Ámbar LowellAbrí los ojos y poco a poco empecé a visualizar el lugar en el que me encontraba, tenía un montón de cosas conectadas a mis brazos, estaba cansada y sentía pequeños dolores en algunas partes de mi cuerpo, mi garganta estaba muy seca, simplemente estaba fatal.
Recorrí la habitación con la mirada hasta que en una de las esquinas lo ví. Se veía terrible, no peor que yo pero tenia ojeras y su cabello estaba descuidado.
Recuerdo que hace unas horas desperté, no lo recuerdo con exactitud, pero sé que no lo quiero cerca.
-Ya has despertado- habló con una voz ronca y cansada- ten.
Me extendió un vaso de agua, no lo quería aceptar pero tuve qué, necesitaba tener líquido en mi boca.
-¿Cuánto tiempo he estado así?- dije con un hilo de voz mientras me recostaba en la camilla.
-Un poco más de día y medio ¿Tienes hambre?-.
No respondí, desvié la mirada y la dirigí a la esquina contraria, no quería verlo ni tenerlo cerca.
-No me gusta repetir las cosas, lo sabes-
-¿Podrías dejar de regañarme?- suspiré y lo miré, sin pensarlo sentí unas gotas que bajaban por mis mejillas, cerré los ojos y limpié mis lágrimas.
-Ámbar- lo oí suspirar -por favor-.
-No tengo hambre...-
Él sólo me miraba, se notaba algo cansado, en pocas palabras era un desastre, aunque yo no estaba en las mejores condiciones para decirlo.
En ese momento una chica de unos veintisiete años entró, parecía algo mayor, tenia una bata blanca, si no estoy equivocada es una doctora.
-Hola Ámbar, veo que ya has despertado ¿Cómo te sientes?- pregunta acercándose y empieza a revisarme.
-Bien... Bueno me duelen algunas partes pero, es un dolor algo soportable-.
-Okey, ¿Puedes sentarte?-.
Asentí y con cuidado hice lo que me dijo, sentí una punzada en mi costado derecho.
-¿Te duele mucho aquí?- dijo tocando exactamente el lugar donde sentí aquella punzada, me quejé del dolor -bueno, dos de tus costillas están rotas, trata de no hacer muchos movimientos bruscos y pronto sanarán-.
Me regaló una sonrisa y le respondí, pero la mirada de Catriél en mi no me hacía sentir mejor.
-¿Se le puede dar de alta?- dijo Catriél con voz totalmente seria.
-Sí, dependiendo de cómo se sienta ella-.
-Estoy bien...- dije.
La doctora me miró y me dió una caja de pastillas.
-Son para el dolor, toma una para calmar los dolores y si persisten puedes venir conmigo, soy Cecilia-.
-Gracias- dije mientras tomaba la caja.
-Enseguida te retiraré los sueros-.
-Te traeré algo de ropa- dijo Catriél y salio de la habitación.
Cecilia me miró con algo de tristeza y yo solo sonreí, ella procedió a quitarme lo que tenía en mis brazos.
Me quitó por completo los sueros y la puerta se abrió dejando ver a Catriél, me bajé de la camilla pero en ese mismo momento caí, mi parte intima dolía mucho.
-Ámbar ¿Estás bien?- dijo Catriél, sentí su contacto y me alejé de él ocasionando más dolor para mí-.
-Amaba tranquila, ven- Cecilia se hincó para ayudarme a ponerme de pie -¿Te duele mucho?-.
-Si, demasiado- alcé la mirada y me encontré con la de él, yo sé que no se arrepiente de nada, pero puedo ver dolor en sus ojos.
-Es por el desgarre, te dolerá por unos días pero con las pastillas que te dí pasará el dolor-.
-Gracias Cecilia-.
-No hay de qué-.
Me ayudó a ponerme de pie, en lo que creía yo, era una enfermería había un cuarto de baño y decidí bañarme ahí.
-Cecilia yo la ayudaré a bañarse- dijo Catriél, miré a Cecilia y ella dirigió la mirada fruncida hacia él -¿Algún problema?-.
-No- contestó seca.
Me miró y agaché la cabeza.
-Catriél, yo puedo so...-
-Dije que te ayudaría yo y así sera.
Se acercó y me cargó en brazos, tome la ropa y se dirigió al baño de su cuarto.
Me sentó en el baño mientras preparaba el agua.
-Ven-.
Me hizo una seña para que me pusiera de pie y con su ayuda lo logré, con sumo cuidado me comenzó a quitar la ropa.
Me sentía débil, tonta, fracasada por no poder hacerlo yo misma y tener que depender de alguien.
Me introduje en la tina y pude ver mi cuerpo con moretones y algunas pequeñas llagas que hacían de la noche anterior un horrible recuerdo.
Fue imposible no derramar pequeñas lágrimas al ver mi cuerpo en este estado. Catriél miraba mis piernas y mi cuerpo lleno de moretones y quemaduras de cigarro.
Cuando terminé de bañarme logré convencer a Catriél de que me dejara vestirme sola, me fue imposible no llorar al ver marcas en mi piel...
Después de unos minutos salí del baño y tome una de las pastillas, me acosté en la cama, Catriél estaba a mi lado, tenía los ojos cerrados pero sé que estaba despierto. Sentí un dolor en mi costado y me quejé, mis costillas dolían mucho.
Hace un día y algo que no como, pero realmente el apetito no esta presente.
Poco a poco comencé a cerrar mis ojos mientras lágrimas traicioneras se escapaban de ellos, al igual que mis ganas de seguir luchando. Así que simplemente las dejé salir, traté de controlar mi respiración y no sollozar, no por miedo a que Catriél escuchara, si no porque hacerlo dolía mucho, con cada sollozo y cada respiración sentía una punzada en mi costado.
La temperatura bajó y empezaba a hacer más frío del normal, de la forma más sutil que pude intenté tomar la fina sábana de seda que estaba a lado mío, pero cada movimiento, por más delicado que sea duele inmensamente. Catriél al escuchar mis quejidos y sentir le movimiento de la sábana la tomó con una de sus manos y la puso sobre mí teniendo aún los ojos cerrados.
Poco a poco el anochecer llegó, intentaba dormir pero aún tenía mucho dolor, pareciera como si la pastilla no hubiera hecho efecto, quería pararme a buscar otra pero sabía que si lo intentaba acabaría en el suelo y despertar a Catriél no era una opción. Así que solo me quedé inmóvil en la cama con los ojos cerrados esperando a que el sueño llegara a mi.
En un momento empezó a llover, y el escuchar el sonido de las gotas de lluvia caer sobre el techo, sobre las hojas que estaban en el sueño y chocar con la ventana parecieron adormecerme, y fue así como poco a poco me quedé dormida.
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Atte: Ary y Mercy
©️ Corrección y edición: Mercy Martell