[🌷] 16

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No supo en qué momento estuvo sentado devuelta en la cama, con un pañuelo en su diestra secando sus lágrimas. Sollozaba y se quejaba por el dolor que causaba el alcohol desinfectando sus heridas.

La desconfianza seguía instalada en su sistema, como si fuese un chip infectado en una computadora. Joder, no entendía cómo el tacto de una persona podía ser tan frío, tal parecía que estaba muerto en vida por lo frío de sus dedos. El tacto no era nada agradable, pero algo es algo. Estaba recibiendo una atención menos dolorosa que las anteriores. Recuerda cuando aquél tipo había curado sus cortadas, no había sido nada delicado... Este chico en cambio, lo era.

-Esta mano ya está- Le escuchó murmurar, tal vez estaba hablando para sí mismo. San miró su muñeca, la cual estaba siendo vendada para que la pomada no se dispersara por culpa de los roces. Sorbió su nariz adolorida levemente, secando los restos de lágrimas que habían resbalado hasta su cuello y mandíbula en un acto rebelde.

-¿Puedes decirme tu nombre?- La pregunta le tomó desprevenido, sus ojos se fueron hasta el rostro que le miraba atentamente, el chico se veía tan apacible y bonito, como si de verdad fuese un ángel de sonrisa brillante y cálida. No parecía que podría lastimar a alguien aunque quisiera. Era un poco más bajo que él, y sin dudas, por su tono de voz tan lindo y algo peculiar, no sería capaz de traicionar a una persona.

San tragó pesado, sintiendo como su poca saliva baja por su garganta completamente seca.

-Choi San- Susurró, por suerte el chico pudo escucharle.

-Lindo nombre.

Ese no era el momento para recibir cumplidos, llevaba tantos días sin ver su reflejo en el espejo, tal vez se veía como un muerto viviente en este momento. Debía dar asco, los ojos del castaño rubio deberían estar llenos de asco y repulsión, no de confianza y mucho menos, calidez.

San bajó su mirada, carraspeando, sintiendo otra vez el dolor insoportable del algodón con alcohol en sus heridas. El blanco puro pasando a ser una horrible combinación de marrón y rojo. Tan desagradable.

-Quiero irme a casa- Llevó su mano desocupada hasta su cuello, subiendo un extraño dolor en esa zona de repente. Apretó levemente y el dolor fue igual al de los hematomas, suspiró. No podía hacer nada. Odiaba lo sensible que resultaba ser su piel. -Ya no soporto estar aquí, quiero ver a mamá y a mis amigos- iba a comenzar a llorar nuevamente, de no ser por las suaves caricias que se fueron dejadas en sus mejillas.

-Yo no puedo hacer nada, San.

-Di-Dijiste que podías ayudarme.

El castaño rubio suspiró, untando con suavidad la pomada sobre esas heridas.

-Sé lo que dije, pero no creo que a Wooyoung le guste no encontrarte cuando vuelva.- ¡¿Y a él qué le importa?! Lo único que le importaba es que quería irse de una vez, no quería estar dentro de esa casa ni un minuto más. Era tan injusto, ese chico era un idiota por no querer ayudarlo a escapar. Podía hacerlo, no le costaba nada.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, no sabía que decir o que hacer. Estaba bloqueado.

Abrió su boca para excusarse, para pedir de rodillas que le llevara de vuelta a casa. Pero se vió interrumpido por un portazo en la puerta principal.

Su pulso se aceleró, sus manos comenzaron a temblar de manera agresiva.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora