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El joven se encontraba preparando la cena en la amplia cocina.
El frío parecía ser más constante, tenían que mantenerse abrigados o avivar el fuego de las chimeneas constantemente.

Ben tomó la cena puesta en una bandeja, mientras se aproximaba a la sala comenzó a distinguir la figura de Rey dormida sobre la alfombra, cerca de la chimenea, cubierta con mantas, algunas almohadas y cojines.

Él depositó la bandeja sobre el suelo, posándose a lado de ella, observandola descansar.
Le percibió agotada y extrañamente sastifecha, en calma y completa.
Ben también se sentía de esa forma, con la pequeña diferencia que se sentia ansioso siempre que se trataba de ella; había un pequeño grado de miedo que comenzaba a crecer. Él sabía que tenían que continuar el viaje, y con ello vendrían cambios que no serian del todo buenos. Lo que deseaba era seguir teniendo a Rey a su lado, pero presentía que seria difícil lograrlo sin ningún problema.
Tampoco deseaba llevarla consigo a las fauces del peligro. Pero reconocía que en esas situaciones la necesitaria más a ella que cualquier otra cosa.

Le acomodó un mechón de cabello que se posaba en su rostro, después acarició su rostro con finura, sintiéndola respirar en calma.

-Rey- le nombró suavemente-. Despierta.

Después de algunos segundos la morena reaccionó, estirando su cuerpo.
Abrió los ojos viendo el rostro del joven. Le sonrió y beso su mano que aún se encontraba sobre su mejilla.

Ella se alzó un poco, cubriendo su desnudo cuerpo con las mantas y se tomó lugar entre el regazo de él.
Ben le envolvió en un abrazo y beso su nuca y hombros; con una suavidad severa. Disfrutando de la piel de la morena y el calor de ella.

-Ten- el hombre dijo mientras alcanzaba la cena y se la ponía frente a Rey-. Tienes que comer algo.

La joven accedió gustosa, mientras también le ofrecía bocados a él.
Y luego la preocupación le invadió a Ben.

-¿Qué sucede?
La joven le cuestionó algo preocupada.

El azabache le miró un momento, preguntándose que hacer con todo eso.

-Seria mejor que reanudar el viaje a partir de mañana.- la joven  se giro y le observó sin decir nada, ambos estaban perdidos, incluso desconfiados en lo siguiente por hacer, ambos tenían miedo.- No sabes cuanto me gustaría congelar el tiempo y quedarnos así... hasta que la ultima estrella de la galaxia pereciera.

Dijo esto hundiendo su rostro entre el espacio que quedaba del cuello y hombro de la joven. Se sentía expuesto, aún en peligro de ser lastimado.
Rey percibió su miedo, su preocupación, y el temor a que ella lo lastimara.
Rodeó su nuca, abrazandolo, apegandolo más a ella, intentando crear un refugio para el con su pequeño cuerpo. Acarició su cabello, largo y suave, mientras depositaba besos en su cabeza. Ella también deseaba quedarse así.

-No importa- mencionó Rey por lo bajo.- concluyamos lo que hace falta, estaré contigo.

Ben respiró la esencia de ella, atesorandola. Sintió como la joven jalaba hacia atrás su cabello suavemente.
Haciendo que sus rostros se encontraran, depositó sus labios sobre los de él. Tratando de borrar todo temor con ese acto.

Tan pronto como salió el sol, despertaron, animados y motivados, llenos y sobrantes de energía para continuar con la travesía que  habian suspendido.
Se prepararon, llevando raices, fruta y agua con ellos, lo suficiente para un viaje de dos días. Esto, señalado por Ben, que sería el tiempo en llegar a la capital, si se apresuraban.
Rey guardó el vestido y el dispositivo del caballero Baako Ren, ocultandolo de cierta forma de Ben.

El primer día del viaje fue pesado, pues para acortar y cumplir con el tiempo subieron colinas, tantas como el día les permitiera.
Agradecieron de buena manera que la lluvia no volviera aparecer, pues complicaria el viaje. Tampoco emergió una conversación larga, no parecían necesitarlo, y los silencios eran cómodos para ambos.

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