♠️ 24.- I'm a screamer

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El cuerpo cayó justo delante de los presentes en la sala. Todos se habían quedado petrificados ante aquel ataque tan repentino, la muestra de que esto no era un juego. Viktor sintió cada gota de sangre en su cuerpo irse hasta sus pies, tensándose inconscientemete.

Christophe había dado un disparo perfectamente calculado a la cabeza de aquel guardia que se encontraba a un lado de él, matándolo enseguida y dejando que su cuerpo cayera con un ruido sordo. Otabek, quién estaba fuera de las aguas, observó aquel cuerpo inerte de su compañero de trabajo arrastrarse hacia su posición por el suelo unas pulgadas debido al impacto, su compañero con el cual había pasado años en servicio... ahora se encontraba muerto.

Sus sentidos de alerta se activaron, avanzó con lentitud y cautela al establecimiento, pasando por un lado del cadáver con un hoyo en su frente que le dejaba ver todo el interior de esa cabeza.

Llegó hasta una de los ventanales del local con vista a la entrada y se asomó con cuidado para que nadie lo interceptar; algo verdaderamente malo estaba pasando dentro de aquel local... y se confirmó todo aquello al ver a los señores Katsuki y al anterior mejor amigo del jefe con chaleco antibalas y completamente vestido de negro, además de aquellas armas —carabinas y pistolas, por lo que alcanzaba a ver— que cada hombre traía y las balas de repuesto por todos sus cuerpos, desde su posición contaba unos dieciocho, más las que aún no lograba visualizar. Apretó con fuerza el arma en su mano.

Pudo ver a Emil al final de la habitación, con la misma sonrisa amable que solía dedicarle a todos, mas con la mirada vacía que lo caracterizaba y generaba desconfianza. Gruñó ante la maldita traición que el idiota le dio a todos, y, por estar distraído con problemas personales, no le puso la suficiente atención cuando llegó.

Sus ojos conectaron por un instante y rápidamente apartó la mirada de la escena del crimen, no tenía mucho tiempo para pensar y debía actuar por instinto. Era listo cuando se lo propone, algo en él sabía que no debía quedarse ahí, ¿para qué? ¿Para seguir causando más líos? La respuesta era obvia: No. No iba a quedarse ahí, era evidente que su jefe se las iba a arreglar luego, por el momento debía ser inteligente... llamar a la gente necesaria en estos casos.

Caminó a hurtadillas hasta el coche, escondiéndose de la gente que podría verlo entre rocas de gran tamaño y los contenedores de basura, pero se encontró con una muy extraña sorpresa.

Al lado contrario, la hermana del menor de los Katsuki igualmente se escondía, esforzándose por hacerse pequeña y mantenerse en silencio.

Con una expresión de puro pánico y sus pantaloncillos manchados, Otabek no evitó sentirse mal por la chica, quien había estado llorando a mares y ahogando sus chillidos para no ser descubierta. Estaba pasando por un mal momento, lo sabía, él también lo hace, si no tuviera la experiencia que tiene en estos momentos también sentiría que podría mojar sus pantalones.

Dentro de la residencia, el ruso no dudó nada en acercarse con total furia hasta el rubio de rizos.

Giacometti simplemente se quedó sonriendo como el perfecto hijo de puta que era, y esperó a que los hombres de este en seguida le apuntaran con armas de fuego a Viktor, dándole a entender la advertencia de acercarse al hombre más de lo necesario, como si fuera una deidad intocable y Viktor se sentía tan impotente.

El ruso frunció el ceño mientras se alejaba unos pasos más hasta quedar justo delante de Yuuri para, de alguna forma, brindarle más protección. Podía ver a sus suegros por el rabillo del ojo con la confusión y el miedo latiendo en sus venas, sus rostros cubiertos de sudor y lágrimas, sus bocas cubiertas les impedían soltar quejidos de dolor y sufrimiento por verse a sí mismos y a su familia en una situación que no lograban comprender.

F L E S H  [❄Viktuuri❄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora