Mío

4.1K 601 89
                                    

Le dio una fuerte cachetada, haciéndolo llorar, para luego tomarlo con fuerza del cabello.

—Te dije que chuparas —gruñó con rabia.

—Por favor no quiero —lloró Sam—. Por favor, no quiero hacer esto.

—¿Sabes qué? —le dijo tomándolo del cabello, levantándolo del suelo—. Creo que esto me gustará más.

Lo giró rápidamente, y lo apresó entre la pared y su fornido cuerpo, tomándolo de la cinturilla del short.

—Creo que tu culo me va a gustar más.

—N-No —balbuceó aterrado—. ¡Suéltame!

Le tapó la boca con una de sus manos, y con la otra le intentó bajar al short. Acto que se vio frustrado, debido a que alguien destrozó la puerta del baño.

El tipo se dio la vuelta, y Sam rápidamente se alejó de él. Al ver quién había abierto la puerta, corrió hacia él, sollozando.

—E-Ed —le dijo abrazándolo—. Por favor vámonos, no quiero venir más aquí, por favor.

—Ve con Jay —le dijo alejándolo.

—No, no, ven conmigo, sólo quiero estar contigo, por favor Ed... Tengo miedo —lloró angustiado.

—Eso Ed, vete con tu perra llorona —sonrió con burla Toro.

El moreno apretó sus puños con rabia, y Sam lo tomó del rostro, para que lo mirara.

—Vamos a casa, por favor.

Apretó la mandíbula, y asintió con la cabeza.

—Vamos —masculló.

Mataría a ese hijo de puta, luego de dejar a Sam en su casa, y asegurarse de que estuviera bien. Salieron del área de los vestidores, y se cruzaron con Jay, que observó preocupado a Sam llorar.

—¿Qué ocurrió? ¿Por qué está llorando?

Edward no respondió nada, ya que realmente no sabía que había pasado con ese tipo. Por lo que Jay miró a Sam, esperando a que respondiera.

—¿Qué pasó, niño?

—E-Ese tipo —su voz tembló, comenzando a sollozar de nuevo—... Quiso obligarme a que se lo chupara, y yo no quería... Y quiso violarme. Ya no voy a volver Jay, no quiero estar aquí de nuevo.

—Oh, niño —le dijo abrazándolo—. Yo me haré cargo de esto ¿De acuerdo? Eddie cuidará de ti.

Jay miró a Edward, antes de irse hacia el pasillo donde estaban los vestidores.

—Volvamos a casa ¿De acuerdo? —le dijo abrazándolo con una de sus brazos.

No se sentía seguro de hacerlo, pero sabía que eso reconfortaría al joven rubio.

***

Habían pasado dos horas desde que habían vuelto, y Sam luego de bañarse, se había quedado en su habitación. Ni siquiera había ido a comer, lo cual comenzaba a preocupar a Edward. El chico solía tener un apetito muy grande.

Entró a su casa, cargando en una mano un pastel de chocolate, y en la otra una bolsa de papel con varios chocolates y dulces. Sabía que eso amaba el rubio, y quizás lograba levantarle un poco el ánimo.

Golpeó la puerta de la habitación, y al esperar una respuesta que no llegó, la corrió, bajando lentamente las escaleras. Y ahí lo vio, acostado en la cama, hecho un ovillo y llorando.

Se acercó al escritorio, y dejó allí lo que había comprado, para acercarse a la cama.

—Sam ¿Qué pasa? —le preguntó sentándose a su lado—. ¿Llegó a hacerte algo?

—¿Por qué los humanos deben ser tan malos? ¿Por qué sólo quieren abusar? Yo no hice nada malo, yo sólo... Quería pedirte la tarjeta para venir a casa —lloró cubriéndose los ojos para que no lo mirara—. Y-Y tienes razón, soy un estupido. No debí irme con él, pero creí... Qué sería amable si no me resistía, y no fue así.

—Los humanos son malos, sí, pero también hay buenos, como Jay. Él siente un gran aprecio por ti, se preocupa, y estoy seguro que hizo pagar a ese hijo de puta por lo que intentó hacerte.

—Nadie me quiere, sólo quieren usarme, a nadie le importo realmente. Todos me ven para lo que fui hecho, como un androide sexual.

—Eso no es verdad, yo no te veo así.

—Tú sólo sientes lástima de mi patética existencia.

—Eso no es verdad, pero si quiero protegerte. Hay personas buenas, pero la mayoría son malas, y a tí te falta mucho por vivir para reconocerlas. Eres muy ingenuo.

—Soy estúpido.

—Ingenuo.

Abrazó la almohada que estaba a un costado de él, y cerró los ojos.

—Ya no quiero vivir, Ed. Creo que no debí hacerlo, debí pedir que me desconectaran. No me gusta vivir, duele mucho.

—La vida no es-

—Mañana iré para que lo hagan —lo interrumpió mirándolo a los ojos—. Ya no voy a ocasionarte problemas.

—Deja de decir estupideces, porque me harás enojar de verdad.

—Iba a hacerlo hoy, pero me sentía muy cansado, y quería pensarlo mejor.

—Asi que acabas con tu vida, y ya todo está solucionado ¿Verdad? Y las personas que nos preocupamos por ti que se vayan a la mierda, total, sólo te importas tú.

—Sólo son Jay y tú, y sé que mi existencia no es tan importante como afectar sus vidas.

—¡Deja de decir eso! —le gritó molesto—. ¿Dónde diablos quedó el idiota hablador que conocí? ¿Lleno de vida, de sonrisas, positivo? Sólo mírate, Sam, tú no eres así. La vida sigue, te cruzaste con muchas mierdas, sí, pero debes seguir adelante, porque hay muchas cosas buenas que no has conocido.

—A ti no te violaron por horas varios tipos, ni te cortaron, ni te introdujeron cualquier cosa que encontraban a su alcance —lloró recordándolo, cerrando los ojos—. Ni te dijeron cosas horribles. De ti no se abusaron por tu ingenuidad... A ti no te intentaron violar nuevamente. ¿Qué sabes lo que siento? ¿Lo que estoy sufriendo? Ya no puedo ser el mismo de antes, los hombres son malos.

—Hay excepciones, Jay es uno, y yo... Yo tampoco soy como esos tipos, jamás te dañaría.

—Tú me gustas, Ed —le dijo sollozando, temblando—. Eres ese hombre que yo buscaba, sin saberlo, y no como mi amo, sino como mi compañero. Porque tú mismo lo has dicho, soy muy estúpido y no me doy cuenta del peligro. Pero si tú estás ahí, y si me cuidas, sé que estaré bien. Tú eres mi héroe... Eres ese motivo que me impulsa a continuar, porque sé que lo vales, que tú sí eres bueno —lloró al ver el rostro serio de Edward—. Perdón por enamorarme de ti, Ed, sé que a ti sólo te gustan los chicas... Lo siento, yo no lo buscaba, lo juro.

...

El muñeco perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora