XXXIII

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Rey juraba que en Jakku el sol no tenía piedad alguna, pues la arena parecía reflejar el mismo calor. Por ende los rayos del sol te golpeaban por todas partes.
Pero este planeta, te quemaba, cada poro de tu piel agresivamente. Parecía que en cualquier momento su piel comenzaria la combustión, y si no era eso, si lo sería su ropa y con ella,Rey.

Las piedras de aquel planeta parecían estar al rojo vivo, creía que sus zapatos  resisterian poco.
Y en minima clemencia, aire caliente se alzaba, empujando brisa ardiente que golpeaba el resto de la joven, sus ojos lagrimeaban en el ardor de tan altas temperaturas.

Lo único que necesitaba hacer era encontrar a Ben. Y solucionar las cosas, las cuales, dudaba que se arreglará en poco tiempo.

Subió una pequeña colina, al llegar a la sima, apreció un río de lava.
Rey soltó un quejido ante tanto calor, realmente odiaba ese lugar.
Sin mencionar la extraña sensación de aquel sitio.
Camino sobre aquella pequeña colina, siguiendo la presencencia de Ben.
Bajó de aquella colina, para llegar a lo mas parecido a un sendero en aquel lugar.
Amargamente, estaba de extremo a extremo rodeado de lava, pareciendo más un puente de tierra; que aun no era cubierto por el magma.
En la otra punta, de donde la morena se encontraba, logro vislumbrar la alta figura de Ben.
Su mirada oscurecida y su rostro estoico lastimaron a Rey mas que cualquier otra cosa.
A ella se le acumulaban continuamente las lagrimas, tanto por el ardor de la temperatura de aquel planeta y el arrepentimiento.

Trató de comenzar a persuardirlo, entablar un primer contacto, usando en lazo que ambos,compartían.
Pero, Ben lo estaba sellando. No parecía recibir nada o querer externar algo de su sentir.

Ninguno de los dos había dicho nada, simplemente se observaban, expectantes para ver quien daba el primer paso o lanzaba la primera piedra.
Las rocas fundiendose hacían un sonido hueco, como si golpearan unas con otras pero a la par se fundian. La lava burbujeaba llenando todo aquel páramo hirviente de una melodía desperante y atroz.

Rey dio una bocanada de aire para obtener valor, lo cual se arrepintió, sintió sus pulmones arder y quemarse con el resto de su garganta.
No desvió ni un momento la mirada de él. Cuando iba a dar un paso enfrente, para tomar cercanía; Ben descolgó de su cinturón su sable.

Rey retrocedió ese paso que no termino de dar y el coraje que había adquirido pareció sucumbir en una metamorfosis y se volvió un pavor incontrolable. Haciéndola temblar y lo poco que quedaba de su esperanza comenzara a desvanecerse como las piedras en el magma.

Con ese ultimo acto, Rey entendió que Ben le estaba cerrando mas que el enlace de la fuerza, también su corazón y alma. Aquello que compartieron en la casa oculta y abandonada, parecía nunca haber existido, o fue un maravilloso sueño para ambos.

Rey volvió aspirar aire, quemando nuevamente su interior, haciendole falta aún mas aire. Ese planeta no tenia ni la mas minima reverencia y clemencia. Pues inclusive, llorar se volvía una torutura.

La joven cerró también su parte del enlace y bloqueo todo lo externo y todo el sentir. Y mandó a un vacío el saber de la existencia que comenzaba a crecer en su vientre. Pues ahí en el fondo, no intervendria ni para Ben ni para Rey. No intervendria, para evitar terminar el uno con el otro.

La morena también descolgó de su delgado cinturón el sable plateado.
Lo encendió, percibiendo como la energía de aquella arma temblaba al igual que Rey.
El azul llamativo del sable Skywalker, también parecia competir con lo rojo del planeta.
Ben también encendió su tan distinguible sable. El crujido llegó hasta los oídos de Rey, superando la distancia que los separaba y el burbujeo de la lava.
Y el color carmín del arma quedaba a la perfección con aquel caótico y cruel mundo.
Resaltando de la piedra negra, combinado con la lava roja.
Así como su portador resaltaba por su cabello y ropa azabache y su piel pálida.

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