Mi lectora favorita

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Era increíble cómo había llegado a conocerla tan bien.

La casualidad nos llevó a estar en el mismo lugar el día que ella compraba mi libro favorito; y no, no lo compraba para mi.

Yo bebía un café cargado, capricho heredado en casa, y que en la cafetería de la librería me daban el gusto de surtir sin muchos peros. De pronto una chica vestida de azul atrajo mi mirada.

Ojeaba con interés mi libro favorito y ví como seguía la trama de sus primeros capítulos
recreando en su mente los escenarios y diálogos con pasión.

Mientras leía, sus labios se movían articulando cada palabra, se leía a sí misma con gran interés y ella los mordía en el punto donde la trama la ponía nerviosa.

No podía hacer menos que mirarla fijamente. Mi café cargadísimo se enfrió mientras ella recorría las palabras de ese... mi libro y lo hacía suyo... tan suyo como no sé a partir de qué momento, deseaba también serlo yo.

La CafebreríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora