Visita

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—Hola Ed —sonrió al ver al muchacho entrar a su habitación—. En serio lo lograste, me salvaste. El médico dijo que unos minutos más, y habría muerto.

—Perdiste mucha sangre ¿Qué fue lo que te hicieron?

—Ellos... Ellos fueron bruscos, me golpearon, fuerte... Y después se turnaron para estar conmigo —pronunció mirando hacia abajo—. A veces eran dos... O tres.

—Son unos hijos de puta —gruñó apretando los dientes.

—Me dijeron cosas feas —murmuró apretando sus manos—. Y usaron algunos objetos para penetrarme. Yo les dije que eso no quería, y se pusieron más molestos.

Edward observó con impotencia al muchacho ¿Cómo podían ser tan hijos de putas? ¿Tan enfermos? Sam no debía medir más de un metro sesenta, y si llegaba a los cincuenta kilos, era mucho.

Y ahí estaba el muchacho, con el labio partido, uno de sus ojos morados, hematomas en sus mejillas, en su cuello porque lo habían ahorcado. Moretones por todo su cuerpo, una costilla rota y otra fisurada.

Ni hablar de las operaciones a las que había sido sometido, para reconstruir partes de su cuerpo que habían sido destrozadas, y otras muy laceradas.

Y apesar de todo, ahí estaba sonriendo, feliz porque él le había llevado una caja con dulces, y un globo rosa con pintas blancas, como le gustaba.

—Ed, cuando salga de aquí, te pagaré por todo lo que has hecho por mí.

—No debes pagarme, simplemente deja de ser tan ingenuo, y meterte con cualquier tipo que muestra intención en ti. Deja de buscar un "amo", eres libre, Sam.

—Pero para eso fui creado, ¿Qué se supone que haga?

—Vivir.

***

-Una semana después-

—Ed, estás siendo muy amable conmigo —sonrió saliendo de la clínica, llevando en una de sus manos su globo, que estaba algo desinflado ya, y sus demás pertenencias.

—¿Quién más se supone que te lleve a tu casa? Creí que tendrías algún conocido, o que incluso vivías en la industria que los creo, no lo sé.

—No, cuando me dejaron salir, ellos simplemente se desligaron de mis cuidados.

—Sí, ya me di cuenta —murmuró llegando hasta su auto—. ¿En dónde vives?

—En Asora 36 —sonrió.

—¿Qué? ¿Ahí vives?

—Sí ¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Ese lugar es una mierda, un basurero. Es peligroso.

—Es el lugar que conseguí para vivir —pronunció pensativo.

Edward puso en marcha el auto, y observó a Sam por el espejo retrovisor. ¿Cómo podía vivir allí? Le sorprendía que siguiera vivo en realidad. Especialmente con lo ingenuo que era.

—¿Con lo que ganas en la empresa no puedes pagarte algo mejor?

—Mm tal vez —sonrió—. ¿Crees que tendría que buscarme algo mejor?

—Por supuesto que sí, a menos que quieras terminar nuevamente violado.

***

Estaba acostado en su cama, mirando hacia el techo. ¿Cómo podían dejar a alguien como Sam libre sin instrucciones? Es decir, parecía un niño inocente, hasta que hablaba de buscar un nuevo amo, y el sexo.

¿Habría sido el producto de la broma de alguien? ¿O es que realmente estaba hecho así a propósito? Era tan ingenuo, que sólo viejos depravados podían fijarse en él.

"—Llamada entrante de "Sam" ¿Desea recibirla?"

—Sí —murmuró.

"—Hola Ed ¿Estás ocupado?"

—No, sólo estoy acostado ¿Qué quieres?

"—Genial entonces ¿Podrías abrirme la puerta? El encargado del edificio ha dicho que no tengo permitido pasar."

—¿Por qué diablos has venido hasta aquí? Te dieron el alta, pero con la condición de que hicieras reposo.

"—Es que me urgía salir."

Edward rodó los ojos, y salió de la cama.

—Espera un momento.

Buscó un pantalón, y se lo colocó, antes de ir hasta la sala, y apoyar su mano en el panel de control junto a la puerta.

—Jeffrey, déjalo entrar, es... Mi invitado —murmuró desinteresado, antes de volver a su habitación y terminar de cambiarse

Y no hizo más que colocarse la camisa, que escuchó que tocaban el timbre.

"Reconocimiento facial confirmado, Sam Lerman desea que usted abra la puerta."

—Ya lo sé —gruñó—. Ábrela.

La puerta de su departamento se abrió, y Sam observó curioso todo, asombrado, como un niño pequeño en un lugar nuevo.

Miró hacia arriba, buscando el módulo que había hablado, pero no había nada. Jamás imaginó que Edward viviera un edificio tan costoso, con tanta tecnología.

"Bienvenido a la casa del señor Edward-"

—Suficiente —lo interrumpió el moreno, apareciendo en la sala.

—Wou, Ed, debes tener mucho dinero para tener una casa así —pronunció sorprendido, observando la sala, y lo poco que de podía ver el living.

—Sólo he trabajo mucho ¿Qué es tan importante para que salieras de la cama y vinieras aquí?

—Oh, sí —sonrió—. Te traje esto —le dijo extendiendo hacia él una caja de color crema, con un dibujo de un pastel en la tapa.

—¿Hablas en serio? ¿Saliste de tu casa sólo para traerme un pastel? —le inquirió molesto—. Te dije que no tenías que agradecerme nada.

—¿No te gusta el pastel?

—No tienes caso —suspiró frustrado—. Vuelve a tu casa, Sam . Debes hacer reposo.

—Es que... Hoy también cumplo un mes más de vida —le dijo mirando hacia abajo, con una leve sonrisa—. Y pues, antes no había tenido un amigo para festejarlo.

Lo observó en silencio, y rodó los ojos.

—Ven, vamos a la cocina. No quiero que manches algunos de los sillones, pareces algo torpe.

—No soy tan tonto como crees —sonrió siguiéndolo por detrás—. Tienes una casa hermosa, Ed.

—Gracias.

Colocó el pastel sobre la mesa, y Edward fue por dos platos para postres, unas cucharas, y un vino blanco.

—¿Cuánto tiempo de vida tienes? —le preguntó acomodando todo sobre la mesa, para regresar con dos copas.

—Cinco meses —sonrió

—Por eso eres tan ingenuo, no has vivido nada.

El castaño le dio el cuchillo a Sam, y él cortó las porciones, demasiado grandes para Edward. Casi medio pastel en dos porciones para ellos dos no más.

—Te gusta el chocolate.

—¡Sí! ¿Cómo lo sabes? —le inquirió con una gran sonrisa.

—Oh, no lo sé Sam —le dijo en un tono irónico—. Quizás porque la masa es de chocolate, está relleno de mousse de chocolate, bañado en chocolate, y encima, decorado con chips de chocolates.

Sam lo miró a los ojos, y sonrió suavemente.

—Es lo primero que me regalaron cuando desperté.

...

El muñeco perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora