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Cuando las patrullas se detienen en medio de una vía. Jongho frunce su ceño. Hay una casa que ha llamado la atención de los oficiales y eso en verdad le causa curiosidad.

Hoy sólo ha podido asistir él a la búsqueda de San. Porque Mingi se estaba sintiendo mal, Juho debía ir a la universidad y Yeosang se quedó en casa cuidando de Seonghwa. En fin, sólo él estaba disponible para servir de algo.

Llevaba más de dos horas sentado en aquél asiento. No era para nada cómodo. El cuero que los cubría sólo hacía que se pusiera nervioso. Y más con el silencio sepulcral del oficial Jeong. Mirarlo de reojo sólo hacía que las ganas de irse a su casa incrementaran al 100%.

—Todos tenemos sospechas de aquella casa— Salta en su lugar cuando le escucha hablar. Le dirige una mirada al mayor, y éste sigue inserte, mirando hacia aquella dirección, estudiando. —Es muy extraño que en el mapa no aparezca, además... Está en medio de la nada, ¿Entiendes lo que digo?— Jongho enrojece cuando Yunho se le queda mirando. La sonrisa en su rostro solo le confirma que este caso le entusiasma

—En sí es muy extraño.— Comenta, apartando la vista para poderla sobre la vivienda. El color amarillo pastel reinaba en las paredes, se veía acogedora. Aunque no fuese fan del amarillo. —¿En verdad creen que esté ahí? Y-Yo... No quiero perder las esperanzas pero... Es algo tonto.

—¿Qué quieres decir?

—Cualquier profesional haría lo que sea con tal de esconder un cuerpo, ¿No creen que en vez de buscar en una casa, sería mejor buscar en terrenos abandonados? He estado pensando en eso desde hace unos días.— Yunho frunce sus labios, en efecto tenía razón. Pero no podía bajar la guardia. —Tomaré en cuenta eso, pero nada nos cuesta intentar una última vez— Sonríe, y Jongho se contagia de su espíritu optimista.

Nota como el mayor sale del auto, y con un ademán es invitado a hacer lo mismo. Escucha órdenes, palabras dichas con un tono de voz autoritario y eso le hace saber que están dedicados al 100% para poder encontrarlo, tenía esperanzas. No podía perderlas.

Se encamina con duda hasta aquella casa cuando los policías lo hacen, Yunho hace que se quede hasta atrás, pero no le molesta, sólo está ahí para poder ver como trabajan. Y aunque no lo conoce del todo, se siente orgulloso de que alguien como él esté manejando este caso.

Y la puerta es tocada con fuerza, pero no la suficiente para ser agresiva. Se escucha una voz, y el cerrojo siendo abierto con cautela.

Se pone de puntillas para ver lo que pasa, y puede ver que hay un chico dentro de la casa, su cabello luciendo un elegante color negro, bien peinado, vistiendo tan impecable y viéndose tan fresco y calmado. Mostrando una sonrisa al hombre de metro ochenta frente a él.

—Si no le molesta, nos gustaría entrar a su hogar para asegurarnos de que su palabra es cierta.— Y puede ver como aquella sonrisa se ensancha más. Su mirada tenía un brillo extraño, cuando tuvo la oportunidad de acercarse más, sintió su mirada sobre él, como si le estuviese escaneando. De pronto esa sonrisa se esfumó. ¡Pudo verlo! Pudo ver el como sus manos temblaron. El gesto de su rostro era de nerviosismo puro.

Paseó su mirada por el lugar cuando estuvieron dentro.

La sala tenía unos sillones de color crema, que combinaban con las paredes blancas, cuadros decorativos, una mesa de centro. Todo se veía bien. Tomaba su propio ritmo para no molestar a los profesionales, no tocaba nada. Más bien estaba parado en un rincón esperando a que dijeran que habían encontrado a Choi San.

—Tú no eres del departamento de policía— Escucha una voz a su lado, y eso le hace saltar del susto. Lleva sus manos hasta su pecho y mira al chico con los ojos bien abiertos. Éste se ríe de él, esperando respuesta. Y jongho se siente tan nervioso que tartamudea al hablar. Explica su situación y el de cabellos negros parece entender esto.

—Aveces cuando una persona sale de tu vida tienes que enfrentarlo. Luchar para superar a esa alma que acabas de perder. Dentro de poco vas a notar que en realidad nunca te hizo falta, y que hay un millón de cosas por las cuales preocuparte.— Frunce el ceño, siente que sus manos tiemblan al tener esa mirada puesta en él.

Escanea, pasea sus ojos de arriba a bajo, y le asusta en lo haga.

—Además, pierden su tiempo buscando aquí, ¿Cuánto tiempo dicen que tiene desaparecido?— Traga saliva, le está acorralando. Tiembla, la hace por el miedo tan horrible que siente. Un extraño frío recorre su espina dorsal, dándole escalofríos. —Un año—Se hace el fuerte para contestar, pero no lo consigue. Se echa para atrás cuando le ve sonreír.

—Un año— Y repite, su tono de voz suena burlón, la risa que suelta le hace fruncir los labios. Aprieta las manos en puños, porque siente que se está burlando de su miseria, de lo horrible que es no saber nada de su amigo en todo ese tiempo. —¿Tienes idea de lo que significa, uhm? Un año desaparecido, quizás ni siquiera está en el país justo ahora. Tal vez esté muerto.

—San nunca haría eso.— Odia que su nariz comience a picar, y que su vista se nuble por aquellas palabras tan crueles. Baja la mirada, porque se está rehusando a llorar frente a un desconocido.

—Cualquier persona con un cerebro haría cualquier cosa para alejarse de sus problemas. ¿Tú y tus amigos se han detenido a pensar en lo que él quería? ¿Acaso no podían notar que algo le estaba haciendo daño? No puedes pedir que vuelva. Porque estoy seguro de que no lo hará, jamás.

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omg-

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