.

-¿Qué hay de tu madre?-Pregunté. 

-Ella y papá estarán bien, los conozco. Saldrán adelante-Dijo ella encogiéndose de hombros. 

-¿Tus amigos, la escuela?

-Él dijo que ya nadie me estaba buscando, y que en la escuela todos hablaban de mí como si yo estuviera muerta. Y eso sí le creí. No tiene sentido que vuelva-Dijo ella encogiéndose de hombros una vez más. 

—Lo siento tanto, Lauren. Lo lamento. De verdad lo intenté. Hice todo lo que pude, me esforcé tanto como pude...—Lloré mientras ella me abrazaba.

—Lo sé, y estoy muy agradecida por eso, más de lo que nunca podría decirte. Ahora, tú escúchame a mí: esto no es tu culpa, Anne. Nada de esto lo es. Salvarme no era tu obligación y dejarme morir no fue tu elección. Hiciste todo lo que pudiste, está bien—Me dijo. Se dio cuenta de que yo seguía triste y ella me puso una mano en el hombro de manera cariñosa—Yo no quería usar esto por siempre, ¿recuerdas? ¿Crees que pueda conseguir un cambio de ropa del otro lado?

El Asesinato de Anneliese TrevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora