[🌷] 25

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Bufó frustrado, llevaba más de cinco minutos parado en el mismo lugar, sin tener alguna señal de que Seonghwa estaba por ahí, odiaba que las personas que pasaban cerca de él por aquél estrecho pasillo le miraran extraño. ¿Acaso nunca vieron a un chico con los brazos cruzados y un ceño fruncido en la vida? Por la mierda que estaba frustrado, su pierna derecha se movía frenéticamente, y sus labios eran mordidos cada dos por tres. La impaciencia reinaba en su ser, y odiaba tanto esa incómoda sensación.

Quería dejar de sentirse atrapado, ya lucía como un gatito asustadizo.

Intentaba, claro que lo hacía, despegar su mirada del suelo, pero la fuerte inseguridad de que alguien podía... Le aterraba. Necesitaba los brazos de Seonghwa para sentirse a salvo, aunque el mayor no estuviese tan bien que digamos.

Pero vamos, ¿A quién se le ocurre dejar a alguien que sufre de ansiedad abandonado en un pasillo de supermercado? Quería gritar de frustración también, todo esto era tan horrible que le sacaba de quicio por completo. Estaba dudando mucho a cerca de su salud mental, no era ni medio normal la manera en que cambiaba de pensamientos tan rápido.

Ahogó un suspiro, avanzando por el mismo pasillo, justamente por donde se había ido Seonghwa con el carrito de compras.

Por su mente se cruzaban las salidas de este estilo que tenían antes de que todo lo relacionado con el secuestro de San les atormentaran de día y de noche. Siempre iban sonriendo, tomados de la mano, el mayor contándole chistes absurdos para hacerle reír por lo malos que eran... Todo había cambiado tanto en esos cuatro meses.

Las uñas de su mano izquierda se enterraban en su brazos que era cubierto por una chaqueta de jean bastante vieja, aún así sentía cómo el material levemente áspero rasgaba su piel, pero poco le importaba. Si encontraba a Seonghwa todo saldría bien, ¿No? La dificultad para respirar se iría tan pronto como mirara sus bonitos ojos oscuros.

Aunque claro, el supermercado estaba atestado de gente y no contaba con que el mayor seguramente le estaría buscando de igual manera. Volvió a suspirar, debía confiar en que el mayor no se había ido y que no le abandonó para siempre ahí.

Yeosang tomó la decisión de ir hasta la salida, así si Seonghwa no lo encontraba dentro, la única opción sería ir a fuera. Claro, tal vez debió hacer eso desde un principio en vez de quedarse parado ahí como un pequeño niño asustado.

Sus pasos eran rápidos y decididos, esquivaba cuerpos y pedía disculpas cuando sin querer golpeaba a alguien con sus hombros. Lo que menos quería es que alguien le tuviese rencor después. Al salir del pasillo, se dió vuelta para comprobar que el mayor no estaba ahí, y así era. No había rastro de él en ningún lado, volvió a girarse sobre sus talones; siendo un error grave.

Su cuerpo golpeó sin querer a otro, haciendo que al chico que tenía frente a él se le cayera un paquete de fideos instantáneos al suelo.

Se agachó tan rápido como pudo, tomando la caja y dándosela al desconocido.

—L-Lo siento mucho— Logró decir, inclinando su cabeza con nerviosismo. Notó como esos ojos afilados y carentes de vida le miraban como si fuese la cosa más alarmante del mundo. El chico de cabellos mal tratados no decía nada, tampoco se apartaba del camino y esto descolocaba al ahora castaño.

Labios partidos, piel pálida, casi de un color enfermo, mirada penetrante; que a su vez, se veía tan oscura pero hipnotizante. Un par de marcas extrañas en sus mejillas... Tal parecían rasguños. Y si no fuese por la caja entre sus manos, jamás se hubiese dado cuenta de sus manos, con los nudillos a carne viva.

Tragó pesado, a juzgar por su aspecto, su ropa no se veía igual a su aspecto físico y eso le confundía.

Alzó su mano en dirección al rostro del más bajo, y sólo así logró captar su atención.

“Genial, ahora el chico te mira como si fueses un bicho raro, Woo.” Empujó a la voz de Hongjoong lejos, escuchando sus risas ahogadas.

—Descuida,— El tono de su voz sonaba frío y sin una pizca de empatía. —Fue mi error al no ver que estabas ahí...— Yeosang —Chico.

Yeo suspiró, el ambiente estaba tan tenso que sus hombros dolían.

—Bueno... Nos vemos, chico— Imitó el apodo, sonriendo o algo así, juraba que en su rostro se había formado una extraña mueca, pero ya no le importaba porque había avanzado lo suficiente como para perderlo de vista entre la multitud.

Respiró hondo al tener las puertas de vidrio abriéndose para él, salió del establecimiento y se abrazó a sí mismo para caminar hasta donde suponía que el mayor había dejado el auto estacionado.

Se quedó parado junto al lado del copiloto a esperar pacientemente a Seonghwa. Y en más o menos quince minutos pudo ver su cabellera negra y abrigo de igual color aproximándose a él con el carrito frente a él siendo empujado.

—Te estuve buscando, ¿Por qué no me esperaste?— No era un reclamo, ni mucho menos una frase llena de enojo. El ceño fruncido y respiración agitada le hacían saber que el mayor estaba preocupado. Podía verlo en sus ojos. —Tardabas mucho... Y-Y había demasiada gente ahí, quise buscarte y no te encontré...— Bajó su mirada, jugando con sus dedos fríos.

—Lo siento Yeossi— El frío fue contrarrestado por los brazos de su novio. El calor que emanaba su cuerpo era tal que le hizo suspirar con alivio. Sus brazos están atrapados entre los del mayor, pero nada le impedía el ocultar su rostro enrojecido por culpa de la baja temperatura en el cuello del pelinegro, —Vamos a casa hyung— Murmuró, pero fue imposible sacárselo de encima.

Notó como temblaba levemente mientras abría el asiento trasero para guardar todas las bolsas. Yeosang mientras, tomaba lo más frágil para llevarlo consigo.

Estaba sentado, mirando al frente, el mayor ya había encendido el motor y puesto los cinturones de seguridad para ambos. Iba a arrancar para por fin irse... Pero no pudo evitar mirar al chico de hace un rato.

—Espera. Hyung, ¿Ves a ese chico?— Pensaba que se estaba volviendo loco.

—¿Qué tiene?— Seonghwa frunció su ceño, mirando al chico de cabellos blancuzcos, caminando por la banqueta hasta llegar a una elegante camioneta color negro. Carraspeó al saber que Yeosang no reacciona en lo más mínimo. —¿Yeosang?

—Siento que oculta algo, no lo sé... Tropecé con él hace un rato, pude notar algo raro en sus ojos, en su manera de hablar, en todo, hyung. ¡Se quedó estático cuando me vió! Y juro por Dios que iba a decir mi nombre.

El pelinegro desvió su vista hasta su novio, el cual se veía decidido por sus palabras.

—No lo juzgues, tal vez tiene un problema mental o algo así. Nosotros dos vamos por ese camino y lo sabes.— El menor suspiró, recargando su espalda en el asiento, murmurando una y otra vez que lo sabía.

Todo el camino se basó en intentar alejar la destrozada imagen de aquél rostro. Mirando el cielo por la ventana y colocando una de sus manos sobre la de Seonghwa para poder calmar sus nervios alterados.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora