MI CAFÉ FAVORITO

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¿Qué va mejor con una taza de café? Otra taza de café.
-Henry Rollins.

Recién salíamos de unos días complicados en los que su ansiedad nos había mantenido un poco aislados de estos momentos placenteros de lecturas y compras.
Entramos en la librería que le gusta. Decidí pedir un café americano mientras leía los resultados deportivos de los torneos de ayer aprovechando que ella se dirigía a la sección de Recién llegados.

Buscaba el libro que completa su saga favorita... y usualmente se pierde entre todos los demás títulos que encuentra a su paso.

Cuando llegó abrazando el libro que quería ya habían servido el capuchino que le gusta y tras darle un trago simplemente soltó la idea que acababa de brotarle en su mente:

- Eres mi café favorito.
- ¿soy qué? – respondí desconcertado. Leía mi periódico y por un momento no la escuché.
- Mi café favorito – repitió ella pacientemente, sabe que soy bastante torpe y más cuando el fútbol llena mi cabeza.
- Ok... gracias – no supe qué debía responder – y eso ¿por qué? – me animé a preguntar.

En ese momento ella bajó su taza y la puso sobre la mesa, me dirigió una pequeña sonrisa ruborizada y clavó la vista en su capuchino. Acerqué suavemente mi mano a su barbilla, ya había puesto a un lado el periódico. Definitivamente al lado de ella, el fútbol había perdido importancia. Le pedí que levantara la vista tratando de animarla a continuar con su declaración.

- Anda, dime. Te escucho.
- Pues... - Caro respiró hondo y profundo y pareciera que eso le ayudó a soltarlo sin detenerse, temerosa de que si se detenía no sería capaz de continuar hablando. – Digamos que tú eres tan beneficioso para mi salud como esta taza de café.
Me mantienes despierta... y te quedas a mi lado cuando no puedo dormir... cuando Ella no me deja dormir (siempre llama a su enfermedad como si fuera una persona, tal vez por lo tangible que se ha vuelto para ella), mejoras mi estado de ánimo y me ayudas a sobreponerme de Ella, a combatirla (susurró estas dos últimas palabras como si, en efecto, Ella pudiera escuchar nuestra conversación), tus abrazos siempre están a la temperatura perfecta, como esta deliciosa taza de café. Y lo logras al igual que mi café, y tú tampoco tienes cafeína... lo noté, aunque no lo creas. Sé que intentas cuidarme y lo pediste descafeinado. – y me mira con eso que ella llama beso de gato, una sonrisita y ojos apretados – Gracias por ser mi café, me haces feliz.

En ese momento fui tan feliz como ella, su Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) nos había alejado del trabajo. Especialmente a ella. Como diseñador tuve suerte de poderme adaptar a sus necesidades y trabajaba contrarreloj durante sus horas de sueño tratando de mantenerme despierto en sus horas de vigilia durante sus noches de insomnio, mientras ella, amorosamente me cuidaba entendiendo mi cansancio. Su familia tenía una compañía no tan pequeña donde ella trabajaba, hasta que surgieron problemas serios con un proveedor que intentó inculparlos en un fraude a gran escala lo que hizo que su mente que constantemente se encontraba ajetreada al final colapsara.
Su familia entiende que ya no puede tener el puesto que desempeñaba al frente de la compañía, la sucedió su hermana menor, una chica recién graduada bajo la supervisión de su padre. Aún así le dicen que esperan que vuelva pronto, aunque en confidencia me preguntan qué dice el especialista y si él cree que pueda ser posible.
Para entretenerse le han dejado otras cosas más ligeras que le hacen llegar a casa. Sólo para intentar que su mente se ocupe, pero no se preocupe. Cosas que, casi siempre, alguien en la oficina ya está realizando con un tiempo de entrega que normalmente cumple el clásico "esto es para ayer".
Cuando su TAG se lo permite, sin migrañas, sin pánico, sin dolores en el cuerpo, sin insomnio y ella toma la carpeta y revisa la información del diseño de algún producto, algún lanzamiento... y lo arma tan maravillosamente. A pesar de Ella, su TAG, su mente se esforzaba. Caro luchaba a pesar de todo.
Aun cuando todos esos pensamientos recorrieron mi mente en segundos logré decirle que entonces ella era como una deliciosa galleta, de esas que ella amaba comer.
Teníamos una vida por delante, donde debía aprender a tener una nueva rutina para acompañarla a su terapia, a comprar los diarios donde ella debía escribir (que curiosamente le gustaba comprar con sus muñecas favoritas) incluso creo que le tendré que encontrar el amor al yoga si eso le sirve a ella.
Y con todo eso veo que así me encontrara toda una variedad diferente para elegir... ella también sería mi café favorito.

NOTA:
Si te suena familiar alguno de los síntomas que presenta Caro o crees haya algo que afecta bastante tu vida día a día, es el momento de dedicarle tiempo y energía para revisarlos, pedir ayuda y acercarte a un especialista en terapia psicológica que te brinde paz contigo mismo y lograr ser un poco más feliz.

En México contamos con el Sistema Nacional de Apoyo, Consejo Psicológico e Intervención en Crisis por Teléfono (SAPTEL, 5552598121)

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