Kaydy Cain.
Estaba nerviosa. De camino a la ciudad no dejaba de respirar entrecortado, suspirar, y mirarme con incertidumbre. Cada vez que recordaba que aquel tío le había puesto la mano encima me daban ganas de arrancarle la cabeza. Me rompería la espalda y la vida por tener a mi lado una tía como Manuela y va él y le parte la cara, es que me cago en dios, de verdad.
Cuando llegamos a la estación hicimos todo como habíamos acordado. Nos colamos en una de las zonas de salida, para que cuando llegase el tren de Sevilla ella salga como una pasajera más. Nos besamos muy fuerte, se me movió todo el estómago sólo de pensar en que no iba a volver a verla en mucho tiempo, o quien sabe. No sabíamos qué iba a pasar.
Salí de la sala dejándole allí sola. Trataba de disimular su cara de circunstancia, pero no sé si sería capaz. Con disimulo me puse en uno de los asientos con la bolsa de ropa entre las piernas, y allí esperé a que Manuela saliese a reencontrarse con su asqueroso marido Cayetano.
Cuando todo ocurre la veo besarle y a la vez buscarme sin que él se dé cuenta. Hace apenas diez minutos me ha besado a mí y eso sí que eran ganas, no eso que él tenía.
Cuando el hombre se gira, en mi cabeza se ordena todo. Es el jefe de la banda de matones con quienes nos enfrentamos aquel día. Por su culpa estaba acusado de un asesinato que no había cometido.
En mi cabeza se agolparon los recuerdos y quería levantarme para partirle la cabeza. Los ojos de Manuela por fin me encuentran y él le habla, pero ella está despistada, ausente. Cuando nuestras miradas se cruzan le asiento para que se sienta tranquila y también a modo de desgarradora despedida. Y en el mismo momento en que les pierdo de vista salgo disparado a coger el coche e ir a hablar con Khaled
* * *
-¿El marío de Lola? -me dice con sorpresa.
-El mismo. Así que tengo que hablar con el abogado. ¿No te acuerdas que el arma tenía una huella de alguien que no se sabía quién era?
-Joder, loco, es verdad... ¿Crees que ha podío ser él?
-Ya sabes que le debo dinero y un par de favores... Me la tenía jurada desde hace mucho... Y matar a uno de los suyos era perfecto.
-Me parece raro... -confiesa mi amigo-. Por qué iba a hacerlo él teniendo a un montón de hombres que lo hiciesen por él...
-Sí, ya sé que es extraño, pero no lo sé. Tú sacaste una navaja, yo no pagué mis deudas... Todos somos estúpidos y actuamos con rabia y sin pensar a veces...Los dos nos dirigimos al despacho de nuestro abogado con esperanzas de que nos dijese algo en claro.
-No creo que nada cambie -nos dice y se nos cambia la cara automáticamente.
Acabábamos de contarle -casi- todo y no había sido suficiente.
Entonces me veo obligado a mencionarla a ella. Es necesario que le explique cómo he descubierto la identidad de Cayetano y cómo se han levantado las sospechas de que es un asesino además de un maltratador.
-No se te puede dejar solo, Danielito -me dice finalmente-. Veamos, todo esto que has añadido tal vez pueda cambiar las cosas... Necesitamos su huella o su saliva o un pelo, lo que sea. Después, lo entregamos a la policía y que ellos comprueben si todo encaja o si solo has dado un paso en falso.
Me paro a pensar en cómo conseguir la prueba sin involucrarla a ella, pero es el único modo que tengo de conseguirlo sin que el tío sepa que voy a por él. Así que días después decido dejarle un mensaje y rezo para recibir una respuesta u obtener un resultado positivo.
Estimada Manuela,
Le escribo para citarme con usted tal y como hemos hablado esta mañana por teléfono.
Podemos, si lo desea, vernos en el bar en que nos vimos la última vez donde le dejé mi tarjeta de contacto.
La fecha si le parece, será mañana sobre la misma hora que la otra vez. Espero su respuesta.Un saludo,
D. Gómez.