Miraba con melancolía los coches pasar con rapidez en las concurridas calles que se dejaban ser apreciados por el gran ventanal que decoraba la habitación del apartamento.
Sujetó entre sus manos a la bola de pelos que hacía ruiditos de felicidad por las tiernas caricias que proporcionaba el azabache.
Había quedado como un idiota el día anterior que Yurio le había dicho la verdad sobre Viktor. ¿De verdad era tan idiota como para no haberse dado cuenta? Quiere decir, Yuuri sabía que el peli plateado siempre tenía unas pintas de hombre rico tan notables que parecía salido de una película de esas que a su hermana le gustaba ver.
Pensaba que era simplemente un gran empresario, que era una persona que había sufrido con años y años de esfuerzo para tener el dinero que tiene hoy... pero al parecer no.
La familia de Katsuki siempre fue bastante nerviosa al momento de hablar sobre las personas que estaban dedicadas a los casos de delincuencia.
Pero claro que sí, era japonés y allá el tema de la delincuencia era tan malditamente delicado que juzgaban a las personas con tatuajes a pesar de que sólo se lo han hecho con el simple hecho de experimentar con sus cuerpos y por simple estética.
¿Cómo había podido ser tan tonto? Maldita sea. Las ganas de llorar le crearon un nudo en la garganta y cristalinas lágrimas inundaron sus pequeños ojos.
Le gustaba mucho Viktor, le encanta que siempre le vaya a ver y que lo conquiste con sólo verlo sonreír al momento de que le bailaba con pasos cada vez más atrevidos. Además, estamos hablando de Yuuri Katsuki, ¡el chico nervioso! Nunca antes se había sentido tan a gusto en la presencia de alguien que ahora se sentía como un tremendo tonto.
Dejó salir todos los sentimientos reprimidos que albergaba su corazón en sollozos que llamaron la atención de Phichit, quien practicaba una rutina de baile para su presentación del jueves en Eros.
Se acercó a donde estaba sentado con el ceño fruncido en evidente preocupación, intentando llamar la atención del japonés.
—¿Te encuentras bien, Yuuri? —preguntó nervioso el moreno, llamando la completa atención del japonés.
Cuando el pelinegro volteó, se secó con fuerza las lágrimas que antes habían hecho un lento recorrido desde sus mejillas hasta la barbilla. Gracias a la acción de Yuuri al girarse, el tailandés se pudo dar cuenta de que su amigo de verdad estaba llorando y no había sido su imaginación, sus ojos claramente rojos e hinchados lo habían delatado.
Sorbió un poco su nariz mientras la rascaba limpiando cualquier fluido, haciendo que se tornara en un color rojizo.
Le dio una sonrisa falsa al moreno, quién en seguida se preocupó más por él debido al gesto tan forzado.
—¿Estás bien? —repitió poniendo una mano en el hombro del asiático.
Yuuri iba a asentir, pero no lo hizo.
No lo hizo porque sentía que solamente se iba a engañar a él mismo, cuando en realidad, estaba guardando el dolor en su pecho.
No quería sentir este mal... así que lentamente negó con una mueca de dolor en su rostro.
Phichit lo abrazó de manera fraternal al mismo tiempo que pasaba sus largos dedos por sus oscuras hebras con lentitud, dejando a su pequeño amigo desahogarse por cualquier cosa que lo estuviera molestando y le causara tal sufrimiento.
Yuuri tomó el brazo de su amigo, envolviendo en un débil abrazo el delgado cuerpo que éste tenía, dejando llevar su tristeza a un nivel sano, que no lo molestaría en un futuro... en un futuro en donde se le enfrenta a Viktor.
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F L E S H [❄Viktuuri❄]
FanfictionEl secuestro de Yuuri Katsuki lo lleva a parar a Rusia, lejos de su familia y su lugar natal de nacimiento. Tras haber estado días en la obscuridad de un sótano se le da la oportunidad de escapar, haciéndolo llegar por obras del destino a un cabaret...