[🌷] 24

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Respiraba agitado, mirando con atención el como Wooyoung rondaba por la habitación, con un bate entre sus manos.


Los tres tenían miedo, Kai mucho más. Su cabeza sangraba, podía sentir como un camino de sangre se desliza por su rostro y parte de su torso. Temblaba por el frío, por el terror que le causaba estar encerrado en ese oscuro y tenebroso lugar. Quería irse, quería estar en cama. No aquí, no así. No cuando sabía con exactitud qué sus días —o minutos— estaban contados.

—Debes aprender a mantener tu boca cerrada, San— Los ojos del nombrado de cierran con fuerza al escuchar su nombre ser dicho con aquél tono dulce pero desagradable. Odiaba su voz, odiaba todo de Wooyoung. Con todas sus fuerzas. —Mientras más pidas que no les haga daño, peor será para ellos. En vez de quedar como un héroe serás el causante de dos muertes. ¿Entiendes? Lo hago por tu bien... Por nuestro bien, tesoro.

Negaba con su cabeza una y otra vez, no podía hablar por culpa de él montón de cinta que se le fue puesto en los labios para frenar sus palabras, y si no fuese por insistencia, Huening Kai ya tendría la cabeza reventada.

El mínimo pensamiento de que el pequeño pudo morir le ponía la piel de gallina.

—Ambos son hermosos, ¿No crees?— El tapabocas fue retirado de su rostro desde hace un rato. Así que era facil sentir su gélido aliento golpeando el costado de su rostro, la voz susurrante le hacía sentir que el aire se le escapaba con cada palabra pronunciada perfectamente, como si no tuviese miedo de nada. Como si ya hubiese ensañado el mismo diálogo una y otra vez sin parar ni un maldito segundo.

San les dirigió una mirada de dolor puro, estaba llorando a mares al igual que ellos. Odiaba que tuviesen que sentir el mismo miedo que él, odiaba que Wooyoung fuese así, odiaba con toda su existencia estar ahí. Odiaba todo.

—¿Quién crees que merezca morir primero? Yo pienso que Yoobin— Sonrió, moviéndose ágil hasta donde se encontraba la castaña, quería escupirle en la cara por ser un completo hijo de puta. Aún no se sacaba de la mente la mueca de diversión que tenía su rostro al golpear al pelinegro con total brutalidad. —Vete a la mierda— Masculla, aunque sabe que es un error hacerlo.

Su cabello es tomado con una fuerza increíble, mechones podían ser arrancados con facilidad por lo duro que sostenía su cabeza. Retuvo un sollozo, debía mostrarse fuerte. Escuchaba los murmullos de San, intentaba pedirle que se detuviera, podía sentirlo.

—Te crees muy lista, ¿No es así, pequeña?— Iba a morir, iba a morir, iba a morir.

Tragó pesado, mirándole con dificultad.

—Estás en tu día de suerte, pequeña zorra. Espero que disfrutes lo que voy a hacerte, aunque creo que me hubiese gustado bastante que San disfrutara esto...— La risa irritante hacía estragos en ese sótano lleno de sonidos quejosos y llanto incontrolable.

Pero cuando se le sumaron los gritos, el sonido de los golpes, el llanto, la desesperación. El aroma a sangre... Fue el momento en el que todo atisbo de cordura se había perdido en el aire.

El bate impactando con varias partes de su cuerpo, sus pies con el abdomen de la pobre Yoobin, golpeando hasta que veía como comenzaba a expulsar sangre por su boca a borbotones. Se sentía bien, se sentía de maravilla hacerlo.

—¡Joder! Te ves preciosa así, eres tan perfecta— No le importaba que gotas de sangre cayeran sobre su rostro, porque sabía que eso era fruto de su esfuerzo. Borrar la existencia de alguien era lo mejor del mundo. —¿No crees que se ve hermosa, Huening?— La madera del bate golpeó contra el suelo, en un golpe seco que le erizó los vellos del cuerpo.

La mirada y sonrisa psicópatas le daban tanto miedo, que lo único que pudo hacer fue mirar en dirección a la chica que yacía llorando y quejándose en el suelo mientras temblaba e intentaba moverse en su dirección. No podía, era insoportable todo esto.

—¡Vamos, contesta!— Fue peor cuando le tuvo justo al frente, tomando su cabeza con sus manos, presionando su herida con tanta fuerza que le hizo gritar de dolor. —¡N-No!— Negó una y mil veces, pero no sabía a qué. Estaba comenzando a escuchar voces extrañas.

Lloraba desesperado, todo en él dolía tanto que le daba náuseas.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora