Escribes palabras en un hilo continuo sobre el teclado tejiendo todas las cosas que sientes y que llevas todo el día tratando de devanar. Lo lees cuidadosamente y borras una a una, no encuentras el significado que quieres decir. Todo lo remite a él. Nada que hacer.
Los fantasmas que habitan tu mente toman su forma, aunque ninguno emane el calor de sus brazos, la luz de su mirada, el sabor de sus besos. Sacudes la cabeza para reacomodar cada idea. Una lágrima cae sobre el teclado. Nuevamente la niña temerosa que en ti vive tomó el control.
Ella, que se sonrojaba al mirarle. La que anhelaba tocar su mano al caminar, la que llora y no sabe controlar su llanto, al pensarlo, al extrañarlo, al despedirlo. La que hace esa mueca que él tan bien conoce y que hasta intuye al detectar un cambio en la modulación de tu voz incluso sin verte. La que desearía poder hacer un berrinche y, tal vez, así lograr que él quisiera estar a tu lado.
Discutes con ella. Si tan solo pudiera estar tranquila unos minutos...
Logras que se apacigüe un poco. Su llanto dio pasos a sollozos en volumen bajo. Moquea un poco. Pero te dejará escribir. Tú, la mujer adulta, has tomado control sobre tu versión infantil que vive en dentro de tu cabeza y aunque la entiendes y quisieras saber qué decirle, la reprendes en voz baja. Por qué es ella la que te delata ante todas las miradas que te rodean???
Dejas a un lado la paranoia. No hay nadie alrededor que haya notado la discusión interna que se dio en tu mente. Respiras hondo... vuelves a la computadora y escribes. La fecha de entrega se acerca y aun no logras avanzar lo necesario para entregar a tu editora.
Solo quieres escribirle... o escribir sobre él. Tus historias quedan en segundo plano. Te preguntas una y otra vez si él sabrá cómo te sientes y te mata el no saber si le importará, o si sólo eres un pasatiempo más.
Intentas convencerte de que, si no todo... muchas de las cosas son como quisieras escuchar que fueran. Digo... por algo te conoce tan bien, no?
Comienzas tu carta:
Te escribo mientras la luna brilla y las estrellas se encuentran acompañándola. Mi mano derecha intenta detener mi corazón que quiere salir a buscarte, mi mano izquierda tocar el tuyo en una especie de sinapsis... Si puedes sentirme, no estamos tan lejos.
Siento tus palabras, que nos tienen a un suspiro de distancia, a un poema de tus labios, a una nota de tus brazos. Cómo podría pensar que estás lejos si solo necesito buscarte en mi corazón para encontrarte.
Soñaba con encontrar un lugar en el que encontrara ese amor lleno de magia mezclado con ese toque de realidad. Y de golpe me di cuenta que ahí estaba, en un lugar mágico con olor a almizcle: cada abrazo tuyo era la mejor muestra de amor que podía recibir. TQ
Envías el mensaje.
Ahora eres tú quien comienza a temblar. Tu niña se levanta del rincón en el que la dejaste a la vez que lloras nuevamente. Con grandes ojos abiertos se acerca a ti y roza tu pierna. Despegas la mirada de la pantalla e intentas separar las yemas de tus dedos lejos del teclado. Suspiras, miras un instante al techo y sabiendo que no podrás evitarla, con resignación volteas a verla.
Sus miradas se encuentran. Ella extiende sus brazos y te los ofrece, temblando recibes ese abrazo cálido y te reconcilias con ella.
Ninguna sabe cuál es la razón de quererlo de esa forma. Y ambas confían en lo que su corazón late.
Abrazar a esa pequeña niña te quita peso... te da paz. Te hace saber que aún si nada saliera bien... todo estará bien, ya que no estás sola. Ella te acompaña. Y siempre lo hará.
ESTÁS LEYENDO
La Cafebrería
قصص عامةHace muchos años, Lorena Rodríguez la definió como el hermoso hijo legítimo de una cafetería y una librería. En la película Tienes un e-mail, Joe Fox (Tom Hanks) habla de su librería Fox and son's Books como un lugar donde a sus clientes los seducir...