19. Aina

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Abrí los ojos. Me encontraba un poco desorientada. Tardé un poco en darme cuenta que estaba de vuelta en casa de Eligoth. No recordaba cómo había llegado. Seguramente me habría desmayado. Lo último que recuerdo era estar en aquel tenebroso jardín con todo muerto.

Me levanté de la cama. Me costaba respirar. Volví a marearme. ¿Qué me estaba pasando? Eligoth me cogió rápidamente. Se le veía preocupado e incluso un poco atormentado. Esperó a mi lado hasta que me sentí algo mejor. En cuanto pude sostenerme sola, se retiró de mí, como si tuviera miedo de contagiarme algo o de hacerme daño de alguna manera. Le seguí de vuelta al salón. Quería decirle que no era su culpa nada de lo que había pasado. Si en el hospital pensé que todo lo había provocado él, ahora tenía muy claro que no. No fui capaz de decirle nada. No tenía del todo claro que fuera eso lo que necesitaba escuchar. No sabía qué hacer para reconfortarlo, nunca había tenido una relación ni nada parecido.

Decidí acercarme a él. Rodeé su cintura con mis brazos y apoyé mi mejilla en su espalda. Le susurré que ya había terminado. Por fin. Pude ver parte de su expresión cuando giró la cara un poco hacia mí. Sonreía, pero era una sonrisa tan triste que mi corazón empezó a doler. ¿Cómo podía yo ayudarlo a sentirse algo mejor?

- No te acerques demasiado, por favor- me susurró, aunque no se retiró esa vez.

Su voz era demasiado débil. No era capaz de distinguir si se trataba por el esfuerzo de los últimos acontecimientos o algo más se escondía dentro de él. Algo que yo no podía ver si no me ayudaba a entenderlo.

- No, por favor. Otra vez no...- le abracé más fuerte.- No me apartes otra vez.

Tomó una de mis manos y, con delicadeza, tiró de mí y me hizo girar despacio hasta ponerme enfrente de él. Como bailando. Mantuvo su mano enlazada con la mía. Con el otro brazo, rodeó mi cintura. Cuando volvió a hablar, su voz era un susurro. No, no estaba hablando, estaba cantando. Cantaba suavemente en mi oído, dejando escapar todo su dolor por fin. Conocía esa canción. "Demons", de Imagine Dragons. Abrí la boca, sorprendida, pero no pude interrumpir ese momento. Estábamos bailando, juntos, en su salón, tan solo con la melodía de su voz. Mi corazón latía desbocado. Eligoth apoyo su mano y la mía en su propio corazón, en un gesto tan íntimo que sentía que me iba a morir allí mismo. Latía acelerado igual que el mío. Tiré de su mano acariciándole el pecho, mientras girábamos al ritmo de su voz.

Nunca había pensado que había una canción que describiera tan bien lo que él sentía por dentro. Estaba paralizada, dejándome guiar por él. Acabábamos de salir del mismo infierno y él... se sentía culpable definitivamente. Al estar a su lado era el blanco perfecto para hacerle daño, haciéndome daño.

Le miré a los ojos, con lágrimas en los míos. "Tus ojos brillan tan fuerte... quiero salvar su luz, pero ahora no puedo escapar de esto, salvo que tú me digas cómo". Era mi parte favorita de la canción y su petición de auxilio a la vez. Con la voz de Eligoth, esa canción me gustaba más aun de lo que me gustaba ya de normal. Además ahora tenía otro significado para los dos.

Cuando terminó la canción me apartó suavemente. Me quedaba mucho más claro cómo se sentía en esos momentos. Me acerqué a él de nuevo. Giró la cara evitando mirarme. Sentía que su oscuridad, sus demonios nos arrastrarían a los dos y yo me iría de su lado. Me puse de puntillas y le di un beso en la comisura de los labios. Me pareció que se había sonrojado incluso.

- ¿Sabes qué?- susurré, aun de puntillas, abrazándolo.­- Nada de lo me enseñes ahora me hará huir.

- Eres una inconsciente.- susurró también, entre risas que no le llegaban a los ojos.

- Te he visto ahí abajo. Ese eres tú. Ese es el que te asusta. Pero sigo aquí, ¿Verdad?- le acaricié la cara, con las yemas de los dedos.

- Lo que me da miedo...- no terminó de hablar. Le di su espacio. Tardó unos minutos, pero continuó.- Tengo que contártelo todo, para que entiendas qué es realmente lo que me da miedo.

Me llevó hasta el sofá y me sentó con cuidado. Se sentó delante de mí. Estaba muy nerviosa. Acabábamos de compartir uno de los momentos más felices de mi vida y él se iba a sincerar por fin, a contarme sus secretos. Eligoth iba a abrirse en canal para mí, por mí. Por nuestro futuro juntos.

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