DIEZ

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Media hora en taxi después llegaron al "Hotel Palace", de cuatro estrellas o eso aseguraba el despampanante rótulo de la fachada. Estaba en primera línea de playa, pero lo mejor era que no hacía un calor excesivo y que no era aun temporada alta, por lo que todo estaba un poco más desierto de lo normal y la mayoría de turistas que se alojaban en ese hotel -se notaba por su aspecto- estaban allí por las jornadas de Medicina.

Para Iruka, su mayor miedo era que alguna de las tantas personas elegantes con las que se cruzaban parase a Kakashi para saludarlo; pero afortunadamente tal cosa no sucedió. Entraron directamente a recepción, Kakashi dio su nombre, consiguió la llave y enseguida subieron a la habitación que se encontraba en la octava planta. A Iruka, más que el número de pisos, le sorprendió que la llave era una de esas tarjetas modernas que había que meter en la puerta para que se abriera.

Pasaron dentro y comprobaron con gusto que era una habitación muy bonita. Las paredes eran de un blanco inmaculado y la cama, que estaba en el medio de la estancia, era realmente grande. Las sábanas y los cojines estaban colocados como si se tratara de la cama de una revista de interiorismo y la decoración era sobria pero muy sofisticada. Además, la habitación tenía dentro un baño que fue lo primero que quiso mirar Iruka.

—Me muero de ganas de ducharme, hace muchísimo calor en esta ciudad.

—Normal, estamos al lado del mar —dijo Kakashi abriendo la ventana— ¿Lo habías visto antes?

Iruka se desinteresó por el paisaje y empezó a deshacer su maleta.

—Va... un par de veces... —contestó con desgana.

Kakashi le notó raro pero prefirió no preguntar, había aprendido que lo que Iruka no quería contar no lo contaría y daba igual cuánto insistiera. Eso le hacía sentir mal porque notaba que no podía ayudar a Iruka nunca en nada, porque él no se dejaba ayudar, o tal vez porque no necesitaba la ayuda de otros. Kakashi decidió no darle vueltas a eso en ese momento, así que le imitó y deshizo su equipaje.

Sacó un par de trajes y los colgó de una percha.

—Luego los llevaré a la tintorería, se han arrugado.

—Puedo ir yo.

—Iruka, no eres mi criado. Además, los seminarios empiezan mañana así que hoy aun puedo encargarme de mis cosas...

No hablaron mucho más y se ciñeron a deshacer sus maletas y ordenarlo todo, ambos se ducharon, por separado naturalmente, e Iruka durmió la siesta que no había podido dormir en el avión, mientras que Kakashi iba efectivamente a la tintorería del hotel a dejar su ropa.

Pasadas las ocho de la tarde regresó a la habitación y vio que Iruka aún dormía. Se sentó junto a él y le apartó despacio el pelo de la cara, Iruka era aún más bonito cuando dormía. Con ternura se abrazaba a la almohada y Kakashi solo tenía ganas de besarle; pero no quería despertarlo así que le cubrió un poco más con la sábana y bajó el solo a cenar al buffet del hotel.

Iruka despertó a las diez y media de la noche más o menos, estaba tumbado en la cama con la ropa que se puso al salir de la ducha, pero estaba tapado con una sábana y a su lado Kakashi leía un extenso panfleto con la luz del flexo de la mesita de noche.

—¿Aún no es de día? —murmuró rascándose los ojos.

Kakashi cerró el tríptico y lo puso sobre su regazo, pero con el dedo dentro para no perder por dónde leía.

—Aún falta mucho para el día... —se rió.

Iruka rodó sobre él, y cogió su móvil porque era el que más cerca tenía, solo para mirar la hora.

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