[🌷] O7

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Sus manos temblorosas tomaban el vaso de leche tibia que se le fue entregado.

Sentía como su estómago se iba llenando poco a poco, su cuerpo tomando un poco de fuerzas. Aprovecharía esto, no sabía si a ese tipo se le ablandará el corazón más tarde o cualquier otro día. Por otro lado, debía reconocer que cocinaba bien. O tal vez era el hambre que le estaba haciendo pensar eso.

Se sentía nervioso aún porque esos ojos peculiares estaban posados sobre él, analizando cada movimiento, con sus brazos apoyados en sus rodillas, manos colgando por el espacio entre estas. Se veía relajado al menos.

San tragó pesado, apartando sus ojos, dejando el vaso sobre la mesita y tomando el plato que anteriormente había puesto ahí, lo puso sobre sus rodillas, y continuó comiendo. Huevos revueltos con vegetales y tostadas. Sí, eso sin dudas sabía muy bien. Aunque claro, el miedo seguía presente en su cuerpo, también el dolor de sus heridas.

Notó como aquél tipo se levantaba de donde estaba, perdiéndose en la cocina, intentó no prestarle atención a sus acciones, pero era imposible. Escuchó como murmuraba algunas cosas, abría y cerraba gavetas. Estaba buscando algo, y supo lo que era cuando lo vió salir, y acercarse a él.

Ya se lo había advertido antes de comer, si hacía algún afán de alejarse, iba a darle una peor golpiza que esa. Y San no quería que esto pasara, debía obedecer.

El plato fue retirado de sus manos y puesto sobre la mesa, traía agua oxigenada y algo de algodón. ¿De verdad curaría sus heridas? ¿No se supone que quería borrar su existencia de este mundo por completo? Ni siquiera entendía porqué lo hacía si ese era su cometido. Iba a matarlo en algún momento.

Un quejido salió de sus labios, su mentón fue tomado sin delicadeza alguna, y aunque fuese unos dos o tres centímetros más bajo que él, tenía una fuerza impresionante.

—Tienes un rostro muy bonito, ¿Te lo han dicho?— Apretó con fuerza sus ojos al sentir algo de ardor en su labio. No lo hacía delicadamente, más bien era como si algo le estuviese obligando a no ser rudo con él. —Aunque claro, tienes algunos defectos— Dijo, enfatizando los golpes que le dió. Presionando los mismos contra un trozo nuevo de algodón.

San tragó pesado, bajando su mirada, apretando sus manos. Siseando porque sus muñecas dolían.

Una de ellas fue tomada, no fue delicado tampoco, pero sí menos rudo.

Comenzó a curar, incluso lágrimas salían de sus ojos, dolía. Las heridas estaban infectadas y le causaba repulsión verlas. Era insoportable, esos ojos estaban concentrados, no podía ver la expresión que se escondía bajo ese tapabocas. Era como si quisiera esconder algo más que su identidad.

Sus muñecas fueron vendadas, y agradeció por el gesto.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora