Kaydy Cain/Daniel Gómez.
No esperaba que me contestase el mismo día, pero eran las ocho de la tarde del jueves y aún no había obtenido respuesta. Me había imaginado doscientas veces el estar por ahí con ella y en todo lo que íbamos a pasar. Pensaba en el sexo, sí. Pero algo dentro de mí me impulsaba a querer saber por qué su vida era tan complicada y por qué tenía tantas limitaciones.
Estábamos todos en el estudio bebiendo y fumando, haciendo tiempo para pedir unas pizzas y cenar.
- Este finde me voy pa Barcelona, compadre, vente conmigo y nos grabamos algo -me sugiere Raúl terminando de liarse un porro.
-Qué va, primo, este finde no estoy.Yo mismo me doy cuenta de que he dado por hecho que Manuela va a escribirme diciéndome que sí. Y me siento como un crío iluso y estúpido.
-¿Y eso?
-Marcho por ahí.El amigo empieza a reírse porque imagina por dónde pueden ir los tiros.
-Con quién te vas, a ver.
-Nah, qué va, tío. Le he propuesto a aquella cuarentona que hace mucho te dije de irnos por ahí este finde... Pero no sé...
-No jodas -se sorprende y hace una pausa-. ¿Aún andáis a vueltas? Me imagino que te la has tirado ya, porque para iros juntos... -vuelve a reírse y me mira.Yo me quedo callado porque me jode no poder darle la razón. Y es que con solo dos veces aquella tía me había enganchado. Y era precisamente el no haber conseguido llevármela a la cama lo que me mantenía ahí.
-¡Anda ya! -exclama incrédulo.
-Deja de reírte ya, atontao. Esta oculta algo, y yo lo voy a descubrir.
-Tendrá ochenta hijos y será una divorciada insoportable, compadre, no le des más vueltas.«Hijos» pensé por primera vez. La idea no me desagradó del todo, pero luego me centré en lo que realmente quería: reventarle. Y en eso no influían los niños.
-¿Te ha dicho algo? -me pregunta Khaled tiempo después.
Llevaba ya un rato sin mirar el móvil y me pareció buena hora.
«Mañana después de comer, ¿te parece?»
Leer aquello tan bien escrito me puso nervioso. Supuse que era ella porque era un número desconocido, y porque era lo que realmente había estado deseando.
-Hostia, primo -le doy un golpe en el hombro a Khaled.
-¿Qué pasa, ya te ha escribío o qué?
-Que dice que sí. Me cago en los muertos.
-Bueno, bueno, machote, que te ha dicho que sí -se ríe y me da un par de palmadas en la espalda-. No te lo crees ni tú.Me río yo también y enseguida una imagen invade mi mente. Ella desnudándose para mí. Me froto la cara justo antes de contestarle. Por suerte me había escrito hacía un par de minutos, así que no le haría esperar mi respuesta tanto como lo hizo ella conmigo.
«Te recojo en embajadores pa las 3, que tal te va eso?» le respondo y salgo de la conversación, pero me quedo en línea navegando por los 23 chats que tengo pendientes.
«Me va perfecto. ¡Y escribe bien! Las faltas de ortografía me provocan pesadillas y sudores fríos, jajaja.»
Sonrío y parezco un idiota, y aunque no me hace falta, Raúl me lo aclara:
-Compadre, tienes 16 años o qué coño te pasa, vaya cara -me dice Israel burlándose de mí.
-Uf... Este finde me voy a desgastar, bro... -me muerdo el labio.Vuelvo a coger el móvil y le respondo dando fin a la conversación:
«Las pesadillas te las quito mañana».