Te conocí no como tú eras, sino como yo te soñaba, como yo te sentía y como yo te anhelaba, hermosa, serena, resplandeciente... perfecta.
* * * * *
Me pregunto qué tan frecuente es que la gente tenga sueños recurrentes y, adicional, tan vívidos.
Con cierta regularidad despierto en mi cama, sudando, acalorado, recordando su piel y la sensación de tenerla entre mis brazos.
Besar sus labios, abrazar su alma, sentir sus alas entre mis brazos como si fueran a romperse ya que, al igual que ella, poseen esa dualidad de fragilidad y fortaleza.
Mi piel reacciona con el mero recuerdo de sentirme en su piel y cubierto de su calor, envuelto en esa mágica atmósfera que creamos con solo mirarnos.
Ella resplandece y me llama con su mano para que me acerque. En medio de la calle me detengo y volteo a los lados, ¿a quién llama ese dulce ser? Ninguna de las personas que están alrededor de mí parece haber reparado en su presencia. Nadie de ellas se inmuta. Pareciera que incluso la lluvia deja de caer cuando ella llega hasta donde me encuentro. La miro con los ojos completamente abiertos y apenas puedo articular palabra alguna.
Me pregunto quién es y por qué parece ser que el elegido por ella soy yo. Aun en plena lluvia el sol hace su aparición como un recién invitado al convite. Sus rayos atraviesan las nubes dándoles un tono azul rosáceo que hace el mismo efecto a través de sus enormes alas haciendo que su cuerpo parezca aún más hermoso.
Embriagado de su belleza, solo atino a tocar su mano y una fuerza me invade, es electrizante, es mágica... es amor.
Me sujeta entre sus brazos y me eleva por el aire, no temo, su mirada me atrapa y me lleva hasta donde yo supongo que debe habitar. Parece ser el interior de una montaña, bastamente iluminada con lámparas de queroseno, el ambiente es cálido y hay muchos libros.
Recorro con la mirada el lugar y dejo caer mi mochila y la sombrilla que intentaba cubrirme de la lluvia. Voy girando sobre mi propio eje para tratar de grabar el lugar en mi memoria y casi al completar la vuelta me topo con su mirada, que me observa con diversión y curiosidad. Quiero preguntar algo, cientos de cosas pero no sé ni por dónde empezar.
Comienzo a decirle mi nombre y ella lo completa. Me conoce. Me dice que lleva observándome por algún tiempo y que se topó conmigo por accidente. Pero que vió en mí algo diferente que no había visto en otros humanos con los que se había encontrado. Le pregunto si ella es mi ángel de la guarda... se sonroja y sonríe. La más melodiosa sonrisa que he escuchado en toda mi vida. Me rasco la cabeza y descubro que no sé si quiero saber qué desea de mí.
Me muestra sus libros y dice que hay algo en ellos que debo aprender. Busco sin saber en cual de todos ellos está lo que ella quiere y hago de su biblioteca un revoltijo.
No puedo entender nada. Mi cabeza solo piensa en ella y en lo hermosa que se ve, en sus labios rosados que mi boca solo piensa en besar. En mis brazos que desean rodearla y sentir su calor. En mis manos que solo quieren rozar su piel. En mí mismo entregando lo único valioso en mí: mi corazón, a una belleza que literalmente se encuentra muy por encima de este mundo terrenal.
Pasan los días. Comienza a buscarme por las noches en mi recámara y siempre me lleva a su biblioteca.
Esta noche debo hacerlo.
Ya no podré resistir otra noche más a su lado sin decirle lo que siento. Y no sé si ésta podría ser la última vez que me busque.
Ella se sienta a mi lado mientras repaso las líneas de su libro. Alzo la vista y encuentro su mirada en la mía. Me acerco a ella. Con mucho cuidado busco alcanzar su rostro con mi mano para sentir su suave tez. Toco su mejilla con mi dedo.
Miro sus ojos buscando su aprobación, ella rodea mi rostro con sus manos. Son cálidas, delgadas; sus dedos alargados me acercaron a sus labios y simplemente me dejé llevar. Deseaba poder abarcar a ese ser celestial con mi diminuto cuerpo mortal. Decirle que la amaba, aunque jamás antes lo había experimentado en realidad. Deseaba tener la capacidad de hacerla sentir amada, cuidada... protegida.
Pero, ¿cómo puede un ser tan simple como yo amar a un ángel?, ¿qué hay en mí, siquiera, que me permita tan solo pensarlo? Intenté no pensar.
Solté el lazo que anudaba en su espalda el ropaje que traía puesto. Cayó al piso y la luz que ella emitió me deslumbró por completo. Me acerqué a besarla y fui despojándome una a una de las prendas que separaban mi piel de la suya. Deseaba fundirme con ella. Sin importar si al hacerlo mi existencia terminara igual que los mosquitos cuando se acercan a la luz.
La amé. Me dejó amarla de la manera más dulce que jamás hubiera imaginado. Me recibió en su cuerpo cálido, con un abrazo ardiente que logró fundirnos como un solo ser. Si hay alguna forma de tocar el cielo, para mí, fue definitivamente esa. Con cada movimiento deseaba menos que ese momento terminara, no quería separarme jamás de ella. Quería mirar directamente esos bellos ojos por toda la eternidad.
Quería besarla, saborearla, mimarla, tocarla... amarla todos los días.
Cada que la sueño la encuentro sentada al lado de mi cama tendiendo su mano para que llegue a ella. Y termina conmigo amándola hasta que falta poco para que el alba comience.
Desafortunadamente, al despertar descubro que fue un sueño.. vívido. Pero un sueño al fin de cuentas. Sólo eso puede ser. Siempre me decía lo mismo para convencerme.
Esta vez fue diferente.
Había sobre mi almohada una bella y resplandeciente pluma blanca. Creo que después de todo, no ha sido solo un sueño.
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La Cafebrería
Fiction généraleHace muchos años, Lorena Rodríguez la definió como el hermoso hijo legítimo de una cafetería y una librería. En la película Tienes un e-mail, Joe Fox (Tom Hanks) habla de su librería Fox and son's Books como un lugar donde a sus clientes los seducir...