Capitulo 2

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  Un frenazo hace que me despierte de mi sueño reparador con los ojos como platos, el corazón a cien y mi color de piel cinco tonos más claros. Giro la cabeza instintivamente para ver si mi madre y Jake están bien, y al ver que están igual que yo de asustados, miro por el parabrisas hacia la estrecha y vacía carretera.

  Un rebaño de ovejas está parado en medio de la carretera mientras el pastor se fuma tranquilamente un cigarro y el perro no para de saltar por encima de las ovejas, como si fuese el salto al potro.

-¿Estáis bien?- pregunta mama con la respiración entre cortada mirándonos con miedos.

-Sí...- susurramos los dos mirando hacia adelante.

  Entonces, todo el clima que inunda el coche de pánico y desconcierto cambia cuando mi madre se gira cabreada hacia el pastor y abre el coche con mucha fuerza. Sale y camina con rapidez y firmeza hacia el pastor que le mira asustado por los gritos que está dando mi madre.

  Miro a Jake, que está incorporado entre en el hueco de los dos asientos delanteros, y él me devuelve la mirada. Asentimos a la vez.

-Alerta cucharon- decimos a la vez y salimos corriendo hacia nuestra madre, la cual está a punto de coger el bastón del pastor y empezar a zurrarle con él.

  Alerta cucharon fue el término que nos inventamos Jake y yo hace unos años cuando queremos decir que alguien está en peligro si está cerca de nuestra madre. Todo empezó con un ex novio pesado de mi madre, un cucharon dando golpes en su cabeza y acabó con el tío en el hospital, mi madre en comisaría y nosotros dos en un centro comercial perdidos.

-¡Quite sus estúpidas ovejas de este estúpido camino en este estúpido momento!- amenaza mi madre acercándose al pobre pastor.

-Mama, relájate- le digo mientras le agarro por un brazo –Y luego te daré una clase para aumentar tu vocabulario en lo que se refiere a insultos.

   Me ignora y escupe en la cara al pastor, que se queda anonadado mientras Jake se está partiendo la caja en el suelo. Amelia, cabreada, se va hacia el coche murmurando cosas.

  Niego con la cabeza y me giro a ver al pobre hombre que intenta quitarse el escupitajo con un pañuelo que ha sacado de su bandolera. Me acerco a él y apoyo mi mano en su hombro.

-Perdone a mi madre, por favor- pienso en alguna excusa para disculparla pero al no ocurrírseme alguna, le digo la verdad –Es un poco bipolar y a veces se le va la pinza. Perdón.

-No pasa nada...- murmura asqueado el hombre de unos cincuenta años con el pelo castaño canoso y los ojos negros. Con esa barba y ese físico no está nada mal para su edad, pero al parecer es muy tímido. –Y ahora mismo aparto al rebaño.- dice antes de apartarse a otro lado.

-Gracias- asiento agradecida y agarro de los pelos a Jake –Y tu levántate, aborto de mandril.

-¡Auch! ¡Deja mi cabello, loca!- grita mientras se escapa de mi agarre-¡Aborto de calamar!

-No me digas eso, amor de mi vida- me burlo con una carcajada consiguiendo que me saque el dedo.

  Todo un amor con nueve años.

-Mama- la llamo ya dentro del coche y ella solo mira al frente con furia -¿Por qué has escupido a ese pobre hombre?

-Por nada- murmura mientras arranca –Cosas del pasado.

  Abro los ojos como platos. ¡¿Le conoce?!

-¡¿Le conoces?!- le grito y Jake se incorpora a nuestra conversación emocionado. Maruja.

-¿De qué le conoces?- pregunta mirando a nuestra madre asomando la cabeza -¿Qué te hizo para que le escupas?

  Está más interesado que yo. Mi madre solo niega con la cabeza, pero le distingo una pequeña sonrisita.

-Pasado pisado, ya da igual- hay un breve momento de silencio –Y Jake, ¡ponte el cinturón ya!- grita y el asiente frustrado.

  Decido no preguntar nada más, pero la observo analizándola. ¿Será verdad que mi madre tuvo un romance con un pastor? ¿Qué les pasó? Y lo más importante, ¿con un pastor? Mi madre no tuvo un gran historial amoroso después de salir con mi padre y con el de Jake, y doy fe de eso, pero solo me menciono un novio que tuvo a los veintitrés años, pero creo que ese hombre de atrás no era. Cuando me hablaba de él era como si su relación hubiese sido muy aburrida, pero no con el pastor. Ella lo miraba con asco y con rencor. Tuvo que ser algo fuerte y lo voy a averiguar.

-Jo... pe- se auto corrige Jake al ver la mirada asesina de mama por el espejo retrovisor –Me he quedado sin cobertura.

-Tampoco es el fin del mundo- digo mirándole con burla. Lo único que hace es sacarme la legua y mirar por la ventana enfurruñado.

  Parece raro que una adolescente diga eso a su hermano pequeño porque, normalmente, suele ser al revés. El hermano pequeño es el que suele querer llegar pronto para poder jugar y hacer amigos mientras que la adolescente llena de hormonas tiene que estar quejándose por no querer dejar su ciudad, sus amigos... su vida y su única vía de comunicación y distracción durante tres meses.

  Pero al igual que ahora, en mi ciudad natal es igual. Jake es el que tiene muchos amigos, fuera y en su mundo virtual, una novia, mientras que yo nunca he tenido novio y ni he besado a nadie, él tenía un plan para las vacaciones. Él lo tiene todo allí mientras que yo lo tengo todo aquí. Crested Butte es mi vida. Allí tengo una mejor amiga, algo es algo, tengo el rancho de mis abuelos, a mis abuelos, los caballos de allí, las montañas, las tiendas, el clima, las personas... y a él. A Milo Walter, mi amor platónico desde los ocho años y, como el de todas seguramente, mi imposible. Pero bueno, por acosar que no quede.

  Las risas de Jake me despiertan de mi trance con corazones flotantes y osos amorosos. -¡Kora está pensando en el perro!- y sigue riéndose.

  Mi madre se une a él y la miro ofendida. ¿En serio? ¿Se burla de su propia hija? ¡Pero que feo!

-¡No estoy pensando en Milo!- grito avergonzada refiriéndome al apodo que le ha puesto Jake, porque según él: "Tiene nombre de perro".

  Y él la tiene de imbécil y no se lo puedo decir sin llevarme una colleja de mi madre.

-¡Sí!- grita riéndose -¡Estabas roja intentando pintar corazones en la ventana!

  Mi madre se empieza a reír más y yo me encojo en mi asiento muerta de vergüenza. ¿En serio estaba haciendo eso? Les miro enfadada a través de la mata de pelo castaño rizado con las puntas teñidas de algo parecido al rubio. Creo que es cobrizo, pero a saber. Les maldigo mentalmente y me acuerdo.

-Jake- me mira aun riéndose –Sabes que soy muy buena guardando secretos...- para y traga saliva, provocándome una sonrisa de venganza -...y también sabes que aún no le he dicho a tu novia que mojabas la cama hasta hace un año.

  Me mira con miedo y baja la cabeza sentándose correctamente en su asiento.- Lo siento.

-Así me gusta...- susurro con una sonrisa y miro a mi madre y traga saliva mirándome de reojo. ¡Ja! ¡Ahora no decís nada, ¿no?!

-Tampoco querrás que cuente quien fue el asesino del gato de la vieja del demonio Rosemary, ¿verdad?- ella niega rápidamente con la cabeza y asiento satisfecha.

  Qué bueno es saber los secretos de tu familia. El chantaje es una unión familiar excelente.

  Quince minutos más tardes de quejidos de Jake porque su consola no va y regañinas de mama por los insultos al aire de mi hermano, consigo distinguir el cartel que puede cambiar mi verano. El cartel de "Welcome to Crested Butte". Sonrío instintivamente.

-Llegamos a casa- murmura mama mirando todas las calles.

  Ella lleva sin venir años aquí. Creo que por vergüenza de que la critiquen por el rumbo que tomó su vida, pero al final le ha echado un par de ovarios y este año ha decidido venir con nosotros en vez de enviarnos en tren durante horas.

-Al fin...- susurro anonadada por todo.

-Que mierda de...-

-¡Jake!- gritamos mi madre y yo mirándole enfadadas.

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