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Lo que más miedo le dió fue presenciar el resplandor de un cuchillo. El filo brillaba cruelmente contra la luz amarilla que alumbraba el lugar. No pudo evitar el alarido que salió de sus labios al verlo, sus ojos se llenaron de lágrimas al instante.

Intentar moverse era estúpido, sentía como algo le tomaba de los brazos y las piernas, tampoco podía gritar. El esfuerzo hacía que todo su cuerpo doliera, era como si... Un montón de garras afiladas se incrustaran en su carne, con cada movimiento. Incluso sentía esa presión en su rostro, prohibiéndole el paso correcto de aire. La voz no le salía, su mente estaba hecha un caos.

Quería apartar la mirada, pero no podía, se estaba comenzando a frustrar. Además de todo eso, sentía pequeños surcos de un líquido tibio resbalando por sus brazos. Se removía del dolor. Cuando movía la cabeza, sus cabellos eran tomados. Completamente inmovilizado.

-¡Por favor!- Las lágrimas salían a borbotones de sus ojos, al igual que la sangre de esos rasguños horribles. Le ardía el rostro. Odiaba escuchar en este momento, no quería ser participe de esto, claro que no. Huening Kai no se merecía esto, no merecía tener el filo de un cuchillo presionándole el cuello. Y puede ver tan cruelmente el como hilos de sangre resbalan por su piel. Escucha sus quejidos.

-Yo... Yo tenía pensado hacerte esto- San ahoga un sollozo, negando repetidamente en su mente, iba a matarlo, por la mierda que lo haría. Miró con atención el como Wooyoung alejaba el cuchillo del pelinegro, rozando sus dedos por la superficie de metal. Escuchaba su risa, los sollozos del pequeño Kai le estaban poniendo de los nervios.

San, San, San. Comenzó a susurrar cuando Wooyoung comenzó a caminar por su alrededor, estaba asustado, tanto como él. Y temblaba, lo hacía con tanta fuerza que ya le ponía de los nervios, notaba como nubes pequeñas de vaho salían de sus labios al soltar sus sollozos. No quería morir, podía verlo en sus ojos.

-Se supone que debes ser tú el que esté sentado ahí, San- Abrió sus ojos en grande cuando el hombre le apuntó con el cuchillo, notó esa mirada en sus ojos, brillosa, deseosa de ver sangre y tripas volando. Frunció su ceño, quería que se callara, necesitaba dejar de escuchar su fastidiosa voz por un segundo.

Cerró los ojos, y sollozó, sintiendo que se ahogaba con el propio nudo que su garganta creaba. Quiso ser sordo para no escuchar el sufrimiento del pequeño pelinegro, cada grito iba a ser grabado sin quererlo en su mente.

-¡Mira, no seas cobarde y observa lo que deberías tú sufrir! Estás siendo tan... Egoísta, San.- Gritó desesperado, pero no su no fue audible paga nadie, el agarre en sus extremidades se apretaba cada vez más, desgarrando su piel con fuerza. Abrió los ojos sin quererlo, derramando más lágrimas. Sintió como las ganas de vomitar una vez más le invadían. Detestó con toda su alma el ver cómo Kai se ahogaba con su propia sangre, se vió obligado a permanecer así, aunque por dentro no quería. Por dios... Ahora no podía hacer nada. Sólo observar sin quererlo.

¡¿Por qué no se detenía?! Quería pensar que esto también era un sueño.

Pero cuando seguía escuchando más gritos... Supo que nada volvería atrás, el sonido desgarrador de la piel rompiéndose, junto con las risas desquiciadas de Wooyoung, hacía que su carne se volviera de gallina. Temblaba cada vez que veía el filoso utensilio enterrándose en lo más profundo del alma de Kai.

Sintió como las manos que le tenían presas se iban soltando de a poco, al igual que dejaban de lado su rostro. Esperaba que todos los gritos que de su boca salían, hicieran acto de presencia ahora que estaba libre. Pero aunque quisiera gritar, aunque las ganas que tenía de correr hasta él y empujarle lejos del menor, no podía hacerlo.

Solo... Se quedó mirando al pequeño con los ojos llenos de lágrimas. Pasmado, no pudiendo creer que a pesar de todo, el pobre murió. Con escandalosas cortadas en su rostro y cuello. Manchas de sangre resaltado por su ropa hasta el suelo y el abdomen abierto al igual que sus ojitos preciosos, que ahora se veían apagados.

Aparta la vista sólo cuando Wooyoung se asegura, clava con una fuerza inhumana el cuchillo en la cabeza del menor. Pudo escuchar perfectamente el como su cráneo se rompía, la sangre olía tan bien. Lamió sus labios, y miró a San, acercándose a él.

Se arrodilla, y sin pensarlo toma aquellas mejillas entre sus manos. Acaricia su piel para retirar las lágrimas, pero lo empeora al esparcir la sangre por su rostro. Y se ve tan bonito, tanto que le atrae fuertemente y le atrapa entre sus brazos, San intenta alejarse, grita que le suelte pero lo ignora, y aprieta. Lo hace tan fuerte que el castaño queda tieso, sollozando, suplicando.

-Todo va a estar bien.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora