— Ven, te llevaré a tu casa. — Su voz grave resonaba en mis oídos mientras lo miraba serio.
— No quiero. Veté tú, yo esperaré un taxi. — Dije enojado empujándolo.
— Suerte con eso. Mira a tu alrededor tigercita, prácticamente solo quedas tú. Y en caso de encontrar uno a esta hora solo te cobrará el cuádruple de lo que te cobra normalmente. — Su miraba no se apartaba de mis ojos. Ciertamente era un hombre demasiado imponente. — No te pongas necio, es solo un favor, después de todo eres el mejor amigo de mi cuñado. —
Era cierto, mi mejor amigo Darío Rivero estaba casado con su hermano, con todo y familia hecha se me había olvidado el lazo por el cual había conocido a ese hombre: Fabián Morales Ponce de León. Abogado de profesión, 36 años de edad según recordaba aunque aparenta una edad mayor, serio y un hijo de puta por naturaleza.
Hay una razón, una simple razón por la cual desde el principio odié su presencia, su rostro, viejo o joven jamás lo olvidaría.
***
— Lo siento, el juez tomó la decisión de anular la demanda que interpusieron ante el doctor Zamora, lo declaró inocente de los cargos. — Eso nos decía nuestro abogado mientras mi padre impactado, no lo podía creer. Yo con tan solo quince años también me quedé impotente de hacer algo. Esa era la resolución de un juicio que interpuso mi padre ante el doctor que atendió a mi madre quien hizo negligencia y que por eso mi hermano falleció a los días y provocándole un daño irreparable a mi madre y a mi familia.
No lo pude resistir, corrí hacia afuera con lágrimas en los ojos al ver como todo se había ido al carajo. Al salir pude ver al doctor Zamora dándole la mano a su abogado, uno muy joven.
— No cabe duda que tu padre tenía razón, eres un gran abogado. —
— No tiene que alagarme, solo hice mi trabajo. — El doctor y su familia alegres se fueron retirando mientras el abogado atendía unas llamadas de su celular. No pude quitarle la mirada de encima mientras él también me observaba. — Tú eres el hijo del señor demandante. Me ves con odio pero no te culpo aunque tampoco me arrepiento de haber ganado el juicio, a pesar de que Zamora es culpable. —
— ¿Y aun así lo defendiste? ¿Sabiendo que era culpable? —
— Claro que sí, es mi trabajo independientemente mi moral y aunque me cause asco su persona, yo tengo que defenderlo. Aprende algo niño, la vida así es de cruel, sin importar que tanto te cueste siempre habrá un sacrificio para alcanzar tus objetivos, y a veces esos sacrificios son personas inocentes. Y otras veces el sacrificio eres tú mismo. —
Recuerdo que jamás lo seguí para golpearlo, solo se fue dejándome con lágrimas de impotencia. Ese rostro jamás lo olvidé y fue entonces que un día.
— Miren ellos dos son los hermanos de Damián. — Darío nos mostró una foto de dos hombres quienes eran en ese momento sus ex cuñados. Me di a la sorpresa al ver el rostro de la única persona que he odiado. — El joven es Beltrán y de barba frondosa es Fabián. —
— Fabián Morales. — Gruñí su nombre recordando sus palabras en mi mente.
***
— ¿Entonces? — Escuché de repente y solo miré al abogado como esperaba una respuesta con su cara de seriedad.
— Ok. Solo será esta vez. — Respondí enojado, aquel hombre sonrió y empezó a caminar, al igual que yo quien comencé a seguirlo a donde se encontraba su auto, uno muy lujoso. Entré en aquel auto abrazando mi botella de whiskey. — Espera... ¿Y tú que hacías aquí? ¿No me digas que tú también saliste hermana? —
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Mi Turno (Historia LGBT) ~ Finalizada ~
RomanceJavier Miramontes acaba de regresar de Argentina ya con una maestria sobre sus hombros, el siguiente paso es encontrar un empleo y un hogar donde vivir ya que para él a sus 27 años, vivir con su padre ya no es de "adultos". Lamentablemente su regres...