Las lágrimas secas cubrían mi rostro, mi cuerpo se encontraba desnudo ante él, que atajaba a mí interior una y otra vez, cada vez con más fuerza que la anterior, odio, dolor. Esto último era lo que yo sentía, dolor.Mis manos y piernas se encontraban atadas, cada extremidad atada con unas cuerdas a cada esquina de la cama, estaba en cuatro, había jalado tantas veces de las cuerdas que ya me había raspado haciéndome sangrar de las muñecas y los tobillos, buscando aferrarme a algo jalaba aún más las cuerdas que, seguían lastimándome.
No podía ver la cara de Catriél y era lo mejor porque ya no tenía fuerzas para verle, ya no tenía la valentía para enfrentarlo. Él me había reducido a esto, él me había hecho rogar, rogar para que su tortura parara y dejara de profanar mi cuerpo.
-Por favor...- rogué de nuevo.
Pero nuevamente mis sonidos fueron acallados por el látigo de cuero que se impactó en mi trasero y en mi espalda. Catriél continuaba entrando y saliendo de mi, estaba abusando de mi y estaba segura de que mi parte íntima ya había comenzado a sangrar, me dolía y ardía, pero él no se detenía.
Sus atajadas continuaban hasta que terminó corriendose dentro de mi y aunque ya no tenía lágrimas que dar, salieron de nuevo, mi cuerpo dolía y también todo dentro de mi. Me sentía sucia, profanada, asqueada, como si hubiera robado ya todo de mi.
Catriél salió de mi y el dolor fue indescriptible, le escuché bajar de la cama y rodearla.
-¿Y bien?- preguntó mientras tomó mi cabello bruscamente haciéndome alzar el rostro a él -¿Aprendiste tu lección?-.
-Dé...jame...- las palabras ya no salían, mi rostro estaba hinchado, mi labio estaba roto, decir una simple oración era imposible - déjame por...favor-.
-¡¿Dejarte?!- y me soltó haciendo que mi cara impactara con el respaldo de la cama -¡¿Qué no entendiste nada?! Bien-.
Un golpe impactó en mi costado, otro más y otro más. En este último sentí mi costilla fracturar, grité de dolor y todo mi cuerpo se contrajo. Le escuché abrir un cajón y cerrarlo de nuevo.
¿Mi tortura no había acabado ya? ¿Qué más podría pasar? ¿Qué más me haría sentir?.Solo escuchaba, no veía nada más que lo que me permitía mi ojo apenas abierto pues el otro estaba completamente cerrado e hinchado. Las sábanas blancas bajo de mi, ahora tenían salpicaduras de sangre, saliva, sudor y lágrimas.
Y lo que ahora sentía era el filo de algún objeto rasgando mi piel. Mis alaridos llegaron al momento y nuevamente jale las cuerdas buscando aferrarme a algo.
-Ca...Catriél- lo llamé entre lágrimas -por...favor pa...para-.
Y como respuesta, solo recibí sus carcajadas que eran horribles, era escuchar como una maldición en mis oídos.
El olor de humo de cigarro llegó a mis fosas nasales, entonces hizo que pensara lo peor y confirmé lo peor cuando el cigarro tocó mi piel. Grité lo que mi garganta y voz me permitieron, jale de las cuerdas buscando aminorar el dolor pero era imposible. Las brasas de aquello amenazaron con acariciar mi piel y al hacerlo, otro grito salió de mi y al mismo tiempo otro corte en mi piel se hizo presente, por lo que nuevamente grité.
-¿Cómo no entiendes que eres mía?- dijo y de nuevo me quemó con el cigarro mientras se reía -¿Qué no ves que puedo hacer lo que quiera contigo?- río -bueno, continuemos para asegurarnos que nunca jamás olvides esto, a quien le perteneces y de lo que te pasará si piensas desafiarme otra vez-.
Me quemó una vez más, lo sentí posicionarse detrás de mi y entendí que no pararía. Sin piedad y sin importar nada más me penetró de nuevo, está vez fue peor que la anterior, sentía todo mi interior desgarrándose, el dolor me haría desmayarme pronto. Sus atajadas eran aún peores por lo débil que yo estaba, ya no tenía la fuerza para soportarlo ni el valor para afrontarlo. El látigo en su mano ahora impactába de lleno en mi espalda, podía sentir que las llagas se comenzaban abrir, dió con todas sus fuerzas contra mi. Y el cigarro seguía quemando mi espalda, trasero y mis piernas.