Definitivamente te ayudaré

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Ash se levantó alrededor de las 10: 35pm; lo primero que hizo fue, ir al baño, al salir busco ropa cómoda.

Después de haberse arreglado, salió en búsqueda de su abuelo, no se sorprendió cuando lo encontró en el patio trasero arreglando lo que parecía ser un árbol en miniatura.

—¿Qué haces? —preguntó el rubio.
—Podando mi Bonsái —responde sin mirar a su nieto.
—Ya veo. —Fue directo al lado del anciano y así sentarse—. Te gusta mucho la jardinería.
—No es que me guste. —Deja de podar para ver directo a su nieto—. Pero lo encuentro relajante y no solo eso, sino que cuando le dedicas tu tiempo a las plantas te vuelves un hombre sabio.
—Si tu lo dices. —Rueda los ojos.
—¡Por qué no me ayudas! —Le extiende las tijeras, con las cuales estaba cortando las hojas muertas del pequeño árbol—. Te ayudará a relajarte.

Ash toma la palabra de su abuelo, y con su guía trata de arreglar no solo el bonsái, si no varias plantas, que se encontraban en el dominio del anciano; como lo eran las Rododendro, Azalea, las camelias japonesa y varias de las cuales desconocía su nombre.

Se encontraba tan concentrado en hacer tal cual le enseñaba su abuelo el cuidado de las plantas, que se había olvidado por completo que no había comido nada desde que se despertó. Hasta que Sakura había aparecido para que vayan a comer.

—Señor Callenreese, el almuerzo ya está listo comunico en voz baja.
—Oh, Gracias Sakura. -—Mira a Ash de vuelta—. Tienes que probar el curry que prepara, es delicioso.

Entraron a la casa, a paso lento. El almuerzo entre ambos fue muy ameno, con conversación que iban de qué tan malo es Ash con la jardinería y de qué tipo de flores le gusta a Rebecca, la madre de Ash, y viejas anécdotas.

—Ella en realidad era y es terrible mintiendo —comentaba feliz, no disimulaba nada la diversión en sus palabras—. Tu madre siempre fue así. 
—La vieja te ha hecho pasar por mucho verdad —dice sonriente.
—Si. —La sonrisa en su rostro no desaparece—. Pero no tantas como tú lo haces.

Ash comienza a sentirse incómodo, ya era un hecho que el viejo sabía lo que había pasado en New York, pero no sabía hasta qué punto estaba enterado. 

—Ella te lo contó verdad —afirma.

Era obvio para el joven que su madre le contaría todo a su abuelo.

—Tu madre está preocupada. —Comienza a beber el té que Sakura le había traído horas antes.
—No me conoces —comenta furioso—. Ni tú, ni ella pueden juzgarme. 
—Ninguno te juzga Aslan. —Posa sus ojos hacia Ash con tristeza—. Solo queremos que seas feliz.
—¡Quien dice que no lo soy! —brama furioso, ya no le gustaba estar sentado viendo a su abuelo.
—Aslan.
—Se me quitó el apetito. —Se levanta del comedor.
—¿A dónde vas? —Su voz suena preocupada. 
—Por ahí —contesta mientras sale.

Al estar fuera de la casa, recorre el vecindario que se ve tranquilo, no se veía a ninguna mujer cotorreando como lo vea constantemente en New York, parecía que los niños no existían por la extrema tranquilidad en la que se encontraba.

Seguía en su caminata hasta que encontró un parque, pero como ya lo se lo imaginaba no existía alma alguna que jugará en aquellos juegos creados para niños. 

Se acercó lo suficiente para estar frente de unas bancas, donde se sentó para contemplar su alrededor, la soledad del lugar le gustaba de cierta manera, no era ruidoso como donde vivía, pero para una persona como él que estaba acostumbrado al bullicio de los automóviles que transitaban a cada rato con el pasar de los minutos, lo hacía sentir que estaba fuera de lugar, que no pertenecía ahí.

Se quedó quieto en su lugar, estaba analizando su situación, pensó lo suficiente y quedó en que sería mejor dejarle en claro a su abuelo que no se metiera en sus asuntos, que él sabría cómo salir solo de ellos sin su ayuda o la de su madre.

