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-Sabes... Allá afuera hay personas que te están esperando.

-¿Quienes?- Pregunté a la figura que estaba a un lado de mi.

-Tú debes de investigarlo. Tienen miedo.

-¿A qué?

-A que desaparezcas de sus vidas. Solo eso.

Era un lugar colorido. Flores, pasto, animales e incluso personas. No podía verles la cara a ninguna de ellas. La persona que estaba a mi lado era un hombre. Se había encargado de cuidarme desde que había llegado a ese lugar. Dijo que era un amigo de una persona que yo conocía. 

Yo no conocía a nadie que no fuera él.

-¿Y cuando debo salir de aquí?- Siempre me dijo que afuera había un lugar con personas, pero yo no sabia que lugar con que personas habría allí.

-Puedes hacerlo cuando quieras. Es decisión tuya el hacerlo o no.

-¿Como puedo hacerlo?

-Olvidando que estás aquí y deseando que quieres estar con las personas que te aman.

No quería dejarlo, fue muy amable conmigo. Como un padre. 

¿Padre?

-¿Volveré a verte?

-Solo te diré una palabra: Verano.

-¿Verano?- Y sin mas, se levantó del tronco donde antes estábamos sentados los dos juntos. Cada vez estaba mas lejos, ya no podía ir tras él. Sabia que no iba a dejar que regresara con él. Le había hecho una promesa.

Me acosté en el gran tronco que estaba debajo de mi y cerré mis ojos y pensé en las ¿Personas que me aman? ¿Quienes eran ellas? 

¿Una persona era capaz de amar a otra que no conocía o no lograba recordarla?

Tal vez

Relajé mi cuerpo y me dejé llevar por los sonidos de las risas, el aire corriendo y los pájaros cantando. Era un lugar perfecto...

.

.

.

Sentía que a mi cuerpo le había pasado un camión. Dolía y costaba mover cualquier cosa, incluso respirar me costaba.

Al abrir mis párpados toda la luz me lastimó. Tardé en acostumbrarme a la luz del brillante sol. Estaba en una habitación completamente de color blanca. 

Estaba acostada en una cama tapada con una manta blanca que cubría todo mi cuerpo. Al apretar mi mano sentí algo, algo que había sentido muchas otras veces y empezaba a extrañar demasiado. Era cálido, el calor al que me había acostumbrado y había perdido por bastante tiempo.

Giré mi cabeza sobre la almohada hacia el lado derecho de la cama y pude verlo. La persona por la que había sufrido y todo había valido la maldita pena. 

Estaba la parte superior de su cuerpo recostado sobre la cama y lo faltante en una silla al lado. Su cabello caía sobre su frente y rostro tapándolo completamente, además de que seguía llevando puesto el sombrero que tanto le gustaba. Su respiración era tranquila y regular, debajo de sus ojos había pequeñas manchas moradas advirtiendome que casi no había dormido bien.

¿Cuanto tiempo llevaba dormida?

La puerta de la habitación se abrió dejando entrar a la persona que me había ayudado.

-Por fin despertaste, Bella durmiente.- Se dirigió a mi con una sonrisa. Yo le hubiese respondido con el mismo gesto si mi cuerpo me hubiese dejado.

Cambios (Bungou Stray Dogs)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora