Kaydy Cain/Daniel.
No sé si me creía o no. Pero yo necesitaba que lo hiciese. Las razones eran claras: porque no me convenía que contase nada por ahí ni a su amiga ni a nadie; y porque no quería que se alejara de mí...
Nos abrazamos un tiempo para dejarnos pensar. Y finalmente ella dijo algo:
-No sé cómo, pero puedo pedirle a Cayetano que te ayude.
-¿Cayetano?
-Sí, bueno -pestañeo un par de veces-, es mi marido. Es abogado.
-Ya me jodería, Lola -le suelto incapaz de contenerme la risa-. Es el nombre de puto pijo por excelencia. No te creo...
-Agh -se queja y me da un golpe suave en el brazo-, cállate ya, pesado. La primera a la que le disgusta es a mí...
-"Manuela, aceptas a Cayetano como legítimo esposo" -imito el tono de un maestro de ceremonias para hacerle burla.
-¡Que te calles, imbécil! -se ríe y se molesta a partes iguales.
-Discúlpame por llamarme Daniel, ni pa eso estoy a la altura.
-Cállate ya la boca -dice desechando la idea de que no soy suficiente-. Y no te desvíes del tema.
-Escucha, mami, te lo agradezco. Pero creo que tu marido sería la última persona a la que le pediría ayuda. "Cayetano, le doy a tu mujer lo que tu trabajo no te permite darle, ¿me resuelves un asunto?" No, definitivamente no me imagino diciéndole eso.Vuelve a reírse y en verdad me gusta que esté descubriendo mi lado cómico en una situación un poco cruda.
-Ay, basta ya -se queja queriendo centrarse-. ¿Cuándo es el juicio?
-En tres meses.
-¿Y qué opciones hay? -me pregunta con miedo.
-En el mejor de los casos, ser libre. Y en el peor...
-¡Ay, ay, ay! ¡Ni lo digas! -clama alzando las manos alarmada.
-Tranquilízate ya y deja de dar vueltas, me estás poniendo nervioso... -le pido agarrándole las manos.Ella me mira y aprovecho para hacerle otra propuesta.
-Mira, hacemos una cosa. Ya que estamos en este sitio, hacemos como que nada de esto ha pasado. Tú soltera y yo sin presión judicial. Y nos damos una vuelta por ahí. ¿Te parece?
La idea de hacernos los locos no iba a ser del todo posible. Pero quedarnos allí tampoco iba a solucionar nada, así que, tras vestirnos, salimos para la calle.