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La luz que entraba por la ventana de mi habitaciones me daba la respuesta que había amanecido ya. 

Me levanté de mi cama y busqué mis pantuflas para ir a la habitación de mis padres. Caminé por el tranquilo pasillo hasta quedar frente a la puerta de ellos; tomé el picaporte y la abrí. Ambos seguían dormidos.

Entré a la habitación y me acerqué a la cama donde dormían. Habían dos opciones, Uno: Tratar de despertar a Dazai para que llegáramos temprano a la Agencia, sabiendo que aun así llegaremos tarde. Y dos: Despertar a papá, que me preguntará la hora y durmiese otro rato más llegando aún así a tiempo a la sede.

-¡Dazai despierta!- Empecé a zarandearlo para que al menos supiera que estaba vivo. Era un milagro que no intentara suicidarse mientras durmieramos.

-Maldición, mocosa. Dejame dormir un poco más.- Dijo tapándose la cara con la sabana.

-Ve y dile mocosa a una de tus pretendientes... A mi no. ¡Ahora levantate! El tío Kunikida te dijo que te quería temprano en la oficina y ya son las 7:00 ¡Dazai no te hundas en la cama!

-¡Daza,i ya levantate, maldita sea!- Ahora lo regañó papá dándole un codazo probablemente en una costilla.

-No me voy a levantar hasta que ella salga de la habitación.

-¡¿Por qué?!- Refunfuño papá

-Porque estoy desnudo y no pienso levantarme si ella esta mirándome.

-Bien, me voy. Los espero en la cocina- Ese era la escena cada mañana.

Me dirigí a la cocina, donde me encontraría con los dos adultos. Me subí a un banco y después a la barra para buscar el cerealelo en la alacena. Abrí la nevera y saqué la leche. Solo tenia que esperar a papá para que bajara los platos para poder desayunar.

No sabia si era alguna idea mía o solo porque la casa estaba completamente cerrada. Empecé a sentir demasiado calor y mis ojos arder. Decidí sentarme en la mesa a esperar para que papá ventilara todo. Junté mis brazos en la mesa y recosté mi cabeza en ellos tratando de descansar mientras esperaba.

-Hey. ¿estas bien?- Ví como Dazai se había agachado frente mio para mirarme mejor.

-Tengo calor.- Estaba empezando a jadear. El calor era demasiado sofocante que no me dejaba respirar con facilidad.

-Chuuya, creo que Hazuki no se encuentra bien.

Escuché pasos apresurados acercarse a donde estábamos. Papá ya estaba arreglado con su ropa para marcharse al trabajo, ya era hora de que se se retirara. Traté de levantarme de la silla donde estaba sentada, pero mis piernas flaquearon y Dazai me sostuvo para que no cayera al piso.

-Cariño, necesito que me digas que fue lo que hiciste ayer. ¿Hiciste algo con agua?

-Unas niñas... me mojaron en el recreo... No pude cambiarme el uniforme hasta que llegué aquí.- Papá vio con una mirada amenazadora a Dazai. Estaba pensando mal.- Él no tuvo la culpa... El uniforme se secó antes de que me recogiera y yo... No le conté nada.

-Dazai, damela. Lleva agua y un trapo limpio a su habitación. Me voy a quedar a cuidarla, tú ve a trabajar.

-¿Estas se...

-No te voy a cumplir el sueño de faltar al trabajo solo para no recibir las golpizas de Kunikida. Ahora preparate, ya es tarde.

Papá me cargó hasta mi habitación, me dejó en la cama y me tapó hasta los hombros. Poco tiempo después llegó Dazai con lo que le había pedido papá que llevara a la habitación. Dazai mojó el trapo que había llevado y lo coloco en mi frente, haciendo que me sintiera un poco mejor.

Cambios (Bungou Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora