La última carta ~Changlix~ [P A U S A D A]

°DIECINUEVE°

Habían pasado varios días ya. En todo ese transcurso, Seo Changbin había estado dando vueltas por todo Seúl buscando armas específicas, gente y la famosa droga que podría quitarle la vida para tener todo preparado para el día en que tuviese que partir a Tailandia bajo la identidad falsa de un chico chino. Sus amigos habían visto como había sido desgastante para él, sintiendo como Changbin hacía todo sin ánimos.

Esa tarde se encontraban en la casa de Chan, la cual había sido la base de los tres amigos durante esos cuatro días. Cada uno estaba en un sillón intentando refrescarse del sofocando calor veraniego que azotaba la ciudad, mientras que Jisung estaba distraído en su celular, Chan estaba simplemente acomodado en el sillón, mirando como Changbin miraba de forma perdida por la ventana.

- he hablado con Katya en la madrugada -comentó Han mientras bloqueaba su celular y lo dejaba en su regazo, mirando al más bajo, quien desvió su mirad hacia el ahora rubio debido al desvanecimiento de la tinta. Seo alzó una ceja en silencio antes de que el chico se sentara mejor- me ha contado que estaba haciendo los cálculos de quien era el padre del bebé que espera -comentó, antes de mirar a Chan mientras asentía con su cabeza, volviendo a mirar a Seo- y cree que eres tú

- cualquiera diría que es él, es quien más influye en ese lugar después de Andre -se apresuró a decir Bang, ganándose al instante una pesada mirada de parte del más bajo, quien frunció su entrecejo ante el comentario.

- Katya no es una cualquiera -le gruñó el pelinegro antes de negar con su cabeza, estirándose completo en el sillón antes de cubrir su rostro con sus manos, gruñendo aún molesto- ¿para qué me dices esas cosas? -le dijo a su amigo en un todo arrepentido mientras que negaba con su cabeza, queriendo pensar en Felix, el chico que no había visto desde que se le había anunciado la misión. Cuando supo que podía morir en ese lugar, sintió que era mejor cortar todo lazo con Felix para que no se apegara a él y así pudiese mantenerlo a salvo. Durante esos cinco días, había ignorado a conciencia todo mensaje y llamada que el australiano con labios de corazón le había dejado, tratando de concentrarse en su nueva misión, repercutiendo directamente en su ánimo, el cual se había vuelto irritante y poco tolerante con los otros dos chicos.

- tal vez necesitas salir -le comentó Han mientras miraba a su amigo, ladeando su cabeza- ¿no crees que te haría bien? Llevas muchos días acá encerrado, sabes que podrías morir allá, ¿no quieres disfrutar las posibles pocas horas que te quedan haciendo algo más divertido que destruirte con la posible idea de que eres padre? -le dijo con un tono convincente su amigo, haciendo así que el hombre alzara su cabeza para verlo con una mirada indescifrable, mirando a Chan luego.

- creo que te haría bien, al menos a todos, hace mucho no salimos los tres a hacer algo- murmuró el platinado, viendo como una leve sonrisa a Han, quien se paró de golpe con el celular en su mano, riendo luego- sí, sería bueno que saliéramos -concluyó el chico, levantándose también antes de mirar a Changbin, quien suspiró pesado y dejó caer su cabeza en el sillón, quejándose.

Sus amigos le levantaron y cada uno fue a su casa para poder arreglarse y poder salir. Jisung les aseguró que irían a un lugar genial que había conocido donde podrían pasar una noche divertida. Ese pensamiento seguía cruzando la cabeza de Changbin mientras se duchaba. Su rostro estaba serio mientras lavaba su cabello, sintiendo como el agua corría por sobre su piel de forma indiferente. Sentía que le faltaba un café de Felix, le hacía falta esa espléndida sonrisa, su brillante pelo rubio con raíces castañas, las pecas que estaban esparcidas de forma incomprendida sobre su piel, esos centímetros que le ganaban que le daban un aire distinto. Suspiró con pesar al sentir que realmente le hacía falta solo verlo, se conformaba incluso con verlo de lejos y saber que se encontraba bien. Salió de la ducha de forma triste y fue en toalla a su cuarto, donde solo se tiró en su cama y miró el techo.