Mi Juguete Sexual | Kim Taehyung | +18

Capítulo 21: La chica de las esperanzas rotas.

En ese momento tenía un cúmulo de sentimientos en mi interior que me eran imposibles de exponer libremente, solo podía callar y guardármelo todo. Mi cuerpo desprendía sudor por todas sus partes y mis ojos no dejaban de derramar lágrimas mientras yo solo trataba de no sollozar.

Todos volvíamos a encontrarnos en el lugar de lo que eran mis mayores pesadillas desde hacía ya demasiado tiempo.

Bueno, estábamos todos menos Mina.

—¡TE ODIO! —Momo lanzó un grito desgarrador, después de contemplar el cuerpo de Mina tirado en el suelo. Aún ahora, cuando pienso en estos días, podría meter la mano en el fuego apostando que esa escena consiguió partirnos el corazón por completo a cada uno de nosotros. Parecía que iba a correr hacia quien sea que fuese el que disparó, pero Jungkook logró envolver con sus brazos su cintura a tiempo. Incluso él mantenía una mirada sombría en su rostro. Sin embargo, cuando todos analizamos nuestro alrededor, no vimos a nadie.

—Mi-Mina... —farfulló Sana entre lágrimas a la vez que se agachaba para acercarse más a su cuerpo yacido en el piso. Apartó el pelo del costado de su cara, el cuerpo se encontraba bocabajo—. Está viva, ¿verdad? Ella siempre ha sido muy fuerte.

—S-sí, Mina no está muerta, es imposible —la apoyó Momo formando una sonrisa que se veía forzada.

—Mina está... —comenzó a decir el castaño, pero le interrumpí.

—Mina está muerta, chicas. Es prácticamente imposible que alguien sobreviva a un disparo en la cabeza —dije sin expresión alguna, aún era incapaz de asimilar lo que acababa de pasar. Acababa de afirmar que sí, pero... ¿Realmente Mina nos había dejado?

—¡¿Y tú que mierda sabes?! ¡¿Acaso tienes un jodido doctorado en muertos?! —Se zafó del agarre de Jungkook y se aproximó a mí.

—Momo... —farfullé retrocediendo unos pasos. Estaba aterrada. Pero este miedo no era solo el infundido por el disparo y el cadáver de mi amiga. Era más bien por la mirada de Momo que iba dirigida a mí, parecía una jodida demente. Sentía miedo de mi propia amiga, algo no estaba bien con ella y recién me estaba percatando de ello.

—¿Qué son todos esos gritos? Hay gente que necesita descansar, esto es una clínica —habló alguien con una voz grave que me era familiar. Pero no se trataba de la voz grave y profunda de Taehyung.

Precisamente porque sólo es una clínica. Es obvio que no es adecuado hacer demasiado ruido en una, ¿pero quién diablos necesita descansar en una pequeña clínica de mala muerte aislada del mundo —que además se supone que no debería de tener el sótano que tiene con el fin de confinar a decenas de chicas—?

Después de la aparición de ese hombre misterioso —quien al final resultó ser nada más ni nada menos que Jackson—, nos vimos obligados a volver a las celdas. Pero ahora los chicos se habían unido a nosotras. 

Si verdaderamente podía haber un lado bueno de todo esto sería que ahora ellos podrían hacerse a la idea de cómo nos sentíamos nosotras encerradas y con el hecho de que aquí había escasez de todo. De comida, horas de sueño... Porque claro, aquí tampoco es que hubiese nada mejor que hacer, a parte de idear un plan para escapar, más que dormir. El problema, obviando el claramente acolchado suelo, eran los murmullos. A veces me preguntaba si eran los de las chicas de las otras celdas o los de unas voces que se estaban apropiando de mi cabeza. Encogí mi cuerpo contra la pared y hundí mi cabeza entre mis piernas.

¡Cállense!

Una mano de tacto suave me dio una caricia desde la cima de mi cabeza hasta mis manos, las cuales se encargaban de tapar mis oídos, tratando de acallar esas voces.