El Funeral

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■■■ MILTON ■■■

Me levanto con la llamada de Charon. La espero en el café como me pidió y me molesta que no sea puntual cuando ella fue quien planeó este encuentro.

- Buenos días - Me levanto para saludarla con un abrazo cuando llega.

- Hola - Contesta y nos sentamos. Noto que ya no tiene piercings, como si no tenerlos le diera un toque de responsabilidad.

- ¿De qué vamos a hablar? – Digo con mi voz.

- Ya conseguí un trabajo. Estoy trabajando en una distribuidora de alimentos.

- ¿Entonces provees a los hambrientos? – Signo y ella empieza a hacer lo mismo, pero también usa su voz.

- Digamos que sí - No puede evitar sonreír - y también estoy viviendo en una posada.

- ¿Eso todavía existe?

- Sí - Dice como si fuera un tonto - Es un edificio pequeño con patio en el interior, hay veinte habitaciones, somos pocos. Bajamos a comer juntos como una familia.

- Me alegra por ti Charon.

- Milton - Toma mi mano - Quiero a mi hija junto a mí. Hay varias jóvenes en la posada, será bueno que haga amigas.

- Ella está bien con su abuela.

- Está viviendo en un conjunto cerrado de ancianos, por favor ¡Dijiste que si encontraba trabajo y un hogar me la devolverían! ¡Recuerdo muy bien tus palabras! - Me señala.

- De todas formas, tienes que hablar con mi madre Charon, sabes que hacemos esto por ella. Es mejor que esté en el conjunto con mi madre que contigo en una posada, sin seguridad.

- Está bien, puedo irme a vivir a un apartamento solo para nosotras dos pero ¿Vas a dejarla venir conmigo si lo hago?
Asiento y salta de su asiento para darme un abrazo por encima de la mesa. Correspondo a su abrazo y palmeo su espalda varias veces para que me suelte de una vez.

Después de comer, yo mismo la acompaño a recoger a Aurora. Me sorprendió bastante ver a mi madre sonriente mientras miraba a Charon irse con su nieta. No imaginé que estaría de acuerdo con eso.

Entonces recibo una llamada de una vieja amiga, Melisa.

□ □ □ YENNETH □ □ □

Llego a casa y me recibe Melisa, quien se quedó a cuidar a Brayan mientras yo no estaba - ¿Cómo te fue? – Comienzo a llorar y me dispongo a dejarme caer, pero Melisa me rodea con sus brazos y caemos juntas de rodillas al suelo - ¿Qué sucede? ¿Dónde está Ariel?

- Vete, déjame sola – Digo entre llanto.

- No, no me iré – Me dice y me abraza con más fuerza. Correspondo a su abrazo y me desahogo llorando durante horas hasta que mis conjuntivas arden y ya no salen lágrimas de mis ojos.

- Ayúdame a levantarme – Digo en voz baja.

- Está bien, tranquila – Me lleva con Brayan y lo despierto para darle la noticia.

- Brayan, despierta, ha muerto nuestro hijo – Trato de contener mi llanto para poder hablar – Tuvo muerte de cuna – Cubro la mitad de mi rostro con mi mano y lloro.

- Ven, aquí – Me extiende sus brazos. Las palabras de su boca se escuchan sin fuerza, él está sin aliento – Abrázame – Me acuesto frente a él y dejo que me abrace mientras sumerjo mi rostro en su pecho, en su aroma – Él fue amado, lo amamos demasiado y siempre lo amaremos.

Recuerdo la tarde en que lo di a luz, su llanto, sus ojos profundos y bien abiertos, su respiración.

Levanto mi rostro y paso mi mano por el rostro de Brayan para limpiar sus lágrimas, toma mi muñeca y besa mis dedos. Su respiración se hace más débil mientras dice – Gracias por dar a luz a mi hijo, por cuidarme, vivir conmigo, casarte conmigo, por...

EL UNO PARA EL OTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora