Cambios (Bungou Stray Dogs)

19#

Desde que papá había fallecido Dazai y yo no cruzábamos palabra. Solo hacíamos lo que teníamos que hacer y ya.

Dazai seguía yendo a la Agencia, solo para no estar bajo el mismo techo que yo. Yo no iba a la escuela, no estaba de humor para estar respondiendo las mil y un preguntas que me formaran los profesores y compañeros de clase; solo me quedaba en mi habitación sin hacer nada exactamente.

Muchos me dicen "No es tu culpa que todo eso sucediera" o "No puedes culparte por cada cosa que sucede a tu alrededor" cuando en realidad todo lo que sucedió, sucede y va a suceder es mi culpa. Papá murió por mi maldita culpa, por distraerme, por no apresurarme, por salir herida... Por nacer.

No hablaba con nadie en especifico, solo lloraba, gritaba y azotaba cosas a la pared. Es un milagro que mi celular siga intacto.

Hablando del rey de roma, mi teléfono había sonado. No me quedó de otra más que contestar la llamada.

-¿Hazuki-chan?

-¿Qué sucede tío Atsushi?- Sequé el rastro de lagrimas que había en mi rostro mientras me levantaba de mi cama.

-Veras... Dazai-san se ve peor que antes y Kunikida-san piensa que debería al menos comer un poco... Yo...

-Tranquilo, le voy a llevar comida. En un rato los veo.

-Gracias.- Colgué la llamada. No era malo llevarle comida a la persona que mas te odia en el mundo, lo peor de todo esto es que al final solo sera esfuerzo tirado a la basura. No importa qué tipo de comida le lleve, no la va a comer.

Tomé mi abrigo y me coloqué los zapatos para salir de casa, no sin antes tomar un poco de dinero para comprar el almuerzo de Dazai.

Caminé por las calles de la ciudad buscando un restaurante que vendiera cangrejo. Solo conocía un lugar que lo preparaba como a Dazai le gustaba que papá se lo preparase. Habíamos ido allí cuando salí del hospital a los 4 años, Dazai se había comido casi tres platos de cangrejo.

Llegué al restaurante y sacudí la nieve de mis hombros. Caminé al mostrador y pedí la orden. Al salir del local me dirigí a mi destino principal. Mientras iba de camino a la Agencia trate de mantener mi mente distraída en cosas que no fueran recuerdos. La gente caminando, colores, edificios, carteles; cualquier cosa que no fuera papá.

No me había percatado de que estaba ya en el cuarto piso de aquel edificio donde se encontraba la agencia de detectives. Tenía que prepararme mental y físicamente para lo que vendría al cruzar la puerta.

Tomé el picaporte de la puerta y la abrí.

-Buenos días.

-Buenos días, Hazuki.- me respondieron los que estaban dentro de la oficina.

-¿Donde está Dazai. Traje lo que el tío Atsushi me pidió.

-Está acostado en el sofá de allá.- Me enseñó donde se encontraba el tío Kunikida.- No se ha levantado desde que llegó en la mañana, y no hemos querido molestarlo.

Me acerqué al sillón rojo donde estaba acostado Dazai. Su respiración era relajada, su cuerpo igual. Ocasiones en las que se le salían pequeños suspiros, probablemente estuvo llorando antes de caer dormido. Hacía mucho tiempo que no lo veía de esa forma; tan tranquilo. Sin cosas por las que preocuparse o hacerse cargo.

Lamentablemente ese momento solo era en el mundo de los sueños.

-Dazai, despierta. Te traje el almuerzo.

-Lárgate.- Me dijo entre sueños. Ya me había acostumbrado a sus pocos tratos conmigo. Lo merecía después de todo.

-No lo voy a hacer hasta que te levantes del sofá. Necesitas comer algo.