Capítulo 2: Movimiento.

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Lu Han.

Pequeño y escurridizo niño que sólo buscaba diversión y atención por parte de sus ricachones padres. Las personas con las que convivía y les llamaba padres a duras penas le prestaban atención. Ojalá y tuviera un hermano con quien jugar. Pero en China no está permitido tener muchos hijos. Además de que sus padres no querían tener más hijos. Se podían dos hijos, pero hasta ahí. Luhan sólo rogaba uno, sólo uno.

Sentado en una de las elegantes sillas de la mansión Lu, esperaba a sus padres para comer. En el gran comedor de suma elegancia. Con un candelabro de vidrios que contenía velas por dentro. La casa era de colores blancos, grisáceos y, en ciertas partes, negros para una elegancia nocturna. La mesa era tan grande pero el salón lo era todavía más. Su mantel blanco con un bordado exacto y perfecto, según sus padres, encajaba para dar una buena impresión. Siempre eran importantes las buenas impresiones en el mundo de la política.

Su madre era una mujer muy hermosa con unos labios delgados y pequeños, piel blanca y tersa, ojos de cierto color avellana, cejas relajadas, cabellos largos y ligeramente ondulados, cuerpo delgado y "perfecto". Toda una joya en el mundo de la política. Una manera de comercio, en otras palabras más realistas. Cuando Jia Zhou tenía apenas dieciocho años, el famoso político Lu MingHai le propuso matrimonio. Un hombre un poco más alto para ser asiático, ojos rasgados de color cafés oscuros, pómulos muy marcados, cuerpo varonil y un político muy tramposo. Guapo, para tener treinta años, aclarando, cuando le pidió matrimonio a Zhou.

Más que amor, fue una técnica comercial de unir a dos partidos políticos y así obtener más dinero por parte ambas compañías. La boda fue todo un éxito que la gente adoró pese a la gran diferencia de edades. A nadie le importaban las diferencias de edades. Con tal de que dieran más dinero estaba perfectamente bien.

A los cinco años de su matrimonio, anunciaron que los Lu tuvieron un bebé. Un sano bebé que presentaron a la televisión con cinco meses. Misteriosamente, pues nunca vieron a Zhou embarazada. Y cuando el pequeño empezó a crecer, el señor Lu se decepcionó porque esperaba ver a un niño varonil, impotente, masculino. Pero sus facciones eran delicadas y finas. Decidió que criaría a su hijo aún si parecía niña.

Ahora, el pequeño Han esperaba a sus padres con ansias. Les quería comentar sobre los dieces que se ha estado sacando en la escuela. Lo bien que le iba en la escuela. Porque sus padres esperaban un hijo brillante. Su padre lo había dicho alguna vez; "Si no voy a tener un hijo que se vea que es un hombre DE VERDAD, mínimo quiero un hijo listo". Aún si Luhan lloró por las duras palabras de su padre, se esforzó más para ser el más listo y sobresaliente de todos en su generación. Y lo estaba logrando. Su esfuerzo daba muchos frutos. Si tan sólo sus padres le pusieran atención.

—Joven Lu —llamó una de las nanitas que lo cuidaban. El mencionado volteó a ver con las esperanzas de que le dijeran algo como que sus padres ya venían. Estaba esperando a sus padres dejando la comida intacta sólo para comer al mismo tiempo que ellos. No podía no valer nada su espera—. Sus padres están ocupados, puede iniciar a comer.

Entristeció por la noticia. Siempre estaban ocupados, ¡siempre estaban ocupados! ¿Algún día tendrían tiempo para él? ¿Acaso todavía recordaban que tenían a un hijo con quien jugar y educar o de plano el trabajo era más importante que un hijo? Sus ojos se humedecieron a la vez que la furia subía por sus venas. ¿Cuándo tendría una comida familiar? ¡Nunca! Al parecer, sus padres eran unos malditos fanáticos del trabajo infinito.

Miró la comida sin hambre. Subió su mirada al candelabro pensando; "los niños normales de mi salón tienen padres con quien convivir, ¿por qué yo no?" Las lágrimas ya descendían por sus pálidas mejillas mientras cada vez se sentía más solo. Sin alguien con quien convivir. Sin atención.

EXO history: First Fight.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora