•OCHO•

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Cuando llegó finalmente en auto, suspiró pesado al ver el camión que portaba el container marcado con su mercancía, apoyó su cuerpo contra el respaldo de su asiento, gruñendo un poco ante la idea de volver a trabajar. 

La rutina fue simple, tomar el camión, llevaron con una escolta discreta hasta el centro de empaquetado, donde fue entregado todo. Changbin se dedicó a supervisar la entrega, el masado de la mercancía y el empaquetado por las personas que estaban ahí. El ver todo eso, observando al resto en silencio, mientras trabajaban ensimismadas en las coloridas pastillas, le hacía recordar a su padre un poco. 

Lo recordaba trabajando de esa forma en su oficina. Siempre que Changbin entraba a verlo en vida estaba en su escritorio, encorvado sobre unos papeles, con un cigarro de tabaco fuerte entre los labios o reposando en el cenicero, clavando su vista en lo que leía o analizaba, parpadeando de forma frecuente al tener sus ojos irritados debido a la concentración que le colocaba como para no parpadear mucho al principio y por el humo de su tabaco. Lo examinaba por un tiempo, cuando era pequeño, de tal vez tres o cuatro años, la vigilia que mantenía sobre su progenitor no se prolongaba por más de segundos debido a lo inquieto y ruidoso que era, sin embargo, con el pasar de los años, Kangjoon fue tardándose más en darse cuenta de que su primogénito le observaba, llegando a tardarse más de media hora cuando el pelinegro tenía quince años y podía permanecer estático y en silencio por períodos prolongados. Changbin volvió a suspirar en lo que apoyaba sus codos en sus rodillas, dejando colgar su cabeza mientras recordaba esas noches, su mente se incomodaba un poco al recordar a su padre, se sentía como si se adentrara descalzo a un laberinto frío de recuerdos de su vida, perdiéndose en su propia cabeza mientras hundía su pie en hielo, una sensación que odiaba. 

Sus manos temblaban un poco mientras recordaba en su cabeza cuando era pequeño. Su madre lo hacía dormir temprano, por lo cual no veía muy seguido a su padre, quien según ella, trabajaba mucho y hasta muy tarde, por lo que se verían en el desayuno, sin embargo, Changbin siempre se despertaba cuando llegaba su padre, el auto y sus pasos por la casa siempre lo despertaban, lo escuchaba hablar con su madre por mucho tiempo, hasta que ella se iba a dormir. En ese momento, Changbin se levantaba e iba hacia la oficina de su padre, caminando a ciegas por el oscuro pasillo mientras portaba su infantil mameluco de figuras y un peluche de conejo contra su pecho, abría la puerta y se inclinaba, inhalando con desagrado al principio el fuerte olor del tabaco, a veces tosía o estornudaba, lo que hacía que su padre alzara su cabeza y sonriera un poco.

- Binnie, ¿qué haces despierto? -le decía siempre, mientras apagaba el cigarro contra el cenicero y se levantaba, caminando hacia su hijo, alzándolo en brazos luego, para besar con dulzura su frente- es muy tarde como para que estés despierto -le decía con seguridad, mientras se lo enganchaba en una cadera y caminaba hacia su cuarto.

- te extrañaba -le decía a veces- quería verte antes de dormir -le decía entre bostezos en ciertas ocasiones, justo antes de que apoyara su cabeza en el hombro del hombre de forma somnolienta. La costumbre al olor que portaba su padre lo hacía relajarse, por lo que tenía la costumbre de dormirse en solo minutos, lo que dejaba que Kangjoon cargara al niño dormido hasta su cama, lo recostaba y arropaba antes de volver al trabajo, a veces, en las ocasiones en que el niño no se dormía en sus brazos, debía quedarse con él hasta que conciliaba el sueño, donde en ese espacio de tiempo le contaba cuentos infantiles que escuchaba por ahí. Changbin apretó los puños ante esos recuerdos, gruñendo un poco antes de alzar su cabeza, viendo como trabajadores seguían en lo suyo.

Cuando todo estaba empaquetado, era repartido por kilos a distintos destinos, los cuales eran entregados todos personalmente por Changbin, recibía el dinero y luego seguían su ruta hasta terminar, el container era entregado y él era escoltado hasta la casa de Andre, que servía de central hasta el amanecer. Cuando entró en la mansión, sintió de inmediato el olor a cigarros, al espeso olor que tenía el humo del cigarrillo electrónico de Chan, el característico olor que tenía el café de cafetera que Andre tenía la costumbre de tomar, la esencia a limpieza que siempre tenía su casa debido a las mucamas y el perfume de distintas mujeres. Miró a su alrededor, viendo solo Bang trabajando en un escritorio con tres pantallas distintas, donde cada una mostraba cosas distintas de la otra. 

La última carta ~Changlix~ [P A U S A D A] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora