Negocios Miserables.- Josh Hutcherson & ____________.-Meel

Capítulo 57

-Negocios Miserables-

Capítulo 57

La vida es increíblemente injusta, es extraña y da millones de vueltas. Encontrar a mi padre fue lo mejor que me pudo pasar. Lo amo, aunque tenga defectos. Pero ahora…, ahora una maldita enfermedad se irá.

¿Por qué tenía que ser él? Justamente él. 

El sobre se resbala de mis manos y cae al suelo dejando las hojas esparcidas por todas partes. Escondo mi rostro entre las manos para que mi llanto no se escuche en todas partes. Las palmas de mis manos quedan llenas de lágrimas, miro hacia abajo y comienzo a secarlas en mi pantalón. 

Doy pasos lentos, como si tuviera mucho peso en mis piernas. Me resulta difícil caminar. Pero lo hago, tengo que hablar con Matt. 

Aunque ¿Qué podría decirle? Ni siquiera hablar puedo, tengo un nudo en la garganta. Todo es tan confuso y deprimente. ¿Por qué no quiso decirme? Tal vez habría sido menos doloroso que enterarme de esta forma.

Josh también lo sabía, por eso estuvo tan callado. Por eso Matt me envió a mi habitación. Sé que no quería lastimarme, pero tarde o temprano tendría que enterarme. Tantas maneras y ésta fue la peor. 

Levanto la mirada al llegar al lugar donde siempre encuentro a Matt. Es difícil diferenciarlo ya que se encuentra con el rostro hundido en sus brazos. Pero su espalda se mueve rápidamente, es aparente que está llorando. 

-Papá –susurro en un hilo de voz casi inaudible, es lo único que puedo lograr soltar ahora. Por suerte logra escucharme. Levanta la cabeza y lleva sus manos a los ojos rápidamente para secar sus lágrimas. Gira su cabeza hacía un lado y toma sus lentes para colocárselos. 

-______-sonríe e intenta disimular lo que acabo de ver. Frunce un poco el entrecejo- ¿Por qué lloras? 

Agito la cabeza negando. Las lágrimas son calientes, puedo sentir como recorren cada parte de mi mejilla, saliendo una por una de mis ojos.

-No tienes que seguir fingiendo –digo con voz trémula. – Sé lo que está pasando. 

-¿Quién…? 

-Josh no lo hizo –respondo antes de que termine la pregunta. – Debes tener cuidado en donde dejas las cosas. 

Vuelve a quitarse los lentes. Mientras que con una mano los sujeta, la otra la lleva a su frente y recarga su cabeza en ella. Su lacio y castaño cabello le cae en cortos mechones por los lados. Parece que piensa algo. Finalmente me mira de nuevo. 

-Perdóname por no decirte –entonces derrama las lágrimas que intentó disimular cuando llegué. No recuerdo haberlo visto llorar antes. 

-Me enteré de la peor manera, papá. -Avanzo hasta el lugar donde se encuentra y me siento a su lado.

-Lo sé. Te la iba a decir, pero… 

-Ya es tarde. Ahora lo sé. 

Lo miro a los ojos. Su rostro luce diferente sin sus lentes, si no tuviera los ojos hinchados y su rostro húmedo por lágrimas, luciría mucho más joven. Levanto mi brazo para posar mi mano en su mejilla y acariciarla. Él pone su mano sobre la mía e intenta esbozar una sonrisa. 

-Jamás tuve planeado esto. Creo que no podré estar contigo mucho tiempo. 

-¡No lo digas! –Estallo- ¡Jamás vuelvas repetir eso!

-Voy a morir. 

-Basta. –me inclino para abrazarlo. Él me rodea son sus brazos y acaricia mi espalda. Escucho sus sollozos en mi oído, me provocan más ganas de llorar. –No morirás, papá – Acaricio su cabello y recargo mi cabeza en su hombro. 

-Te amo, pequeña. 

-Yo te amo, papá. No tienes ni idea de cuánto. 

El abrazo es de un largo tiempo, pero es cálido, pareciera que es último que podremos darnos. Yo sé que no. Sé que habrá muchísimos más. Matt estará conmigo siempre. 

Nos separamos lentamente, pero él junta su frente con la mía, para luego besarla. 

Decido recargar mi cabeza en su pecho. Matt no es muy ancho, está en forma, pero se puede notar un poco su panza. Logro esbozar una sonrisa al verla. Creo que todos los padres tienen. 

Lentamente acaricia mi cabello, lo enrolla en sus dedos y lo suelta haciéndome rizos. 

-Papá, no me puedes dejar. 

-No quiero hacerlo. 

-No lo harás. Prométeme que lucharás contra esto. 

Lo abrazo fuertemente. 

-Todo se me ha venido abajo desde que abrí ese sobre –levanto la mirada para verlo. Aún sigue llorando- No sé cómo pasó. No fumaba demasiado, lo dejé y no me resultó difícil –suspira- Mi plan era verte crecer, pero… ya no es más así. 

-Por supuesto que lo es. Creceré y tú estarás orgulloso de mí. Y cuando seas un anciano, te cuidaré, jamás te abandonaré. –Escondo mi cabeza en su pecho y sollozo nuevamente- Ni tú me abandonarás.

-Si muero quiero que… -vuelvo a mirarlo y pongo mi mano en su boca. 

-Irás a las quimioterapias. Te curarás ¿verdad? 

Retiro mi mano para que pueda hablar. 

-¿Y si no funciona? 

-Funcionará. Mañana mismo iremos. Estarás bien, te lo prometo. –Seco unas cuantas lágrimas- Y tú prométeme que te cuidarás. 

-Te lo prometo. 

-¿Qué me prometes? 

-Que me cuidaré. –Sonríe- Prometo quedarme contigo muchos años más. Sólo por ti –besa mi sien- No te abandonaré, mi pequeña ______.