Capítulo 9: El interrogatorio

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Horas más tarde estábamos de vuelta en la estación de policía. Kenneth estaba esposado en la sala de interrogatorios, y seguía gritando una y otra vez sobre lo inocente que era.

—¡Ya te lo dije mil veces, no sé dónde está Lauren ni tengo idea de lo que le pasó!—Gritó Kenneth furioso.

—El chef principal y varios de tus compañeros te escucharon decirle que terminaría como Anneliese Trevin por no salir contigo. Dicen que nunca la dejabas de ver. Y que te despidieron por lo que dijiste de ella. Qué curioso que ella haya desaparecido el mismo día que la amenazaste. Entiendes nuestras dudas, ¿no Kenny?—Le preguntó Henry. Katia y yo estábamos mirando el interrogatorio detrás de un espejo doble mientras ella se mordía las uñas con nerviosismo.

—Eso no significa que yo la secuestré. ¿No, capi?

—¿Y qué hay de las fotos? ¿Qué hay con los mensajes que le mandaste?—Preguntó Henry.

Ah claro. Al parecer, Kenneth le envió varios mensajes de texto inmediatamente después de ser despedido que incluían frases como "Te arrepentirás" o "No seas una perra" "Anne lo fue y murió", y cosas por el estilo, con varios errores de ortografía. ¿Cómo demonios terminé saliendo con este imbécil? Comienzo a pensar que era un acto de caridad más que interés romántico.

—Está bien, sí, me gustaba mucho Lauren, muchísimo, lo cual no está mal porque tenía casi dieciocho años y nunca hicimos ni tuvimos nada. Conseguí las fotos de sus redes sociales, otras las tomé yo mientras trabajábamos, otras en el colegio antes de graduarme. Y con respecto a los mensajes, estaba esperando asustarla para que saliera conmigo. Nunca la habría lastimado. Tengo límites, aunque no lo creas—Dijo Kenneth frunciendo el ceño. Me mordí el labio superior con enojo. Si matar a una persona era tu límite, pero no lo era mandarle mensajes amenazantes, seguías siendo un asco de persona.

—¿Qué hay de Anneliese Trevin? Sus padres nos dijeron que la acosaste durante meses y que sabías cómo apagar el sistema de alarma del restaurante. Que sabias como entrar y salir sin problemas, y que a veces tomabas las camionetas.

—Yo tampoco lastimé a Anneliese. ¡Tenía diecisiete años, viejo! ¡Diecisiete! Quizá era un "renegado social" o un bicho raro o como sea que quieras llamarlo, pero no un asesino. Pensaba que Anneliese era el amor de mi vida o alguna mierda infantil de ese estilo. La amaba. Puede que incluso la ame ahora mismo. Nunca le habría hecho daño de verdad, capi. Nunca. Y tampoco a Lauren. Nunca me hubiera atrevido.

—Entonces, ¿dónde estabas? De todas maneras mentiste en tu coartada.

Kenneth suspiró y se frotó la cara.

—Está bien, mentí, ¿de acuerdo? Me di cuenta de lo imbécil que fui con Lauren. No soy tan cruel o estúpido como crees. Quise disculparme con ella y fui a su casa. Paré antes en Taco Bell para comer algo, pero cuando llegué a su casa vi varios coches de policía y cinta policial y me entró el pánico, así que volví a casa. Sabía que si me quedaba alrededor me metería en problemas por lo que le había dicho en el trabajo. No te lo dije porque no quería ser aún más sospechoso—Confesó Kenneth.

—Y con eso pruebas que sí eres tan imbécil como yo creía. ¿Sí sabes que es ilegal dar testimonos falsos a la policía?—Preguntó Henry cruzando los brazos. Nuevamente, había perdido a un sospechoso y se quedaba sin opciones.

—Lo sé, pero estaba muy nervioso. Sabía que todo mundo iba a sospechar de mí por lo estúpido que fui en la mañana y no me quería arriesgar. No quería meterme en problemas—Dijo Kenneth con la cabeza gacha.

—Veamos si es cierto lo que dices. Iré a probar tu coartada, y si me entero de que me mentiste, iras directamente a prisión, ¿queda claro, Kenny?-Le dijo Henry saliendo de la habitación.

El Asesinato de Anneliese TrevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora