Cap 13†

10.2K 476 156
                                    


Ámbar seguía dormida y me preocupaba, ya había pasado más de un día y medio y ella seguía allí dentro con esos malditos sueros y agujas en su cuerpo, ya le habían retirado el vendaje de su cabeza y estaba un poco más estable pero aun así tenía miedo de que ya no despertara. Entré frustrado a la enfermería y de inmediato me encontré con Cecilia, una de las enfermeras, me miró con repugnancia -es mejor que cambie esa cara- pensé para mí mismo.

-Dijiste que despertaría pronto y lleva mas tiempo ahí de lo debido. ¿Cuándo va despertar?- estaba enojado y sé que Cecilia no tenia la culpa pero, simplemente extraño a mi pequeña.

-Dar un diagnostico ahora es muy complicado- dijo lo mas seria posible -ella tiene heridas muy graves y el dolor que debió sentir fue monstruoso, le dí los sedantes correspondientes para que cuando ella logre despertar el dolor no sea tan agudo-.

Acerqué una de las sillas hasta donde Ámbar estaba y me senté junto a ella, no podía permitir que me vieran débil o vulnerable otra vez, solo quiero que ella despierte de una vez por todas.

-¡¿Por qué no despiertas?!- grité poniéndome de pie.

-No tiene por qué gritar, cálmese, si ella est...-

-¡Cállate! ¡¿Cómo me pides que me calme sabiendo que ella está aquí acostada con esos tubos y que tal vez no pueda despertar?!-.

-Le recuerdo que el motivo por el que ella se encuentra en ese estado- me miró calmada pero seria a la vez, y concluyó la frase -es por culpa suya-.

Respiré lo más hondo posible tratando de calmarme, Cecilia tenía razón, es mi culpa pero esto no hubiera pasado si ella no hubiese escapado. Pero si ella escapó fue... por mi. 

-Señor, ¿Por qué no deja libre a la chica?, es tan joven como para entrar en este infierno, al paso al que va, tenga por seguro que Ámbar no será la de antes-.

-¡Me importa un carajo! Ahora ella es mía. Se casará conmigo y estará el resto de su vida aquí, ella va a estar a mi lado el tiempo que le quede, y aún así, estaré con ella incluso después de la muerte. Jamás la dejaré. Ella es mi obsesión, ella es mi luz, ella es mía-.

-Sí, ella es su luz, luz que usted mismo se encargara de apagar-.

Finalizó y salió de la habitación. 

Jamas la dejaré, ¿Para qué dejar a Ámbar? ¿Para que esté con otro hombre? nunca lo permitiré, no me cansaré de decirlo, ella es mía, de mí propiedad, le guste o no nunca la dejaré libre, Ámbar piensa que pronto me cansaré de ella o simplemente me aburriré, esa chiquilla es mi obsesión y nada ni nadie lo cambiará.

Solo anhelo que despierte, aquella enfermedad que puede desarrollar es riesgosa, Cecilia me explicó detalladamente todo, síntomas y el proceso. No quiero eso para Ámbar, pero si tan solo fuera un poco más sumisa todo sería mas fácil.

No logro comprender el por qué no quiere estar conmigo, cualquier otra chica quisiera todo lo que ella tiene aquí, ropa de todo tipo, kilos de maquillaje, accesorios, joyas, puede tener todo lo que me pida, si ella quisiera le daría el mundo. El detalle es que ella no es como las demás, es muy testaruda, respondona, orgullosa y nunca se rinde. Ese tipo de chicas jamás me han llamado la atención pero no sé qué pasó con Ámbar. Simplemente no puedo dejarla, prefiero verla infeliz conmigo a que sea feliz con alguien más

•~☬•~☬•~☬•~☬•~☬•~☬•~☬~•

Me desperté con pesadez, lo primero que escuché eran quejidos, Ámbar estaba despertando.

Sus hermosos ojos tardaron en reaccionar, me miró y casi por instinto se alejó de mí casi cayendo, la sostuve pero de inmediato comenzó a llorar y no podía tranquilizarla.

