♠️23.- Feel the pulse beat

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Te extraño mucho —escuchó la suave voz del otro lado de la línea.

Otabek dejó salir una pequeña risita, mostrando lo nervioso que estaba por haber escuchado aquellas palabras salir de la boca de su hada rusa.

—Yo también, Yura —le susurró en un tono grave, haciendo que el otro se sonrojara y abrazara más la almohada que tenía entre sus brazos, imaginando que es su novio kazajo.

—¿Cuándo regresas? —jadeó el ruso cambiando de posición en la cama.

No quería sonar muy sucio, pero la voz de su novio le hacía excitar tanto que se había comenzado a acariciar por encima de su pijama.

—En tres días, más o menos —se acomodó igualmente el otro, sólo que con el pecho pegado al colchón de su cama—, tal vez antes. Escuché de los otros que Viktor ordenó regresar a Rusia cuanto antes, pero no le he preguntado al respecto.

El mes en Japón se había pasado tan rápido que ni siquiera él sabe cómo es que sucedió. No había sido un viaje turbio como a los que acostumbraba asistir con Viktor, de hecho, casi no se topó con su jefe a menos que estuviera inspeccionando el perímetro por si acaso.

Justo como Yurio le dijo, hablaron todas las tardes… y noches, estaban en diferentes cambios horario, ¿bien? Pero, incluso así, se quedaban horas charlando. Preferiblemente, Otabek le decía al rubio que le llamara cuando fueran las cinco de la tarde en Rusia para él responderle a las doce de la madrugada en Japón.

Accedió al instante. 

Yurio extrañaba tanto a Otabek que a veces lloraba en las duchas porque no lo tenía cerca, después se recostaría, acariciaría unos minutos a su gato, esperaría la llamada de su novio y, al final, le contaría que lloró porque lo extrañaba.

Así había sido, Yurio le dio su voto de sinceridad al kazajo, ya no quería más mentiras y por ello, le contaba hasta las respiraciones que había dado por él en el día. Y no se avergonzaba de nada, es más, le gustaba serle tan honesto, pareciera que estaba en una película de amor.

Otabek tampoco se quedaba atrás.

Le contaba cada mínimo detalle de su jornada para mantenerlo tranquilo, no quería que pensara que estaba en medio de algo peligroso. Le confesaba cuánto amaba al chico y contaba los días que faltaban para volver a verse.

Eran la pareja que tanto habían deseado desde hace años y apenas se están dando cuenta de ello.

Ya quiero verte —ronroneó el rubio con una sonrisa tímida.

—Me siento igual —dejó salir una risa nasal, erizando los cabellos rubios del otro sin que este se haya dado cuenta—. Te besaré mucho cuando regrese —despeinó su negra cabellera, pensando que eran los hilos de oro de su pareja—, te invitaré a salir.

Mmmm, nope —rechazó inflando las mejillas con diversión—. Yo quiero hacerte algo de cenar.

—¿Tú? —se burló el mayor soltando una pequeña carcajada— Yura, sin ofender, pero no sabes cocinar.

Aprenderé —dijo berrinchudo el rubio, sabiendo en el fondo que todo era jugueteo sano.

—¿En tres días? — alzó una ceja Otabek.

—¿O prefieres que pida una pizza?, ¿qué quieres? —le reclamó en un tono burlón, haciendo reír más al kazajo.

Siguieron riéndose por unos largos momentos, haciendo que sus risas fueran lo único que se escuchaban en las habitaciones de ambos chicos.

F L E S H  [❄Viktuuri❄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora