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Sus piernas dolieron como si miles de espinas se hubiesen clavado de una en una entre su piel. Haciendo que tenga una molestia fuerte y punzante. Los quejidos que salían de su boca raspaban su garganta, estaba seca, y contando con el ardor en su abdomen. Lo hacía aún peor.

Tenía frío, su cuerpo entero tiritaba; pero por alguna razón no podía abrir los ojos, aunque quisiera. Movió sus manos, tratando de descifrar en donde estaba. Bajo la palma de su mano pudo sentir la extraña suavidad de unas sábanas. El casi familiar aroma de la vainilla, deslizó su extremidad por la superficie, estaba sobre una cama, las puntas de sus dedos sintieron unos barrotes.

Más adelante pudo divisar un cuerpo que también dormitaba a su lado.

Batalló consigo mismo para poder abrir sus ojos, no estuvo consciente de cuánto tiempo le tomó, se sentía mareado, con unas ganas de vomitar impresionantes. Al recuperar su visión, barrió sus ojos por la extensión de las sábanas blancas, un poco deterioradas. Y su corazón saltó un poco emocionado al ver el rostro dormido de Huening Kai, tenía el ceño fruncido, movía el rostro de un lado al otro. Incluso soltaba algunas palabras incompletas. Sabía perfectamente que estaba teniendo una pesadilla.

Llevó su mano hasta el bonito rostro del menor, para acariciar su mejilla, la cual tenía un moretón bastante grande, su piel magullada lucía limpia, notó que tenía un nuevo conjunto y que su cabello estaba levemente húmedo. Acarició éste, queriendo que aquella pesadilla quedara olvidada en sus memorias.

Frotó su rostro con su mano libre al lograr sentarse, el dolor de su cuerpo se incrementó, era insoportable, pero no podía estar en esa posición.

Miró alrededor, pudo reconocer aquella habitación tan despreciable. Paredes blancas y sin cuidados, grietas que se veían inestables, manchas en el suelo y aquella puerta que tanta intriga y terror le da. Hizo una mueca de asco, ahorrándose sus arcadas al fijarse en el líquido color negro que había regado por toda la madera de ésta, un extraño sonido proveniente de ahí dentro. Esa... Baba negra salía a borbotones por las bisagras, olía fatal, y lo que menos quería era vomitar, aunque la bilis estaba a nada de llegar hasta su garganta.

Se levantó como pudo de la cama, tambaleándose un poco en su lugar, tomó su estómago con una mano, y cubrió su boca con la otra. Cerró sus ojos con fuerza, no quería, no quería, no quería. Tenía ganas de llorar, de gritar y de morir ahí mismo.

Intentó caminar por la habitación, esquivando las manchas negras del suelo.

Pero lo siguiente pasó tan rápido que no pudo asimilarlo, había sentido como algo helado pero caliente a la vez se aferraba a su tobillo, apretando con una fuerza impresionante, haciendo que su cuerpo caiga de costado al frío y sucio piso. Jadeó incontables veces, mirando horrorizado la cosa que se ceñía a su piel, aquél contacto se sintió de lo más extraño, porque emitía calor, quemaba su carne sin piedad, y no podía luchar, no podía emitir ningún sonido además de esos jadeos ahogados. Algunas lágrimas se le escaparon.

Y es que estaba empezando a sentirse mareado una vez más, y no sabía si estaba alucinando, no entendía nada de esto.

Enfocó su nublada, tiró de su propia pierna y gritó con todas sus fuerzas cuando unas uñas comenzaron a clavarse en su piel, otra mano saliendo de las sombras bajo la cama, y aquél rostro conocido saliendo de ahí, asustándolo más, haciendo que intente alejarse con más insistencia. Pero no podía, de un momento a otro se quedó paralizado mientras veía su rostro deformado y de colores grises y morados, con golpes, moretones. Heridas abiertas e infectadas que tenían gusanos recorriendo cada centímetro.

Ojos vacíos, sonrisa que parecía ser sacada de la peor película de terror.

Hongjoong escaló hasta la altura de su torso, todo se sentía tan real que agobiaba, sollozo con fuerza, reprimiendo sus gritos de dolor.

❛ LUNATIC。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora