— No, Javier y yo tan solo somos amigos. —
Y así comenzaba todo esto. Era clasificado como un simple amigo ante todos los presentes de parte de quien yo pensaba era casi mi pareja oficial, Sebastián Saucedo era un doctor con él cual hace años llevo una amistad, amistad que cambio al momento de rebasar los límites. Él y yo nos besábamos, dormíamos juntos, nos hablábamos a todas horas al igual que en mensajes. Salíamos a comer, a beber, nos íbamos juntos a donde fuera... Hacíamos el amor.
Él era la persona que amaba y en ese momento solo era presentado como un amigo, como si nada de lo que habíamos vivido durante años no tuviera significado. Pensaba que para en ese entonces él se habría dado cuenta de mi sentir hacia su persona.
— Fue muy agradable la cena de hoy. — Dijo con alegría mientras recogía los platos de la mesa, estábamos en su casa, limpiando el poco tiradero que habíamos hecho tras una cena con compañeros del sanatorio donde trabajaba Sebastián. Él tenía 32 años y yo 28, ninguno estaba ya con ganas de organizar una borrachera destructiva. Apenas había regresado al país después de casi 3 años fuera debido a un intercambio por parte de la universidad. Fue entonces que Sebastián me llamó para invitarme a cenar, pensaba que era por mí pero no fue así.
— Por cierto, ¿Ya encontraste un lugar para vivir? — Preguntó mientras acomodaba todos los trastes en el lavaplatos.
— No, aun no. De hecho quería pedirte unos días para quedarme aquí ¿Puedo? — Estaba esperanzado de vivir con él pero una mueca derribó todos mis sueños.
— No creo que sea buena idea, lo siento. — ¿En verdad me estaba negando el asilo? Me levanté enojado mientras él acababa de acomodar las últimas cosas.
— Sebastián ¿Qué soy yo para ti? — Me paré en frente de él con una molestia bastante notoria.
— ¿A qué viene eso Javi? Sabes perfectamente que somos solo amigos, nada más. — Su risa comenzó a sonar y solo cerré mis ojos era algo que esperaba oír, pero aun así dolía demasiado. De repente mi celular sonó mostrando el nombre de Darío en la pantalla, rápidamente era una oportunidad perfecta para escapar antes de que cometiera un error.
— Darío, amigo. ¿Cómo estás? — Contesté rápidamente.
— ¡Pendejo! ¡¿Por qué no avisaste que regresabas?! — Fue el grito de regaño que escuché por parte de mi amigo. — ¡Te hubiera hecho una fiesta de bienvenida! ¡Pero noooo...! ¡La loca quiso darnos una sorpresa y para su mala suerte salí de viaje con mi familia y la otra culera está en camino a España! —
— También es bueno escucharte... ¿Qué dices? Pero estoy con Sebastián... — Comencé a hablar sin sentido, ciertamente solo quería salir de ahí y no me importaban los gritos de mi amigo.
— ¿Estas con...? Mierda, ¿Ocurrió algo malo? Javibi, no hagas locuras por favor, solo sal de ahí y ve a tu casa derechito. — Era lo que escuchaba pero ciertamente ni caso le hacía.
— Darío en serio no insistas, ¿Cómo crees que yo...? Pff... —
— No lo creo, estoy seguro... Así que... —
— ¿Sucede algo Javi? — De repente escuché la voz de Sebastián detrás de mí sorprendiéndome al momento, pero tomé todo bajo control.
— Je, es Darío. Dice que quiere verme porque al parecer se enteró antes de tiempo que he regresado... — Dije con una sonrisa pero después susurré con sutileza para hacerlo más creíble. — Está ebrio. — Solo podía escuchar levemente como el teléfono hasta vibraba con los gritos de mi mejor amigo.
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Mi Turno (Historia LGBT) ~ Finalizada ~
RomantizmJavier Miramontes acaba de regresar de Argentina ya con una maestria sobre sus hombros, el siguiente paso es encontrar un empleo y un hogar donde vivir ya que para él a sus 27 años, vivir con su padre ya no es de "adultos". Lamentablemente su regres...