-¡Suéltame! ¡Aléjate de mi! ¡No me toques!-. Dijo

 -¡Ámbar tranquilízate por favor!-

Intentaba calmarla pero era imposible, pataleaba y se hacia daño jalando los tubos del suero, de inmediato Cecilia entró y miró la escena, comenzó a buscar algo en uno de los cajones, Ámbar seguía llorando y gritando a la vez que se movía, no sabía qué hacer con ella, estaba muy preocupado pero sabía que si la soltaba seria mucho peor.

Después de unos segundos Cecilia sacó un pequeño frasco y una jeringa, al llenarse de aquel liquido se lo inyectó a Ámbar.

-¡¿Qué le pusiste?!- espeté.

-Es un tranquilizante, si ella sigue así se ocasionará más daños.

Poco a poco vi como mi pequeña volvía a caer en la cama cerrando esos ojos que tanto anhelaba que se abrieran. Otra vez estaba quedando inconsciente. La solté y la acomode en la camilla mientras Cecilia le ponía de nuevo esas cosas.

-¿Por qué reaccionó de esa forma?- dije sentándome en la silla y viéndola.

-La reacción de Ambar se debe a lo ocurrido, lo que sufrió con usted, si no me equivoco, poco a poco desarrollará una especie de trauma y debido a este, ella generará un rechazo absoluto hacía usted. Despertará dentro de un par de horas, puede que solo dos, cuando ella despierte trate de tener una distancia considerable, si este episodio pasa de nuevo, las consecuencias serían difíciles-.

Pasé mis manos por mi cabello revolviendolo, estaba estresado, solo quiero que despierte.

Sabía que lo que me dijo Cecilia era verdad, tengo que tomar mi distancia, así que tomé la silla en la que estaba sentado y la jalé de modo que quedara a lado de la camilla de enfrente -¿Debería ponerme más lejos? Aún estoy muy cerca- pensé, así que volví a tomar mi silla y me moví a una de las esquinas de la enfermería y me quedé ahí sentado.

Por nada del mundo podía quitar mi mirada de ella, me sentía muy cansado, no me había bañado, aún tenía puesta la bata de baño que tenía cuando la traje aquí, no había dormido ni comido como era debido y ni hablar de trabajo.

Dí la orden de que nadie me molestara hasta que Ámbar despertara así que me imagino la cantidad de trabajo que me espera en mi despacho, pero ahora no tengo mente para nada más que no sea mi niña.

Apoyé mi cabeza contra la pared y cerré mis ojos un momento tratando de aliviar el ardor, lo cual fue inútil ya que se sentía aún más, de todos modos los dejé cerrados.

Seguía ansioso, despegué mi cabeza de la pared y voltee a ver mi reloj, fue ahí cuando me dí cuenta de que no habían pasado ni treinta minutos desde que Cecilia le puso el tranquilizante, los minutos parecían milenios, el tiempo estaba pasando demasiado lento.

Me acerqué a la camilla en donde estaba ella -despierta- dije sin más,  esperé unos segundos y nada... -¡Despierta! Me tienes aquí como estúpido por más de un día esperando a que despiertes! ¿Por qué no despiertas?! ¡Te estoy dando una orden directa, levántate!-.

Cecilia entró en la habitación al escuchar el escándalo -señor, cálmese por favor, ella no puede escucharlo- dijo en un intento de tranquilizarme -¡Claro que puede escucharme! De seguro esta es otra de sus trampas para que me aleje y la deje en paz, pero adivina qué Ámbar ¡No te va a funcionar! Porque yo estaré contigo por el resto de tu miserable vida ¿Entendiste? !Yo soy tu dueño, tú eres mía, me perteneces!-.

Cecilia en un nuevo intento de tranquilizarme dijo -señor, le pido encarecidamente que se calme, sino me veré forzada a ponerle a usted también un tranquilizante y no podrá ver cuando Ámbar despierte- dijo con la jeringa ya en mano.

-Está bien- dije, solté la camilla y me dirigí nuevamente a mi sitio en la esquina.

•~☬•~☬•~☬•~☬•~☬•~☬•~☬~•

Atte: Ary y Mercy

©️ Corrección y edición: Mercy Martell

Tú Mi Obsesión, Tu Eres MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora