Capitulo 8

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  Un minuto.

  Paseo de un lado a otro descalza por el silencioso pasillo y cuento los sesenta segundos que quedan para que mi venganza empiece. Cuando quedan justo cinco segundos agarro el pomo de la puerta y hago la cuenta atrás.

-Cuatro, tres, dos... uno... ¡Ya!- susurro emocionada y abro la puerta de golpe de la habitación totalmente a oscuras y con gran olor a alcohol.

-¡Buenos días, culebrilla!- grito lo más alto que puedo mientras abro de par en par las cortinas -¡Arriba!

  Me apoyo en la pared con una gran sonrisa cuando veo la figura de Snake en la cama gruñendo y tapándose la cara con la almohada. Por suerte, o por desgracia para él, ha dormido con la misma ropa de ayer.

-¡Kora! ¡¿Se puede saber que cojones haces?!- gruñe con la cara tapada provocando una risa en mí.

-¡Son las seis de la mañana culebrilla! ¡Hay que despertarse!- grito agarrando la almohada que le tapa y le empiezo a golpear.

  Bendita resaca.

-¡¿Las seis de la mañana?! ¡Kora, para!- gruñe intentado taparse la cara -¡Déjame dormir! ¡Lárgate!

-No, no- hablo con una gran sonrisa mientras sigo pegándole –Hoy hay que madrugar y si no hubieras salido ayer...

  Me agarra de la muñeca y, en un visto y no visto, me encuentro debajo de su cuerpo atrapada y con la respiración entrecortada por su cercanía. Sus ojos chocan con los míos al igual que nuestras respiraciones. Pego los antebrazos en su pecho intentando apartarle pero no se separa.

-Déjame salir- le ordeno en un susurro.

-¿Y si no quiero?- pregunta irónico con una sonrisa socarrona -¿Por qué me molestas a estas horas?

  Sonrió ingenuamente –Venganza. Pura y única venganza.

-¿Por qué? ¿Por lo de ayer?- pregunta divertido levantando una ceja.

-Sí- respondo enfadada –Por tu culpa me tuve que tragar un sermón de una hora. Te lo merecías.

-¿La niña buena se ha enfadado?- se burla –Pobrecita... Pero ahora vas a tener que pagar por molestarme a estas horas.

-¡Oh, perdóneme señor del mundo! ¡Dueño del universo!- respondo con burla exagerando.

-Me gusta eso de "señor del mundo"- responde con una sonrisa cínica.

-Ni te lo creas tanto- ruedo los ojos –Ahora, largo. Déjame salir.

-Solo si me haces una cosa- trago saliva y le miro con algo de miedo, empieza a hablar lentamente –Quiero que me hagas... el desayuno. Uno completito.

-Sí, claro- respondo y me deja salir –Eso no te lo crees ni tú.

  Me sacudo la ropa mirándole cabreada y empiezo a caminar hacia la puerta. Llevaba despierta desde las cinco de la mañana cuando le oí llegar a casa borracho y entonces se me ocurrió este plan, pero ya cumplido, pienso volver a la cama.

-¿A dónde vas?- pregunta asomado en el umbral de la puerta cuando voy a abrir la puerta de mi cuarto –La cocina no está por ahí.

-No me digas- respondo sarcásticamente –Me vuelvo a la cama. Mi venganza ya está hecha así que te jodes.

-¿Y mi desayuno?- responde apoyándose en la puerta de su cuarto.

-En la cocina- le respondo encogiéndome de hombros –Buenos días.

  Y justo cuando voy a tumbarme en la cama siento como alguien me coge, me cuelga en un hombro como un saco de patatas y empieza a caminar hacia las escaleras.

-¡Snake, bájame!- grito pegando en su dura espalda -¡Que me sueltes, pedazo imbécil!

-Me has dicho que me harías el desayuno si te dejaba salir, y tú no has cumplido- respondo tranquilamente –Solo te guío hacia tu camino.

-Muchas gracias GPS pero, ¡yo no te voy a hacer ningún desayuno! ¡Suéltame!- sigo gritando y el solo ríe -¡El patriarcado ha acabado! ¡No tienes que ordenar a una mujer hacerte la comida!

  De repente siento mi tripa libre y puedo respirar mejor mientras me suelta de golpe en el suelo. Tengo que agarrarme a la encimera para estabilizarme. Le miró fijamente muy cabreada mientras él se toma una pastilla tranquilamente.

-No es machismo ni ordenar, es un trato, y tú no lo estas cumpliendo- se sienta en un taburete y me señala los fogones con una sonrisa falsa e inocente –Me gustas los huevos revueltos, por favor.

-Ojala te entre la gonorrea- susurro sin que él me escuche.

  Bufo cansada y me pongo a cocinar. Mientras los huevos se hacen veo como busca algo en la nevera y entonces tengo mi oportunidad de escupir en su comida. Lo sirvo rápidamente en un plato y se lo doy. El asiente complacido y empieza a comer.

-Eso- murmuro con una mirada maléfica –Comete mis babas, capullo.

-¿Has dicho algo?- pregunta mirándome y yo niego con una sonrisa.

  Me sirvo un vaso de leche y bostezo mientras me siento enfrente de Snake. El deja el tenedor en el plato sin habérselo terminado y me mira.

-¿Tienes sueño?-

  Le miro con obviedad –No, estaba cantando ópera en silencio. No te jode.

  Ríe falsamente mientras se levanta y deja una nota arrugada en la mesa que saca de su bolsillo del pantalón. Camina hacia la puerta y antes de salir, se para y me mira por encima del hombro.

-Tus abuelos y tu madre salieron muy temprano para ir a la ciudad a comprar un router para tu hermano y nos han dejado una nota diciendo que tenemos que ir a comprar. Estate lista en media hora- saca una sonrisa de lado –Y no vuelvas a escupir en mi desayuno.

  Y se va. Rio silenciosamente y niego con la cabeza. Eso no te lo puedo prometer, querido Snake.

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Se que es corto pero es que estaba en otro proyecto y tampoco se me ocurría nada, pero ya tengo otro capitulo preparado para cuando me de el venzo de escribirlo. JAJAJAJAJ

No, lo colgare el lunes porque no puedo antes. Pd: me encanta esa canción!

Xao!

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