Él o yo

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Se subió al auto, y cerró con fuerza la puerta, mirando con rabia el volante. ¿Por qué demonios Sam debía ser tan imprudente? ¿Por qué debía arruinar su relación de ese modo?

Todo estaba perfecto, ellos dos solos funcionaban bien, no necesitaban de ningún bebé, de ningún "hijo". Recién se estaban conocimiento, era una locura lo que había hecho el rubio.

Lo esperó varios minutos a que saliera, casi media hora después, lo vio salir del edificio, cargando al niño en brazos, y una mochila con forma de oso colgada de uno de sus hombros.

Él hablaba en serio, realmente lo había adoptado. A la mierda sus vacaciones, el viaje que harían, su vida básicamente. Sam lo había arruinado todo con aquel niño.

Se bajó del auto, y lo observó con el ceño fruncido, sin mirar al bebé, ni quería ver a ese niño.

—Sube, te llevaré a casa —pronunció en un tono grave, que denotaba claramente la rabia que sentía.

—Puedo volverme sólo, Edward.

—Deja de decir estupideces y sube.

El rubio lo miró molesto, y negó con la cabeza.

—No, no iré a casa, primero debo ir a comprarle las cosas para Francis. El bebé necesita pañales, ropa-

Edward se subió al auto, dejando hablando sólo al rubio. No iba a esperarlo un segundo más.

Sam acarició suavemente la espalda del bebé, y le sonrió, tocándole la cabeza.

—Todo estará bien ¿De acuerdo? Yo cuidaré de ti, bebé.

***

Eran cerca de las siete de la tarde, y Sam aún no volvía, desesperando aún más a Edward. Hacía más de siete horas que lo había visto ¿Dónde mierda estaba? Y lo peor de todo, es que estaba con ese niño.

Escuchó la puerta abrirse, y lo vio entrar con un porta bebé, y el pequeño allí dormido. Dejó la puerta abierta, y fue hasta su habitación, para dejar al bebé en su cama.

Cuando volvió a la sala, Edward ya había cerrado la puerta, y estaba de brazos cruzados, y el ceño fruncido.

—¿Ahora sí hablaremos de lo que hiciste?

—¿Por qué cerraste la puerta? Aún no he entrado las cosas de Francis —le dijo abriéndola una vez más.

Fue entonces que el moreno notó la cantidad de cosas que habían del otro lado de la puerta, en el pasillo. Bolsas con ropa, pañales, adornos y juguetes para él, y demás.

—¿Cuánto diablos gastaste aquí?

—Puedes irte sólo de vacaciones, Ed —le dijo tomando varias bolsas, para entrarlas—. Casi todos mis ahorros están aquí.

—¿Por qué, Sam? ¡¿Por qué no pudimos hacer las cosas de otro modo?! ¡¿Esto es algo que debíamos decidir ambos?!

—No levantes la voz —pronunció ya harto—. Lo quieras o no, Francis ahora es mi hijo. Y si tanto te molesta que lo haya adoptado, mañana me voy. Ya estuve buscando un alquiler en caso de que no quisieras que nos quedáramos acá.

Lo miró a los ojos, y no dijo nada, pasando por su lado para irse de la casa. No quería seguir discutiendo con él, e irse era la mejor opción.

Y Sam no lo detuvo, dejó que se fuera, porque tenía cosas más importantes por las cuales preocuparse ahora.

***

—Ya bebé, no llores —pronunció afligido, escuchando al pequeño llorar.

Eran las doce de la noche, y el niño no dejaba de llorar. Le había dado el biberón y cambiado el pañal, y no sabía porqué lloraba de ese modo.

Tal vez extrañaba a sus cuidadoras, o había algo que le dolía. Sam realmente no sabía que pasaba con él, sólo que no dejaba de llorar con fuerza.

—Tranquilo, cariño —pronunció en un tono suave, meciendolo en sus brazos.

Desde su habitación, Edward podía escuchar al niño llorar de forma incesante, aumentando aún más el fastidio en él. Sabía que aquello pasaría.

Giró en la cama, y al ver que no podría dormir, salió de la misma, caminando con rabia hacia la sala, y luego hacia la habitación de Sam, dónde el rubio estaba con el bebé.

—Quiero dormir, Sam, cállalo de una maldita vez —gruñó—. Ya me duele la cabeza de escucharlo ¡Lleva casi una hora llorando!

—¿Y crees que quiero que llore, Edward? ¡No puedo calmarlo! Creo que algo tiene.

—Sí, tienes que llevarlo al maldito lugar de donde lo trajiste ¡Estábamos bien solos!

Los ojos del rubio se cubrieron de lágrimas, y negó con la cabeza.

—Está bien.

—¿Está bien?

—Sí —le dijo dejando a Francis sobre la cama, tomando el bolso que le había comprado, para guardar algunas cosas allí.

—No te devolverán el dinero de las cosas que compraste por haberlas abierto.

Sam no le respondió, simplemente buscó su maleta, y comenzó a sacar su ropa del armario.

—¿Qué haces?

—Me voy con el bebé. Ya bastante rechazo ha sufrido en su corta vida, para tener que soportar ahora el tuyo también.

—Sam, sólo devuélvelo a la industria, y todo estará bien.

—No, no lo haré.

***

Observó a Francis dormir en su porta bebés, y se sintió más aliviado de verlo de ese modo. Lo había llevado a una clínica, luego de alquilar una habitación temporal, para saber si tenía algo malo.

Y así era, el bebé estaba con fiebre. Y Sam sabía que era su culpa. Habían pasado muchas horas afuera aquella tarde, mientras le compraba las cosas.

—Desde ahora haré las cosas mejor, bebé —habló en un tono suave, acariciándole el cabello—. No tengo idea de cómo es ser un papá, pero lo intentaré. La doctora me ha explicado muchas cosas, y ya me he puesto a investigar —sonrió tomando una de sus manitos.

Cansado por el día larguísimo que había tenido, se acostó en la cama, sin dejar de mirar al bebé.

—Mañana conoceremos nuestra nueva casa, Fran.

Iba a dormir de ese modo, pero prefirió sacar al niño del porta bebé, y acostarlo a su lado, abrazándolo a su cuerpo. Depositó un suave beso sobre su frente, sonriendo al escucharlo suspirar.

Ya no tenía las mejillas rojas por la fiebre, y se lo veía mucho mejor.

—Todo estará bien, bebito.

...

Hasta aquí amores míos 😘❤️💕

El muñeco perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora