Abro mis ojos sintiendo una mano sobre la mía, miro a mi alrededor para percatarme que estoy en una camilla y que tengo un tubo que es por donde pasa el suero.
Miro a Catriél quien está con su mano en la mía sentado mientras me mira.
-Ámbar, deja de comportarte como una niña y ya asume todo esto, te casarás conmigo y ese bebe es mio, yo soy su padre-
-¿Cómo esperas que reaccione? ¿Feliz? ¿Alegre?- dije sentándome y quitándome el suero -no ¿sabes por qué? porque de formar una familia hubiera preferido mil veces a Eidrén-
Sentí un ardor en la mejilla seguido del ya conocido sabor metálico de la sangre sobre mi labio pero lo peor de todo, el temor me inunda de nuevo, llevo mi mano a la zona del dolor y miro a Catriél, está de pie y me mira sin expresión alguna.
-Vuelves a mencionar ese nombre y sabrás lo que es conocerme-
-¿Que no lo había hecho ya? El día en que casi me matas, hubiera sido mejor que lo terminaras, anda, golpeame, pégame, matame, ya te has encargado de eso y más, solo falta hacerlo literal ¡¿Qué esperas?!-
Se acercó bruscamente y me tomó de las mejillas con fuerza, plantó un beso, horrible para mi. Puedo verlo en su mirada, una sensación de gozo repulsivo hacia mi tormento. Me sueltó y se alejó riendo mientras salía del cuarto.
Llevo mis piernas a mi pecho mientras las abrazo y sin evitarlo más, las lagrimas caen mientras el dolor se junta. Me siento miserable... maldita, eso es, estoy maldita...
Después de llorar un rato decido pararme de la cama, husmeo en la habitación en busca de mi ropa para quitarme de encima esta horrible bata -huele a anciano, que asco- dije en voz baja, después de un buen rato buscando, encontré mi ropa en un armario muy poco práctico, parece como si fuera parte de la pared, nunca la iba a encontrar ahí. Tomé mi ropa y mis zapatos y procedí a ponermela. En el instante en el que me agaché para atar mis zapatos sentí un dolor horrible en mi mandíbula, y lo recordé, me limité a acariciar mi mandíbula levemente y a amarrarme los zapatos lo más rapido que pude.
Me levanté y salí del cuarto donde estaba, simplemente vagaba por los pasillos sin rumbo fijo hasta que me percate que este hospital se parecía demasiado a la mansión de Catriél, así que supuse que todas las mansiones las diseñó el mismo arquitecto. Me concentré y traté de recordar los caminos de la mansión de Catriél, llegué a la entrada y partí por ahí, supuse que al ser un hospital tan grande y al atender a una familia tan "importante" debían tener cocina, así que me dispuse a buscarla, moría de hambre. Seguí los mismos caminos que en la mansión de Catriél y sorpresivamente, llegué al comedor, igualmente había una empleada ahí -Buenas noches, qué desea cenar la señora- dijo con una voz muy amable -Buenas noches, lo que sea está bien, muero de hambre- dije mientras me sentaba, y ella inmediatamente empezó a cocinar. Me sirvió mi platillo y empecé a comer, mejor dicho, a devorar la comida, no sé si era el hambre o qué más, pero estaba delicioso. En cuanto terminé recogió mi plato y se retiró, así que me levanté y salí del comedor, afuera estaba Catriél -¿Cenaste bien?- preguntó -Sí, estaba delicioso- respondí a fuerzas -Me alegro, tienes que comer bien para nutrir al bebé- dijo con una sonrisa en su rostro, yo solo le hice una sonrisa forzada y desvíe la mirada.
-Vamos, ya es hora de irnos-
-¿A dónde?- pregunté
-Al hotel, tienes que descansar-
-Está bien-
Dije mientras iba caminando detrás de él camino a la salida, al llegar frente al auto me abrió la puerta para que me subiera, y al estar arriba la cerró y fue al asiento del conductor, me miró por el retrovisor para asegurarse que todo estuviera bien y arrancó la camioneta, no hace falta decir que todo el viaje la pasamos en silencio. Al llegar al hotel repitió la misma acción, se bajó del auto y me abrió la puerta ayudándome a bajar, y una vez abajo la cerro.
-¿Por qué estás actuando tan "caballeroso"? no lo habías sido antes-
-Tienes a mi hijo dentro, no puedo permitir que le pase algo malo-
-Me acabas de dar un puñetazo en la cara ¿Lo olvidas?-
-Exacto, en la cara, no en la panza, él no es culpable de la estupidez de su mamá-
-Ah, ahora resulta, olvidas que tu tienes privada de la libertad a su madre, no es estupidez, es desesperación-
-Lo que tu digas, entra-
Entré al hotel sumamente lujoso, y por ende, demasiado hermoso. Catriél me dirigió a nuestra habitación, odio esa palabra "nuestra", pero para mi sorpresa y alivio, las camas estaban separadas -A tu lado izquierdo están los cajones de ropa- dijo señalando unos cajones -está bien, me voy a cambiar- me dirigí a los cajones y empecé a ver las pijamas que habían, escogí una de seda color hueso y bordes negros, era preciosa y muy cómoda. Me cambié y procedí a arroparme -Buenas noches- dijo Catriél -Buenas noches- respondí volteandome de espaldas hacia él, no me dí cuenta cómo, pero quedé dormida inmediatamente.
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Al despertar escuché unos ruidos que se me hacían familiares, el sonido de pistolas impactando contra las ventas, salgo rápidamente y el temor me inunda nuevamente, veo a mi alrededor y está hecho un desastre, corro por los pasillos buscando refugio pero mi corazón se para al ver a tres hombres viniendo tras mio.
-¡Atrapenla!- escucho la voz de ese hombre y...
No paro de correr, no sé por donde, solo veo pasillos y pasillos y me adentro en ellos buscando una salida fija.
-¡Ámbar!- Catriél -¡Ámbar donde estas!-
-¡Catriél!- grito su nombre pero mi mundo se para.
Me encuentro en el hombro de un hombre quien desconozco completamente, grito y pataleo para que me baje pero no lo consigo, siento un piquete en el brazo y ese cansancio se apodera de mi, ya no sé qué pasa, simplemente cierro los ojos y no escucho más.
Ya me cansé de desmayarme siempre, bueno, supongo que esta vez me han anestesiado.
Morir, ya es buena opción, aunque pensándolo bien, siempre lo fue
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Atte: Ary y Mercy
©️ Corrección y edición: Mercy Martell