Hoy, después de una semana que pareció años, lo iba a ver, e iba llevar a cabo su plan llamado: "No parecer desesperado delante de Viktor a pesar de que quiero que me abrace hasta que me de claustrofobia".
Aquella caricia en la mano de Yuuri hizo que no sólo se le calentara su corazón con ternura, si no también algo oculto por sus calzoncillos.
En toda la semana no pudo evitar ni un solo instante el pensar en la cara hermosa y tallada por los mismos ángeles de Viktor, porque él era un ser precioso, y comparado con Yuuri... pues sólo se necesitaba rezar para que se fijara en él.
Katsuki tenía tan baja autoestima, que incluso llegó a pensar que Viktor simplemente se acercó para burlarse internamente de él, aunque se haya visto tan coqueto y caballeroso... hay algo muy malo ocurriendo en la mente de Yuuri Kastuki.
Aún así, no dejaba de pensar en el ruso. Su cabello plateado que parecía sacado de un comercial de productos capilares le recordaba a las bonitas capas de hielo que se formaban en el invierno en Japón, mientras sus ojos azules le recordaban a lo hermoso que se veía el cielo por las mañanas.
Claro que, el japonés pensaba que no podía tener ni una oportunidad, estaban hablando de un cerdito al lado de un modelo, pero nadie ni nada le impedía soñar, nunca estaba mal soñar un poquito sobre un crush, era hasta sano y necesario. Además de que nadie le prohíbe tener amorcitos platónicos del trabajo de vez en cuando.
Por supuesto, si no se termina ilusionando de más y termina llorando en la oscuridad de su cama como le sucedió más de una vez en la secundaria.
—¡En el nombre del culo rosado, Yurio! —escuchó desde el otro lado del almacén, era obvio que algo había pasado, Phichit era muy dramático y todo, pero para decir algo tan tonto como eso debió haber sido grave e impactante.
—¡Deja de gritar estupideces y ayúdame! —esta vez se podía reconocer fácilmente la malhumorada voz de Yurio.
Salió del almacén con la caja de bebidas en sus brazos, viendo desde el fondo a Yurio en el piso con un Phichit intentando de levantarlo. Un sentimiento creciente de protección le llenó su pecho como si de su hijo se tratase.
Dejó la caja en cualquier lugar cerca y se aproximó corriendo al chico a la par que miraba lo que había ocurrido. En el momento que Yurio no podía levantarse del piso sin hacer una mueca de dolor lo supo.
Miró su tobillo con un moretón en la articulación, su pie tenía un enorme esguince. Dejó que sus labios hicieran una mueca de dolor y su cejas se fruncieran.
Ayudó a poner al rubio en una silla junto con Phichit. Corrió hasta el almacén para envolver una pequeña bolsa de hielo en una toalla, necesitaba regresar rápido y tratar la herida si no quería que el esguince se hiciera más grave.
Él lo sabía, se había lastimado muchas veces haciendo ballet y tiene experiencia en eso de los esguinces.
Llegó hasta con Yurio, intentando sonreír amable.
Tomó aquel pequeño pie mientras lo envolvía en la tela con hielo.
—¿Puedes moverlo? —preguntó aún tomando la articulación del menor.
El ruso no quería decir una palabra, ya que se sentía extraño al tener al "cerdo" ayudándole después de todas esas semanas en las que sólo estuvo gritándole...
Eso no quitaba el hecho de que le quería robar a su Viktor, pero se lo agradecía.
Movió un poco el pie, haciendo una mueca de dolor.
Yuuri sonrió amable.
—No se encuentra del todo mal, podrás caminar bien después de unas semanas —le miró con aquella tierna sonrisa—, por el momento descansa... oh, y debes mantener tu pie por encima del pecho.
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F L E S H [❄Viktuuri❄]
أدب الهواةEl secuestro de Yuuri Katsuki lo lleva a parar a Rusia, lejos de su familia y su lugar natal de nacimiento. Tras haber estado días en la obscuridad de un sótano se le da la oportunidad de escapar, haciéndolo llegar por obras del destino a un cabaret...