Negocios Miserables.- Josh Hutcherson & ____________.-Meel

Capítulo 59

-Negocios Miserables-

Capítulo 59

-¿Estás listo para esto? –me pregunta Steven con voz ronca. Su mirada se ve concentrada en mí. 

-Sí.

-Antes de todo, hermano, quiero felicitarte. Buen trabajo. 

Me recargo en una pared y lo miro a través de mis Ray-Ban negros. Logro esbozar media sonrisa. 

-Gracias. 

Varios compañeros se acercan; visten con el uniforme de la FBI y portan varias armas. Creo que ya están preparados. Me pongo derecho y los miro. 

-Estamos listos –dice uno de ellos. Su nombre es Jonathan. 

-¿Las camionetas están listas? –les pregunto. 

-Lo están. 

Bajo la mirada y rio por lo bajo. Después de un rato, vuelvo a mirarlos. 

-Bien -sonrío- Llegó la hora.

Ellos asienten y avanzan hasta la salida. Steven y yo los seguimos. 

Afuera, hay 2 camionetas negras con el símbolo de la FBI. Están llenas de policías. 

Vaya, qué drama piensan realizar ellos. 

Abren las puertas traseras para permitirme entrar junto con Steven. Nos sentamos frente a varios de mis compañeros. En la forma que me miran, seguro todos se preguntan por qué no llevo el uniforme. Es tan sólo porque no quiero llamar la atención. No haré esto como ellos lo planearon. Por eso prefiero trabajar solo. 

-Supongo que estás feliz, Josh –Steven me habla. Me quito los lentes y lo volteo a ver- Irás por fin por Walter.

-Lo estoy.

-¡Josh! –exclama el chico que va conduciendo; Carl- ¿Ese es el lugar correcto? 

-Sí, lo es. Llévanos a ese lugar y no preguntes más. 

Lo que sea que él me haya respondido, no lo escuché. Vuelvo a colocarme los lentes y me recargo en el asiento. Me siento algo nervioso, creo que me haría bien un cigarrillo en estos momentos. 

-Josh, ¿ya tienes pensado como te irás de la casa de aquel hombre? ¿Cómo se llamaba?

-Matt. Y no, no lo tengo pensado. Necesitamos hablar sobre eso, pero prefiero que sea en otro momento. 

-Ya sé porque quieres seguir con él. Es por la chica, ¿no es así? Creí que ya no la amabas. 

-Dije que habláramos de esto en otro momento –mi voz suena irritada. 

-¿Una chica, oficial? –pregunta un hombre de los que están sentados frente a mí. Joder, he olvidado su nombre. 

-Sí, es una chica –clavo mi mirada en la de él, pero no la nota debido a mis lentes- Una mujer, como tu madre. Conoces a las chicas, ¿verdad? 

-Sé lo que es una chica. 

-Bien. Me alegra. 

Después de esa corta plática nadie vuelve a intentar charlar conmigo, por fin notaron que no estoy de humor. Debería estar feliz, por fin atraparé a esa basura, pero pienso en que tendré que dejar a _______. Si tan sólo encontrara una forma de tenerla conmigo siempre, pagaría lo que fuera. 

20 o quizás 15 minutos después, la camioneta se detiene. Miro por la ventanilla y bajo un poco mis lentes para observar el lugar. Por fin llegamos. 

Antes de que todos intenten bajar los detengo. 

-Nadie se mueve. Yo entraré ahí. 

-¿Qué? –Pregunta Steven atónito- Creí que teníamos un plan. 

-Lo teníamos. Todo está lleno de sus hombres, se notará demasiado. Es mejor que valla sólo yo. 

-Él tiene razón, jefe –interrumpe un hombre llamado George. 

-Sí –sonrío- el noventa por ciento de las veces yo tengo razón –miro a Steven- No des ninguna orden. Si los necesito los llamaré. 

Me levanto e intento avanzar, pero Steven toma mi brazo. 

-Pero, Josh, corres peligro. No te puedo dejar solo. 

Arqueo una ceja y lo separo de mí. 

-Deja de preocuparte tanto por mí. ¿Desde cuándo te importa lo que me pase? 

Esta vez me deja avanzar. Abren las puertas y antes de salir, verifico que no haya nadie que pueda verme. 

-Regresaré con ese pedazo de basura. 

Les hago un saludo y salto de la camioneta. 

Es sol me da de frente, no logra calarme en los ojos gracias a la protección de mis lentes. Pongo una mano en mi bolsillo para verificar que mi arma esté ahí. 

Miro de un lado a otro, por suerte no hay hombres de Walter cerca. Será más fácil de lo que pensé. 

Recuerdo la entrada que Matt me mencionó, está por detrás, ahí nunca hay nadie.

Pareciera un lugar abandonado, no hay una sola persona en este lugar. Espero que el estúpido de Walter esté aquí. 

Saco mi pistola del bolsillo, la tomo entre mis dos manos y la pongo a un lado de mí. Reviso el lugar, aquí tampoco hay nadie. Bajo el arma y sigo avanzando. 

Al llegar a la puerta trasera, me encuentro con un hombre de tez negra, es como veinte veces más grande que yo, parece un gorila. Antes de que me note le doy un balazo directo en el corazón. Qué buen tiro. 

Ahora que no hay moros en la costa, sigo mi camino. 

Entro al almacén, mejor dicho, al escondite de Walter. Hay cientos de paquetes llenos de dinero y drogas, pero no hay nadie cuidando. Me sorprende que haya sido tan estúpido para no poner a nadie más a cuidar este lugar. Quizás creyó que con aquel gorila sería suficiente. 

Subo las escaleras de caracol, están hechas de metal y tienen pequeños agujeros. Son largas y cansadas. 

Al llegar arriba, veo varias puertas. Estará de puta madre saber dónde está Walter. Me acerco a cada una de ellas, y antes de entrar acerco mi oído para escuchar algunas voces que me resulten conocidas. Por fin lo encontré. 

Abro la puerta cuidadosamente y lo veo de espaldas. Su cabello platinado parece brillar con la luz de la lámpara blanca. Hay una mujer, sus ojos tienen el rimel corrido por tanto llorar. Me ve, pero no dice ninguna palabra. Saco mi arma nuevamente y me acerco lentamente hasta Walter, que, no deja de observar a la chica llorar. 

Lo primero que hago es tomar sus manos para que evite tomar alguna arma que se encuentre en sus bolsillos. Pongo mi pistola en su cabeza y miro a la mujer. 

-Corre –le ordeno. 

Y lo hace, sale corriendo acompañada de varios gemidos. No había notado que tan sólo se encontraba en ropa interior y que estaba llena de moretones. 

Saco rápidamente mis esposas y atrapo sus manos con éstas. 

-Oficial de la FBI –sonrío y lo giro para que me mire- Walter Peters, quedas arrestado.