Ya teniendo la mente despejado, decidió que ya era hora de regresar y hablar con el anciano, no quería más intromisión en sus asuntos, así que se fue directo a la casa. Cuando llegó  se percató que el anciano no se encontraba solo, estaba en la sala conversando animadamente con otro anciano, pero con unos fuertes rasgos asiáticos.

Pensó que era mejor no interrumpir, cuando se giró con la sola idea de marcharse a la habitación, siente el llamado de su abuelo.

—Aslan, ven un momento —habla.

Se giró para verlo y tratar de decirle con la mirada que no quería interactuar con nadie, pero tal parecía que a su abuelo no le importaba lo que quería. No vio caso negarse, así que fue acercándose al par de ancianos.

—Mira Azuma-san, te presento a mi nieto Aslan —manifiesta orgulloso.

El otro anciano llamado Asuma, lo mira de pies a cabeza, sintió como si lo estuviera juzgando con la mirada.

—¡Es rubio! Si no supiera que es americano, diría  que es uno de esos delincuentes que se tinturan el cabello —indica el señor Azuma.
—Ya lo creo. —Ambos ancianos comienzan a reírse—. Pero que no te engañe, el si es un completo delincuente —comenta mientras comienza a beber té. 
—Ojojo Willian-san usted no cambia.

Ash se estaba poniendo tenso, no le gustaba estar ahí con ese par de ancianos que lo único que hacían era juzgarlo, estaba apunto marcharse cuando escuchó como la conversación cambió drásticamente.

—¿William-San se enteró de lo que dicen en todo el barrio? —le pregunta como no queriendo la cosa.
—Mm No ¿Que dicen en el barrio Azuma-San? —responde mientras mira de reojo a Ash.
—Dicen que al parecer la sirena no cantó toda la noche. —Tomó un trago de su taza de té— ¡puede creer eso!
—Vaya eso es interesante. —Mira a Ash por unos segundos— tal vez por fin su amado volvió por ella, no lo cree Azuma-san.
—Talvez… o tal vez ya se cansó de esperarlo, uno nunca sabe Willian-San.

Ash tenía la necesidad de preguntar muchas cosas sobre la "sirena" al señor Azuma, pero pensaba que todavía no era el momento apropiado para comenzar su investigación sobre el paradero de Aiden.

Contra todo pronóstico Ash se había quedado en la sala de estar, escuchando y a veces participando en la conversación, con la esperanza de que digan algo de utilidad, pero no volvieron a tocar el tema. 

Cuando Azuma se había marchado a su casa, Ash de inmediato se dirigió al dormitorio a esperar que las horas pasaran para así poder ir con Eiji, el lindo y melancólico tritón.

Cuando el reloj dictó las 12:00pm, tomó su abrigo y salió lo más silencioso posible, no quería que el anciano le vuelva a preguntar el motivo de su salida nocturna. Ya fuera de la casa tomó la bicicleta que le pertenecía a su abuelo —no sabía porque lo tenía— y comenzó a pedalear lo más rápido que pudo para llegar donde se encontraría el tritón.

Al llegar a la parte de las rocas en punta, dejó la bicicleta entre ellas y se adentra a su encuentro con Eiji. Le tomó un poco de tiempo pero cuando por fin estuvo en el mismo lugar de la noche anterior, nuevamente se había quedado de piedra al ver lo hermoso que se veía Eiji, estaba seguro en el mundo no existiría criatura más hermosa que él, la luz de la luna hacía que las escamas de su cola brillarán, el viento hacía que el cabello azabache se moviera, pero como la noche anterior su hermosura era opacada por la tristeza que en sus ojos reflejaba.

Ash no tenia dudas y si en algún momento las tuvo estas desaparecieron, Eiji era hermoso, se lo veía como un ángel melancólico, y así con ella se lo veía bien,  él quería saber como se lo vería cuando sonreía.

—En definitiva te ayudaré Eiji —afirma seguro de lo que va hacer

True love has no kindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora