El dentista al que mi madre venía cuando era pequeña mete sus dedos con los guantes de latex en mi boca y empieza a tocar dientes y a revisar mi cavidad bucal mientras una luz me intenta dejar ciega. Miro al techo blanco donde la luz no me daña y espero a que esto pase. No es que no me gusten los dentistas o los odie, pero me aburren.
-Tienes la boca muy bien- murmura mientras sigue examinando -Y cuéntame, ¿qué tal tu verano?
Le miro y espera a que le responda, así que lo hago.
-Pfahs heuhf sdfj ks fia- termino y se que no me habrá entendido.
-¡Anda, que divertido! Seguro que te haces amigo de ese Snake- me incorporo un poco y le miro asustada. ¿Como narices me a entendido? -Son muchos años de profesión, querida.- me aclara al darse cuenta de mi acto.
Dios mío, los dentistas tendrán un máster en el vocabulario: Sus dedos examinando mi boca y yo intentando mantener una conversación con él.
Saca sus dedos de mi boca y se quita los guantes mientras escribe algo en su carpeta. Cojo el pequeño babero de papel que esta alrededor de mi cuello y me quito el poco de baba que se me ha caído. Me siento en la especie de camilla y el se acerca a mí y me entrega una pequeña caja blanca.
-Tendrás que usar durante un tiempo hilo dental todas las noches- asiento y salgo por la puerta mientras el llama a mi hermano, el cual se agarra a todos los asientos para no entrar, según el, a la sala de la matanza de Texas. Ni idea de porque lo llama así. Finalmente le consiguen meter y mama se acerca un momento a mí antes de ir a sujetar a Jake.
-Tienes una hora libre- asiento -Los abuelos se han ido al bingo y Snake no está en casa, así que tendrás que esperar a que terminen con Jake para poder irnos a casa.
Y entra corriendo dentro de la sala. Salgo del local y me acerco a Brooke, que esta esperándome sentada en el suelo al lado de la puerta del local de enfrente, una cafetería. Se levanta y se acerca furiosa.
-¿Tan mala pinta tengo?- pregunta desesperada señalándose.
Me encojo de hombros- Y yo que sé. Te veo igual que otros días.
-Vale, pues al parecer los habitantes de este asqueroso pueblo no y por eso, durante los quince minutos que llevo esperando, me han estado dando limosna- explica furiosa y ni siquiera reprimo una carcajada.
-Oye, pues te has ganado algo de dinero por toda la cara- agrego enseñándole una parte no tan mala.
-Ya...- murmura y comenzamos a andar hacia ningún sitio en concreto. -¿Al final que has decidido?
Han pasado dos días desde el accidente que tuve con Snake y me ha ignorado completamente tal y como dijo. Hemos estado trabajando todas las mañanas pero cada uno por su lado. Me muerdo el labio y miro a Brooke, que lo sabe todo.
-Le voy a dejar en paz- digo y ella asiente conforme -Pero me siento un poco mal por lo que paso.
-¿Por qué? ¿Que paso?- pregunta algo confundida.
-Que le arruinamos su venta y le dieron una paliza por nuestra culpa- eleva las cejas y sonríe picaramente.
-No me digas que te esta empezando a agradar Snake- dice muy, extrañamente, alegre.
-No- le arruino las emociones -Sigo deseando que se caiga desde un quinto piso, pero me siento mal porque hemos retrasado su plan de huida. Ahora lo tendré más tiempo en casa.
Mete las manos en sus bolsillos y nos paramos, apoyándonos en una pared que da justo enfrente de un parque. Aun queda una hora para que empiece a anochecer y por eso aun hay muchos niños jugando.
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SNAKE
Teen Fiction-¿Y tú quién eres?- pregunto mirándole de nuevo a la cara. Este sonríe burlonamente mostrándome sus dientes perfectos -Un demonio, enana. Elevo una ceja y decido ser algo espontanea, algo inusual en mí. Algo que sienta genial. -Pues estás muy bueno...