[🌷] 27

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—No le pertenezco a nadie.

El nudo en su garganta hizo que las palabras salieran quebradas y completamente ininteligibles. Pero Wooyoung logró entenderlas, lo odió con más fuerza que antes, mirándole con todo el desprecio del mundo. No sólo por el susurro dirigido a él, en donde claramente se podían escuchar las maldiciones ahogadas.

Por suerte, la valentía de su frase había logrado que se apartara.

Pero el pesar, la angustia y las ganas de gritar le invadieron cuando le vió alejándose, cosas resonaban y la incomodidad de sus heridas quemando su ser al escuchar un fuerte impacto de algo contra el suelo, más su voz quebrada, murmurando cosas que no lograba entender del todo. Y cuando lo vió quiso correr, quiso interponerse entre ese demente y las otras dos almas que no tenían la culpa de nada.

Estaba tan asustado, congelado.

El primer impacto había llegado y no fue hasta que los gritos de Huening Kai le alertaron de que algo le había pasado a Yoobin... Sintió el movimiento de un cuerpo a su lado, el olor a sangre, el sonido de los quejidos que, sin quererlo, se había acostumbrado a escuchar.

El bonito rostro de Kai bañando en sangre, al igual que el suelo y una pared que tuvo la desgracia de estar ahí.

—¡Basta!— Gritó con todas sus fuerzas, intentando levantarse. Pero no podía, algo le tenía atado a ese rincón. Las lágrimas no le dejaban ver el como Yoobin era apuñalada incontables de veces con una pala oxidada... Era absurdamente grande. Su abdomen ya abierto dejaba ver todas sus entrañas, la expresión vacía en su rostro era tal que le dieron ganas de llorar, vomitar, correr y gritar.

No, no, no, no, no... ¡No, no, no!

—¡Wooyoung ya basta, por favor basta!

—¡Cállate de una maldita vez, San! ¡Cállate!— Por consciencia propia abrazó el cuerpo del pelinegro a su lado con fuerza, quería protegerlo de esa mirada demencial, de la mueca perturbada que tenía en el rostro. La sangre bañando su ropa. Todo, quería protegerlo de la perturbadora imagen.

Se tragó los miles de insultos que se construyeron en su boca. No quería que el pequeño niño fuese arrancado de sus brazos.

Se sentía culpable por lo que pasó, no podía perdonárselo, no... No podía creerlo.

El filo de la gran pala se enterró en la cabeza de Yoobin, el sonido seco de su cráneo rompiéndose sólo hizo que sus ojos se cerraran. Se escondió como pudo, llorando desconsoladamente abrazándose con más fuerza a Huening.

—La próxima vez que digas algo así,— Su voz ahora sonaba relajada, como si todo el peso de su cuerpo se hubiese ido con haber acabado con la vida de aquella chica. La respiración agitada y la mirada perdida sólo hacían que temblara. Se vió obligado a mirarlo. —no dudaré en hacerle algo peor a él. Que te quede claro San.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora