El tema con Yuuri iba de maravilla si es que hablaban del baile que presenciaba cada día (menos sus días de descanso claro está).
Había logrado que los nervios se le quitasen de poco en poco. Era adorable verlo juguetear consigo mismo de forma cada vez más libre y traviesa cuando bailaba a comparación de sus tensos movimientos de la primera vez. El menor había adquirido la costumbre de comenzar a improvisar cada vez que Viktor lo veía y, honestamente, le gustaba más de esa manera.
Nikiforov pensó que era encantador, ya que, mientras jugueteaba y danzaba alrededor de la habitación, comenzaba a soltar risitas tiernas que ablandaban su frío corazón.
Yuuri había hecho caso a los consejos que Viktor le había dado, como el de bailar cada vez más cerca del otro, rozando ambos cuerpos y tocando en lo más profundo el corazón del mayor.
Aunque suene tonto, no sólo estaba acercándose a Viktor de manera física cuando bailaban, si no también de manera psicológica, si se puede decir así. Era casi espiritual y místico.
Tuvieron mucho más tiempo para poder conversar entre ellos como si se conocieran de siempre, riendo por algún comentario proveniente del contrario y compartiendo pensamientos y emociones.
Obviamente, sin decirse unas cuantas cosas.
Una de aquellas cosas que no se iban a decir era, claramente, el hecho de que uno de ellos es un despiadado mafioso y el otro fue secuestrado de su pueblo natal para terminar perdido en la inmensidad de un país desconocido.
Aún así, Yuuri siempre se veía algo distraído cada vez que estaba con el ruso. No sabía si eso era porque no se conocían mucho, pero después de una semana yendo a ver al chico, era obvio que se debían de tener un poco más de confianza.
¿Por qué será que Yuuri siempre se ve como si estuviera escondiéndole algo sumamente importante?, se preguntaba Viktor, a pesar de que no era el único que ocultaba cosas.
Viktor era la peor persona para cuestionar el esconder secretos de los demás cuando el estaba haciendo lo mismo. Era tonto si lo pensabas.
—¡Viktor! —escuchó que le gritaron, sacándolo cruelmente de su ensoñación sobre cierto japonés.
El peli plateado alzó la mirada de la ventana en donde estaba viendo fijamente sin ser consciente, mirando con ojos cansados a las personas a su alrededor. Entre ellas, estaba Christophe mirándolo con total preocupación.
—¿Te encuentras bien? —preguntó el rubio a su compañero.
Después de que Viktor le haya dado un último vistazo a las personas dentro de la habitación, volvió su atención a Giacometti, y le sonrió en señal de que se encontraba bien.
—Bien, ¿en qué tema estaba consciente? —bromeó al mismo tiempo que se pasaba de largo del cómodo asiento y se sentaba en el escritorio de su gigante oficina.
Los demás no lo tomaron como una broma, pero sabían que el jefe quería dejar el ambiente suave para la junta.
—Leroy atacó el cuartel del lavado de dinero que tenemos en París —anunció el suizo con la voz más grave que pudo emitir para demostrar la seriedad del asunto.
Si la cabecilla de la Bratva no le daba la importancia merecida al asunto, él se haría cargo de ello.
Viktor frunció el ceño sin entender aquello, JJ nunca se había vuelto una amenaza contra ellos. El ruso conocía al canadiense, sabía que entre ellos no había nada malo; no se atacaban, no se hablaban mucho, pero no tenían motivos para hacerle algo así a sus negocios.
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F L E S H [❄Viktuuri❄]
FanfictionEl secuestro de Yuuri Katsuki lo lleva a parar a Rusia, lejos de su familia y su lugar natal de nacimiento. Tras haber estado días en la obscuridad de un sótano se le da la oportunidad de escapar, haciéndolo llegar por obras del destino a un cabaret...